Si esto fuera un combate de dos pugilistas en un ring, deberíamos decir que en este momento el virus tiene grogui y acorralado al correntino. Ha bajado la guardia y desde el rincón solo se espera que arrojen la toalla. La situación también se repite a nivel nacional, salvo algunas muy contadas excepciones.
Y si, no hay otra forma de graficar cual es la situación sanitaria de Corrientes frente a esta pandemia que nos aflige hace más de dos años.
Aguardamos con una gran esperanza el discurso del Gobernador Valdez que directamente nos ha decepcionado. La nada misma.
La situación actual es gravísima, mucho más que en toda la avanzada en dos años de este flagelo. La cantidad de contagios es algo nunca visto, los hisopados no alcanzan, en muchos lugares se reparten números y los que no llegan quedan afuera y se van a sus casas con la duda.
Comisarías cerradas por contagios masivos en varios lugares. El porcentaje de positividad supera ampliamente el 50% y ya murieron cien correntinos en los pocos días que van del mes de enero. Los niños internados aumentaron e inclusive existen algunos en cuidados intensivos con pronóstico reservado. Y entre los muertos hay personas muy jóvenes y otros sin antecedentes de enfermedades previas. Es que el “pequeño e insignificante virus que solo causa un pequeño resfrío está de fiesta”.
Ante toda esta situación, la respuesta del gobierno, o de los gobiernos provincial y municipales parece estar ausente. Vieron morir a cien correntinos en solo una quincena, para decir ahora: “que se pongan el barbijo”. Increíblemente las fiestas más ostentosas y populares las organizan los gobiernos. A veces de eventos tradicionales como Fiesta del Chamamé, Carnavales, Gaucho Gil, Concurso de pesca, etc. y otra también increíblemente creadas para los adolescentes como sucedió en Goya donde se realizaron dos mega eventos con más de quince mil personas con el único propósito de diversión asegurada.
Los boliches, bares y restaurantes al aire libre o no, explotan de gente local y de visita por el gran “turismo” que supimos conseguir.
Es que no se puede creer ni entender lo que está sucediendo. Pretenden prohibir reunión de más de diez personas en la burbuja de un domicilio, cuando es el mismo Estado o Gobierno la que los convoca para reunirlos en forma masiva.
Nadie controla nada y se deja todo librado a la magia que pueda lograr la vacuna. Está demostrado que la vacuna ayuda muchísimo pero que no logrará la victoria por si sola.
Por su parte la gente dejó de lavarse las manos, de llevar su alcohol en el bolsillo, de ponerse el barbijo como corresponde y mucho menos de tomar dos metros de distancia.
Es muy cierto que la responsabilidad es de cada uno, pero si quienes tienen la obligación de monitorear y controlar la situación sanitaria, en lugar de tomar medidas que contribuyan a paliar en parte el problema, organizan eventos que juntan muchedumbres, estamos en verdaderos problemas.
Tampoco se trata de tomar medidas extremas de cerrar comercios sino de poner pautas claras y protocolos exigibles y que se cumplan. Si acaso esto no ocurriera, es muy posible que tengamos que terminar con el confinamiento y cierre preventivo que ya lo pasamos y que nadie quiere.
Por otro lado, se acercan las clases y aseguran una presencialidad del ciento por ciento. ¿En qué se basan para tal afirmación? ¿En un decreto que así lo exija? ¿Se han so0lucionado los problemas edilicios y humanitarios con los que penosamente se concluyeron en el final de año?
Nos preguntamos si ya han dividido los cursos de más de cincuenta alumnos abarrotados como sardinas en un estrecho aula. ¿Seguirán obligando a los docentes a concurrir a dar clase siendo contacto estrecho de alumnos con covid? Porque hasta el momento es eso lo que ha sucedido. Los últimos días de clases eran decenas de cursos que debían aislarse por la gran cantidad de contagios. Se fumigaba el aula y luego seguían las clases, pero no se aislaban a los docentes que deambulan de curso en curso. Aquí parecería que se domina al virus por decretos o resoluciones. Es muy cierto que quizás debamos convivir con el virus por muchos años, pero deberá entenderse que esa convivencia exige que tomemos medias preventivas que hace rato casi nadie las cumple.
El sistema sanitario correntino está grogui y a punto de tirar la toalla, aunque los políticos de turnos salgan con discursos esperanzadores y tranquilizadores. El colapso sanitario no debe medirse en el 8% de respiradores en uso, sino en la vida en relación misma que afecta a cada uno. Los hechos demuestran otra realidad y no la poseudo realidad que pretenden poner sobre la mesa.
Párrafo aparte para el sector médico y colaboradores que se desviven día y noche tratando de cumplir sus obligaciones, muchas veces ante la soberbia de la gente intolerante y también siendo claros receptores de la mala política sanitaria, de prevención y de control que debería imperar y reinar en una pandemia.
El autor es Comunicador Social, Relacionista Público y Humano, ex Prof. De la Carrera de Comunicación Social, Ex presidente de la Sociedad Argentina de Escritores. Autor de ocho libros entre ellos: “Vivir en la Corrupción” y “Midiendo los Medios”