Aún se buscan cientos de desaparecidos entre las ruinas. Construir una vivienda en la isla cuesta US$ 1,2 millones. Los seguros tardan años en pagarse y no son suficientes.
Mientras los habitantes de Hawaii lloraban a los muertos en los voraces incendios, un total de 96 -según las últimas cifras-, las autoridades advertían que aún no se conocía el alcance total del costo humano y medioambiental, y la recuperación no había hecho más que empezar.
Pero la recuperación, muchos temen en la devastada histórica ciudad de Lahaina, en Maui, quizás quede en manos de extranjeros.
El condado de Maui estima que más del 80% de las más de 2,700 estructuras en la ciudad resultaron dañadas o destruidas y 4.500 residentes necesitan refugio.
El precio medio de una casa en Maui es de US$ 1.2 millones, lo que pone una casa unifamiliar fuera del alcance del asalariado típico. Sterling Higa, director ejecutivo de la organización sin fines de lucro Housing Hawaii's Future, dijo que la ciudad alberga muchas casas que han estado en manos de familias locales durante generaciones, pero también ha estado sujeta a la gentrificación.
Los residentes con seguro o ayuda del gobierno pueden obtener fondos para reconstruir, pero esos pagos pueden demorar años y es posible que no sean suficientes para pagar el alquiler o comprar una propiedad alternativa en el ínterin. Muchos en Kauai pasaron años luchando por los pagos del seguro después de que el huracán Iniki azotara la isla en 1992 y dijeron que lo mismo podría pasar en Lahaina, dijo Higa.
El incendio forestal que incineró gran parte del asentamiento costero la semana pasada ha multiplicado las preocupaciones de que las casas reconstruidas allí estén dirigidas a forasteros adinerados que buscan un refugio tropical. Eso impulsaría lo que ya es uno de los desafíos más graves y más grandes de Hawaii: el éxodo y el desplazamiento de los nativos hawaianos y los residentes locales que ya no pueden permitirse vivir en su tierra natal.
La búsqueda de muertos
Docenas de personas y una veintena de perros recorrían vecindarios reducidos a cenizas, buscando muertos en casas y coches calcinados. La cifra de 96 fallecidos confirmados por el momento ya lo convertía en el incendio más letal en Estados Unidos en más de un siglo. Otros dos fuegos seguían ardiendo, incluido el que arrasó la localidad histórica de Lahaina, según un reporte el domingo por la noche del condado Maui.
Incluso en los lugares donde las llamas habían remitido, las autoridades advirtieron de emisiones tóxicas que afectaban también al agua corriente, ya que los incendios habían producido gases venenosos. Y muchos simplemente no tenían una casa a la que regresar, de modo que las autoridades se preparaban para alojarlos en hoteles y residencias para alquiler vacacional.
El fuego que se abrió paso el martes por la centenaria población de Lahaina destruyó casi todos los edificios de la ciudad de 13.000 personas y dejó una cuadrícula de escombros grises entre el océano azul y las verdes colinas. Ese incendio estaba contenido en un 85%, según el condado, mientras que el incendio de Upcountry estaba contenido en un 60%.
“Queda muy poco acá”, dijo el gobernador, Josh Green, mientras sostenía un mapa de la zona con el título “Edificios dañados en incendios en la zona Lahaina de Maui”.
Los equipos con perros rastreadores habían cubierto apenas el 3% de la zona de búsqueda, indicó el sábado el jefe de policía de Maui, John Pelletier.
Cuando los equipos “encuentran escenas en casas o negocios, es muy difícil para ellos porque en definitiva saben que le dirán a nuestra gente que ha habido más fallecidos. Cuento con que las cifras suban”, dijo Green.
La causa de los incendios se estaba investigando, y Green dijo que las autoridades también revisarían su respuesta al desastre. Por ejemplo, un foco se había dado por extinguido pero luego se reavivó.
Las alarmas no sonaron
En las horas previas al incendio que arrasó Lahaina, las autoridades del condado Maui no activaron las sirenas que habrían alertado a toda la población, y en lugar de eso optaron por publicaciones en redes sociales cuando el servicio de internet y telefónica celular había sido apagado y la luz cortada. Nadie se enteró del fuego hasta que llegó a las puertas de las casas.
Las llamas, avivadas por un verano seco y fuertes vientos de un huracán cercano, avanzaron con rapidez por zonas secas de arbustos y en un momento dado recorrieron 1,6 kilómetros por minuto, según Green.
“En definitiva, con esa clase de vientos y temperaturas unos 500 grados Celsius, esas imágenes que verán serán fáciles de comprender”, dijo.
Se trata del desastre natural más mortífero en el archipiélago en décadas, superando al tsunami de 1960 que dejó 61 muertos. También sobrepasó el incendio de Camp en 2018, que dejó 85 muertos y destruyó la población de Paradise.
La iglesia de Maria Lanakila en Lahaina se libró de las llamas que arrasaron la mayor parte de la población, pero mientras proseguían las labores de búsqueda y rescate, sus feligreses asistieron a una misa en la carretera el domingo. El reverendo Clarence “Larry” Silva, obispo de Honolulu, presidió la ceremonia.
Taufa Samisoni dijo que su tío, su tía su prima y el hijo de siete años de su prima habían aparecido muertos en un auto quemado. La esposa de Samisoni, Katalina, dijo que la familia encontraba consuelo en la referencia de Silva a la historia bíblica de cómo Pedro, discípulo de Jesús, había caminado sobre el agua y se salvó de ahogarse.
“Si Pedro puede caminar sobre el agua, nosotros podemos. Llegaremos a la orilla”, dijo con voz rota.
Durante la misa, Silva leyó un mensaje del papa Francisco, que dijo rezar por los que habían perdido seres queridos, hogares y medios de vida. También incluyó a los trabajadores de emergencias en sus oraciones.
"Turistas no viajen"
Insólito pero real, uno de los pedidos este lunes era hacia los turistas para no viajen a Maui, donde muchos hoteles se preparaban para alojar a personas evacuadas y personal de emergencias. ¿Qué turista desearía viajar en estos días Hawaii?
Green dijo que se ofrecerían 500 habitaciones de hotel para población local desplazada. Otras 500 habitaciones se reservarían para trabajadores de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA). Algunos hoteles seguirían operando con normalidad para ayudar a preservar empleos y mantener la economía local, dijo Green.
El estado quiere trabajar con Airbnb para asegurarse de que los residentes pueden acceder a viviendas en alquiler.
J.P. Mayoga, cocinero en el Westin Maui de Kaanapali, seguía preparando desayunos, comidas y cenas. Pero en lugar de huéspedes del hotel, alimentaba a los aproximadamente 200 empleados del hotel y sus familiares, instalados allí desde el martes.
Su casa y la de su padre se libraron de las llamas. Pero su novia, sus dos hijas pequeñas, su padre y otra persona de la zona se alojaban juntos en una habitación de hotel porque era más seguro que Lahaina, que quedó cubierta de residuos tóxicos.
“Todos tienen su historia y todos perdieron algo. De modo que todos pueden estar ahí para los demás, y entienden lo que ocurre en las vidas de los demás”, dijo sobre sus compañeros de trabajo en el hotel.
Con información de Associated Press. Clarín.