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Giorgia Meloni dispuesta a jugar su partida entre Europa y la América de Trump

Fue muy significativa la elección de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni , de asistir a la toma de posesión de Donald Trump . Una presencia elocuente en sí misma, porque fue el único jefe de Gobierno europeo. Meloni quiso reafirmar explícitamente, al final de la ceremonia de investidura, cuál será el compromiso de Italia: «Consolidar el diálogo entre Estados Unidos y Europa». Aunque los medios italianos y europeos se preguntan si Giorgia Meloni actuará como puente entre la nueva Administración republicana y Bruselas, o por el contrario la primera ministra italiana redescubrirá sus impulsos soberanistas gracias a Trump, cultivando una relación privilegiada con él.Ese papel de constructora de puentes será complicado de desempeñar para Meloni y se pondrá muy pronto a prueba tras el anuncio, por ahora genérico, del presidente estadounidense sobre la nueva política de aranceles a las importaciones. Se trata de un partido fundamental también para Italia, segundo mayor exportador a Estados Unidos después de Alemania.Giorgia Meloni cree que el 2025 puede ser el año de Italia en Europa y en el escenario internacional en general, gracias al regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Con él se ha encontrado en tres ocasiones en mes y medio: en la reapertura de Notre-Dame en París, el 8 de diciembre; en la visita que el 5 de enero realizó Meloni a su residencia en Mar-a-Lago en Florida; y el lunes el rígido protocolo consintió a la invitada italiana un rápido encuentro con Trump en la iglesia de St. John, frente a la Casa Blanca, justo para saludarse y expresar el deseo de verse nuevamente lo antes posible.Noticia Relacionada estandar Si Meloni aspira a ocupar el \'trono\' de Europa, libre desde la retirada de Merkel Ángel Gómez Fuentes | Corresponsal en Roma La primera ministra italiana combina pragmatismo y populismo para consolidar su influencia internacional y posicionarse como referente europeoLa debilidad política de Berlín (las elecciones son dentro de un mes) unida a las dificultades de Emmanuel Macron en Francia ofrecen un trampolín que Giorgia Meloni pretende aprovechar al máximo. «Estoy segura de que la amistad entre nuestras naciones y los valores que nos unen seguirán fortaleciendo la colaboración entre Italia y los EE.UU., afrontando juntos los desafíos globales y construyendo un futuro de prosperidad y seguridad para nuestros pueblos», escribió en la red social X. Algunos dirigentes de Hermanos de Italia, el partido fundado por la primera ministra, asignan ya a Meloni ese papel de mediación entre Washington y Bruselas. Pero Italia no se diferencia de Francia y Alemania en su temor al impacto de los aranceles estadounidenses que Trump amenaza con imponer a las exportaciones europeas. Incluso en Italia hay quienes dudan de que Meloni pueda llenar el vacío dejado por los problemas de Berlín y París. Entre ellos se encuentra Mario Draghi, ex primer ministro y expresidente del Banco Central Europeo, quien ha sido la personalidad italiana más respetada de los últimos tiempos en la escena de la UE. Hace poco más de un mes, Draghi dijo al recibir un premio del Instituto de Estudios Internacionales en Milán: «El liderazgo franco-alemán está debilitado, pero no veo ningún otro liderazgo capaz de conducir a Europa hacia un futuro común». En la ceremonia en el Capitolio, Meloni estuvo sentada junto al presidente argentino Javier Milei y no lejos del vicepresidente chino Han Zheng, y de los magnates del sector tecnológico, entre los que destacó Elon Musk, con el que la primera ministra mantiene una relación de amistad. Giorgia Meloni no ahorró aplausos a Trump y se puso en pie cuando el nuevo inquilino de la Casa Blanca, al referirse a las guerras actuales y las que puedan venir, declaró su intención de vestir el papel de «pacificador». Los medios italianos han destacado que Meloni se cuidó de no perder su aplomo institucional, porque no quiere ser tachada de ser una \'fan\' de Trump, como sin embargo sí lo afirma con orgullo su aliado el vicepresidente Matteo Salvini, líder de la Liga. Giorgia Meloni mantiene esa cautela para seguir en buena relación con Bruselas y en particular con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que no fue invitada a la inauguración de la presidencia de Trump. De hecho, Meloni conversó telefónicamente con la presidente de la Comisión, antes de partir hacia Washington. No pasó desapercibido el hecho de que Donald Trump no mencionara ni una sola vez a Europa en su discurso. Se ha comentado ampliamente que el nuevo inquilino de la Casa Blanca desearía establecer relaciones con cada país europeo en lugar de mantenerlas con el conjunto de la Unión Europea. Bruselas intentará evitar que Trump utilice el «divide y vencerás». En esta coyuntura es donde Meloni seguramente querrá aprovechar ese papel como puente entre Trump y Europa, sin olvidar obviamente sus propios intereses y los de Italia. Hasta ahora, la primera ministra italiana ha sabido navegar entre dos aguas: tuvo una buena relación con el presidente saliente Biden y espera que sea más estrecha con el sucesor Trump. Y también en Europa ha navegado entre los populares del PPE y el grupo nacionalista Patriotas por Europa, promovido por el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y con Santiago Abascal como presidente. En definitiva, Giorgia Meloni se ganó un crédito político que intentará no desperdiciar pese a la presión que ejercerá la euroescéptica Administración republicana.

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