Juan José Becerra considera que la operación de lectura está activada constantemente, no solo cuando se tiene un libro enfrente. No obstante -dice- es probable que estos últimos le enseñen a uno a leer el mundo.
«El que lee, lee todo. Está en un bar y lee los segundos planos; si está manejando, está leyendo la ruta para ver cuál es el comportamiento de los autos que vienen y van; lee el rostro de las personas para saber o imaginar qué intuyen o qué están pensando o sintiendo. Para mí, la lectura no puede reducirse a un hecho de características religiosas en el que una persona lee un libro a solas. Es mucho más y mejor leer el mundo», expresó Becerra, en una entrevista exclusiva con Conclusión.
«Es un error -continuó- considerar que se lee solo cuando se lee un libro. No me parece que sea así. Se leen películas; relaciones; todo. Tengo como esa perversión. Estoy como drogado por la literatura, creo que todo lo es. Si hay algo donde no encuentro literatura, siento que algo falta. Es una deformación que justamente no es profesional; es amateur y tiene que ver con que el libro posiblemente enseña al lector a leer otras cosas. Ahí está la gracia de leer libros».
El escritor y periodista dialogó con este medio antes de encabezar una charla titulada «Literatura, breve historia de su desaparición» en la Feria Internacional del Libro de Rosario y reflexionó sobre diferentes aristas de la práctica de la escritura, el periodismo y el tiempo que se dedica al consumo de obras literarias.
Becerra es autor de las novelas Atlántida, El espectáculo del tiempo, ¡Felicidades! y Amor, entre otras, y de los ensayos titulados Patriotas, Fenómenos argentinos, Grasa y La Vaca: viaje a la pampa carnívora.