En Corrientes existe cierto temor generalizado porque muchos no superan la creencia que otros son dueños y patrones de sus vidas, de sus expectativas, de los sueños que movilizan. Así se construye el miedo en todos los niveles y lugares, la arbitrariedad gana espacio hasta que llega a ser institucional, y es cuando aparecen los privilegios y las injusticias. A partir de allí las decisiones están con la voluntad viciada, perjudican a la sociedad en su conjunto. Lo sufrimos todos.

 

Nadie está exento en nuestra provincia de soportar algún escrache o carpetazo, la aparición de una crítica parcializada, o la injusticia de alguna acción mentirosa. Muchas personas se alejan de la actividad pública buscando la tranquilidad de sus familias, abandonando el rol social, dejando la militancia hasta que aclare. Vivimos tiempos oscuros, nos quieren sumisos y asustados.

 

Sin embargo, no es la primera vez que el peronismo enfrenta la persecución. Décadas de proscripción, falsas acusaciones, estigmatizaciones, han forjado militantes de hierro, de carácter aguerrido pero no siempre bien conducidos.

 

De ahí la importancia de redoblar esfuerzos para organizar el partido de otra manera, para que el mensaje surja por encima de todo, que otra vez nuestras banderas nos conduzcan a la libertad.

 

Hay que s enfrentar el blindaje, con el boca a boca si es necesario, aunque sea con tiza y aerosoles hasta que las paredes hablen. De nada sirve esperar más del oficialismo porque vivir con miedo es lo peor que hay.

 

Se equivocan quienes pretenden ganar en política con esa pretensión. Quien reciba órdenes de otro termina retrocediendo en sus convicciones. No hay que depender del adversario.

 

La cuestión es tan sencilla como valiente, hay que saber representar el sentir del Pueblo porque es lo mejor que tenemos en esta tierra. Hay que marchar al frente, y sólo así terminaremos este miedo tan arraigado, tan injusto en Corrientes.