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Gritos en el Bundestag tras el fracaso del pacto migratorio

En los 75 años de historia del Bundestag alemán, no se recuerda un debate tan bronco como el de ayer. Y no fue necesario el temido populismo de Alternativa para Alemania (AfD) , que desde que entró en el parlamento ha hecho subir varios grados el tono de los discursos. El que debería haber sido un debate presupuestario fundamentalmente técnico y se convirtió en un tirarse los trastos a la cabeza y a gritos por parte de los grandes partidos democráticos de centro, trató más sobre inmigración ilegal que sobre el agujero de 12.000 millones de euros que todavía tienen las estimaciones para 2025. Ni siquiera caló en las intervenciones el informe preliminar del Tribunal de Cuentas, que ha determinado que los nuevos presupuestos son «constitucionalmente arriesgados», ni el hecho de que llueve sobre mojado, porque el Tribunal Constitucional ya tumbó los presupuestos generales de 2023 y 2024 de la coalición semáforo. Las intervenciones volvían una y otra vez sobre la inmigración como arma arrojadiza y las actitudes fueron mucho más agresivas incluso que en campaña electoral, a pesar de que sobre el papel queda todavía un año de legislatura.La Unión Cristianodemócrata (CDU) comenzó sacando el látigo, al cambiar en el último minuto la intervención de su presidente, Friedrich Merz , por la de Alexander Dobrindt , que abrió el debate con una actuación circense, en la que preguntaba punto por punto, haciendo balance de la coalición semáforo , para que los diputados de la CDU respondiesen a coro. «¿Es hoy Alemania más segura que en 2021? ¡No!... ¿Es más competitiva? ¡No! … ¿Más estable? ¡No!». Dobrindt, líder de la CSU bávara -partido unido a la CDU en el Bundestag-, representa al ala más dura de la corriente cristianodemócrata, un partido que no reconoce a Merkel , por ejemplo, y que hasta ahora se había acercado a los contenidos de AfD sin llegar a adoptar su lenguaje. En 2018 llamó a una «revolución conservadora» y se mantuvo en sus trece cuando fue criticado por adoptar la expresión «nueva derecha», que en Alemania se asocia a corrientes antidemocráticas de la República de Weimar. «No sé si lo suyo es ignorancia o arrogancia», se dirigió al canciller Olaf Scholz , estableciendo el tono del debate en el ataque personal.Noticia Relacionada estandar Si Austria no aceptará los refugiados rechazados en la frontera alemana Rosalía Sánchez | Corresponsal en Berlín La ministra federal de Interior Nancy Faeser acaba de anunciar controles adicionales en las fronteras terrestres alemanas a partir del 16 de septiembreQue Dobrindt adopte tal estrategia parlamentaria es relativamente nuevo, pero lo realmente sorprendente es que el canciller Scholz se alterase hasta el punto de corregir y aumentar el nivel de ira y, en el fondo, nerviosismo. «Usted es el tipo de político que cree que con una entrevista con el \'Bild am Sonntag\' ya ha resuelto el problema de la inmigración», escupió en dirección a Merz . «Usted habla palabras vacías y después no es capaz de hacer nunca nada, su propuesta de rechazar a todos los migrantes en las fronteras exteriores de Alemania no es seria», acusó, antes de invitar a Merz a deletrear el adjetivo «ernst» (serio), «el liderazgo no consiste en hacer demandas con gesto salvaje, sino en ser capaz de persuadir a tu propia gente para que se comprometa».Para Scholz, que es el hombre tranquilo, el que mantiene la calma y reacciona despacio, este grado de veneno denota una pérdida de papeles, causada seguramente por las encuestas, que lo señalan como el canciller peor valorado de la historia , y por la evidencia con la que se resquebraja su coalición. Tras el acalorado intercambio de golpes, el secretario general del Partido Liberal (FDP), partido miembro de la coalición semáforo, reconoció a la CDU que «nosotros estamos más cerca de ustedes que de nuestros estimados colegas de la coalición» y «estamos dispuestos a implementar esos puntos, uno por uno», entonando así el canto de cisne del gobierno de Scholz. La líder de AfD, Alice Weidel , que disfrutaba visiblemente con el espectáculo, hizo por su parte un detallado recuento del aumento de la criminalidad, sin citar siquiera los presupuestos, y bautizó a Scholz como el «canciller de la decadencia». Y tras esta última intervención, se vio a Scholz y a Merz hablando a solas en un apartado del Reichstag, sin que haya trascendido el contenido de la charla.

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