El alma del Plan Fénix de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, el increíble rector del Carlos Pellegrini y el maestro-amigo nos deja un vacío enorme.
El 2020 sigue regalando dolores, angustias y pérdidas. El alma del Plan Fénix de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, el increíble rector del Carlos Pellegrini y el maestro-amigo nos deja un vacío enorme.
Nos conocimos antes de la irrupción del Fénix, en una reunión social. Abraham Leonardo Gak era el tío de uno de los amigos de la adolescencia, y no me acuerdo si era un cumpleaños o un encuentro casual. Poco importa a esta altura precisar el motivo de ese evento de hace muchos años, porque lo importante fue que, esa primera vez que lo crucé, Leo sobresalía. Era un torbellino hablando y preguntando, hasta que se retiró y dejó a esos adolescentes ya grandulones en su mundo de ideales.
Al poco tiempo, que a la distancia se mide en años, en 2001, la revista de la Facultad publicó la existencia del Plan Fénix. Sin poder determinar cómo ese ejemplar llegó a mis manos, la lectura de ese texto provocó curiosidad periodística y ansiedad por conocer a esos economistas que, desde la Facultad que transité durante seis años, levantaban, por fin, una voz pública desde la academia con propuestas disruptivas en relación al discurso convencional conservador.
Con el entusiasmo de querer dar despliegue a esa propuesta en las páginas del diario, se la comenté al entonces director Ernesto Tiffenberg, quien rápidamente aprobó la idea y estoy casi seguro de que fue tapa del diario. Página/12 fue el único medio que le abrió siempre las puertas al Plan Fénix, hasta publicar un suplemento periódico con su contenido. Gak me compartió ese proyecto, se lo comenté a Hugo Soriani, quien aceptó la propuesta, se reunió con él y la llevó adelante. Cada uno de los documentos del Fénix tuvo su lugar en el diario, ya sea en la edición general o en el suplemento económico Cash.
El escenario económico de esos años noventa era muy complejo. La prolongada recesión hacía estragos y la convertibilidad era insostenible. Un grupo de economistas de reconocida trayectoria y origen político diverso se involucró en presentar ideas alternativas para salir de la profunda crisis económica. El ámbito institucional fue la Facultad de Ciencias Económica y la propuesta la denominaron, por sugerencia del inmenso economista y profesor Julio H.G. Olivera, Plan Fénix.
Gak era el director y coordinador de esos economistas. Ese texto inicial del Fénix nos unió en un recorrido de veinte años. Con Leo se fue construyendo de ese modo una relación de amistad y admiración mutua.
Quería que mi hija fuese al Pellegrini solamente porque él era el rector y sabía de su extraordinaria labor. Finalmente eligió otra secundaria y, cuando fue desplazado de mala forma y el Colegio ingresó en crisis, me generó alivio esa decisión porque para mí el Pellegrini era Gak.
Encontraba en él siempre palabras de aliento a mi labor periodística y una vocación conmovedora en participar en la construcción de un país equitativo, solidario, justo.
Hablamos hace poco cuando me dijo que quería escribir artículos de opinión para abrir debates. Publicó uno donde proponía la reforma financiera y otro, una reforma educativa. El próximo que tenía en mente era la necesidad de que la sociedad empiece a discutir una reforma agraria. Antes estuvo entusiasmado con la difusión de los 20 años que cumplió el Plan Fénix, el 8 de octubre pasado, que el portal del diario lo hizo tal cómo él propuso.
Sensible, culto, estudioso, Gak deja una huella esencial que muchos estamos convencidos de transitar.