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Isidro Velázquez el cuatrero correntino venerado en Chaco

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Camino de Pampa Bandera  / lo esperan en una emboscada / y en una descarga certera / ruge en la noche la metrallada. / Isidoro Velazquez ha muerto  / enancao en un sapucay / pidiéndole rescate al viento / que lo vino a delatar, / pidiéndole rescate al viento  /que lo vino a delatar. "El ultimo sapukay" (chamamé), Oscar Valles.



La historia de Isidro Velázquez recobró aire con el ultimo largometraje de Albertina Carri que se estrenó el pasado jueves 2 en el Gaumont y que se exhibe todos los viernes de febrero a las 22 en el Malba. Fue un bandido que en la década de 1960 robó y secuestró a su antojo, junto a su hermano Claudio, y murió abatido por la policía en los '70. Pese a su extenso prontuario tuvo miles de adeptos en el Chaco y en Paraguay, donde aún hoy muchas personas lo veneran como a un santo pagano.

 

Velázquez nació el 15 de mayo de 1928 en Mburucuyá, Corrientes, fue uno de los 22 hijos del matrimonio entre Feliciano y Tomasa Ortiz, desde niño hizo del monte su refugio, hasta dicen que solía dormir en las copas de los arboles. En 1949 la familia se mudó a Lapachito, una pequeña localidad cerca de Resistencia. Allí su padre trabajó en una estancia junto con Claudio.

 



Para 1961, Velázquez había formado su familia en Colonia Elisa, Chaco, donde trabajaba como peón rural. Allí era considerado como "el mejor baqueano, rastreador de los esteros y montes" y su prontuario ya registraba tres causas abiertas por robos y hurtos, y otra por evasión. Aún hoy hay detalles de su vida que hablan del alejamiento de su familia por una pelea y la posterior vida delictiva, y otros juran que simplemente fue hostigado por las autoridades. Pese a esas incertidumbres, la historia cuenta que se fugó con su hermano menor, Claudio, y que juntos iniciaron la vida de cuatreros.

 



El 25 de junio de 1962 los hermanos Velázquez, fuertemente armados se enfrentaron en las afueras de Colonia Elisa con una patrulla policial que portaba carabinas, metralletas y pistolas, pero lograron escapar. Tras la fuga comenzaron un raid delictivo que duró varios meses y que terminó con Isidro herido en una pierna. Debido a la simpatía que les tenia quienes los admiraban, los hermanos solían ir de copas a distintos boliches locales y allí sus amistades los recibían como a héroes, ninguno los denunció.

 

El 21 de mayo de ese año, a modo de festejo del cumpleaños de Claudio, asaltaron un paraje de Costa Guaycurú y llamaron a los vecinos para que bebieran lo que quisieran, a su cargo. El comisario del pueblo los enfrentó y mató a tiros al menor de los Velázquez. Isidro huyó sin dejar rastros por más de un año.



Según cuenta la revista Crisis (1987) "en 1964, Isidro apareció en Zapallar en la compañía de Vicente Gauna, un hombre de carácter violento e irracional que había iniciado su carrera delictiva en la adolescencia". Juntos secuestraron a los dos importantes hacendados, cobraron rescate por ellos y volvieron a fugarse. Dos años después Gauna mató a un alcalde y a  principios de 1967 secuestraron a otros estancieros por lo que cobran una fuerte suma de dinero.

 

Tales fueron los deseos de encarcelarlos de una vez, que los miembros de la Sociedad Rural de Chaco ofrecieron una recompensa de dos millones de pesos "a toda persona que entregue a estos delincuentes de cualquier forma o suministre información concreta que permita su detención". Los carteles con el aviso de la recompensan empapelaron las paredes de los poblados y se los acusaba, también, de haber violado a hijas menores de pobladores, cosa que no figura en el prontuario policial.

 

La búsqueda de Velázquez y Gauna no tuvo precedentes: al menos 800 policías fuertemente armados surcaron caminos y montaron un rastrillaje con un despliegue jamás visto. Mientras eso sucedía, los cuatreros planeaban el asalto a la sucursal del Banco de la Nación de la localidad, de Machagai. De allí fueron a Quitilipi, un poblado chaqueño cercano a una reserva toba que los alimentó y protegió.

 

De la traición y la muerte a la veneración



Fueron una maestra y un cartero con quienes los cuatreros habían estrechados lazos los que, rendidos a las presiones policiales al dinero de la recompensa, quienes que tramaron al emboscada final. Al anochecer del 1 de diciembre de 1967, la pareja había acordado llevarlos desde Quitilipi hasta Machagai. Velázquez llevaba, como siempre sus armas y un cinturón con balas. Kilómetros después de iniciado el viaje, la maestra detuvo el auto simulando un desperfecto y junto al cartero dejaron el vehículo. Fue la señal para que unos 30 efectivos descargaran más de quinientos balazos. Gauna murió por los disparos pero alcanzó a herir en una pierna a uno de sus traidores. Isidro hirió a un policía abriéndose paso a los tiros en total oscuridad, pero no pudo ir más allá de unos 300 metros. La herida en una pierna y hombro lo tumbaron. Fue el momento en que un cerco policial lo abatió a balazos.

 

La muerte de Velázquez trajo consigo una vertiente de rumores sobre lo que el hombre había hecho en vida para lograr el amparo de los pobladores más humildes: secuestraba a los hombres más acaudalados del poblado y repartía parte de la recompensa, con gran generosidad, entre los pobladores; cosa que se interpretaba como "una suerte de redistribución violenta de la riqueza". Era considerado el Robin Hood argentino, "El Vengador", como lo apodaron los vecinos.

 

Luego de que Isidro fuera asesinado contra un árbol, las autoridades ordenaron talarlo. Sin demora, los pobladores se llevaron pedazos de los troncos y lo utilizaron como una suerte de amuleto. Hasta estos días, en ese lugar aparecen flores y otras ofrendas.

 

Entre la cantidad de tributos que se realizó, Velázquez fue homenajeado con canciones populares como el chamamé "El ultimo sapukay", en referencia a los gritos que daba el cuatrero después de cada robo. Infobae/ Fernanda Jara

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