El espacio se conformó en el siglo XIX y, en un principio, se llamó San Juan. Se generó una primera descentralización, que permitió que creciera el tramo que la une con la plaza 25 de Mayo, con un fuerte desarrollo del comercio.
La plaza Cabral funciona como una de las cabeceras de la peatonal Junín, que es hoy y desde hace mucho tiempo el espacio que funciona como epicentro comercial de la ciudad y también el lugar que representa gran parte de la vida recreativa de la ciudad, más allá de los cambios de fisonomía que tuvo, sobre todo, en las últimas décadas. Pero lo cierto es que la arteria surgió y se fue consolidando casi por casualidad; o, mejor dicho, como consecuencia justamente de la creación del espacio verde.
El inicio puede marcarse cerca de 1820, cuando surgió la idea de construir una nueva plaza, diferente de la 25 de Mayo, donde se encontraba la mayor parte de los edificios de importancia. El cabildo comenzó entonces a comprar y adquirir tierras en lo que consideraban los suburbios de la ciudad, lejos de la zona céntrica, donde las calles eran más prolijas y las condiciones bastante más habitables por aquellos años.
Pasó más de una década y en 1836 se delineó la plaza San Juan Bautista, o plaza del Piso, que comenzará a ser conocida luego como la plaza Cabral. La conformación de este espacio puede considerarse como uno de los primeros intentos de expansión y descentralización, ya que se apuntó a generar un nuevo centro de actividades sociales, comerciales y también religiosas, ya que allí enfrente de se construiría la iglesia catedral.
La consolidación de la plaza y de todo ese nuevo nodo urbano generó que el crecimiento ya no se dé de manera concéntrica a la 25 de Mayo, sino que se vaya dando en diagonal hacia el este.
Dicho de otra manera, se afianzó el camino que unía (y une) las plazas 25 de Mayo y la Cabral.
Es en este contexto que la calle Junín comenzó a cobrar trascendencia y se comenzó de a poco a convertir en una arteria donde proliferaba el comercio. Más allá de esto, recién para fines del siglo XIX estos rasgos se terminaron que hacer mas evidentes.
Pero estos cambios no se dieron de manera azarosa. Se trató de un plan diseñado por el entonces gobernador Pedro Ferré, que apuntó a ajustar la traza de la ciudad y que generó grandes cambios, iniciando el proceso de configuración de lo que es la ciudad actual, aunque mucho más modesta y limitada en cuanto a extensión y también a servicios e infraestructura.
Tanto fue el interés en esta etapa que se proyectaron obras para los espacios vacíos, sino que también se animaba a los propietarios de ranchos a que realicen trabajos de refacción. La idea era imitar a Buenos Aires y seguir de cerca las tendencias arquitectónicas vigentes, aunque a estas tierras llegaban generalmente con varios años de demora.
La plaza Cabral adquiere su nombre actual para 1895, momento en que funcionaba allí la estación del ferrocarril conocido como El Económico, que realizaba viajes al interior de la provincia y que fue durante varias décadas el medio de transporte por excelencia para llegar y salir de la capital, con los carros aún vigentes y el auto todavía muy lejos de ser una realidad.
Mucho después, la plaza sirvió también como terminal de ómnibus, algo de lo que incluso quedaron registros fotográficos.
Una de las remodelaciones más importantes que tuvo la plaza fue en 1970, cuando hicieron cambios fuertes en la fisonomía del espacio verde que en ese entonces ya era de sobra un lugar central en la ciudad. Muy lejos supo quedar aquel nacimiento como terreno periférico.
Otras de las intervenciones, la última en profundidad, fue motivo de polémica en su momento.
Los trabajos se llevaron adelante durante 2012 y la inauguración formal fue en 2013. Se instaló una fuente de aguas danzantes, que duró en funcionamiento muy poco tiempo, y el punto de mayor controversia fue que la plaza perdió superficie verde y en su lugar se colocaron baldosas, cambio que se hace aún más notorio en épocas de altas temperaturas.
La plaza pasó por varios procesos. Desde su nacimiento como un mercado donde se compraban alimentos a su ornamentación y uso exclusivo como espacio de recreación para los correntinos. También, como punto de partida y de arribo a la ciudad ya sea en tren o en colectivo, según la época.
Lo cierto es que, aun cuando la Cabral era un espacio nuevo, el mantenimiento de aquellos años no fue sostenido y la plaza comenzó a decaer poco después de su construcción. Cuentan los relatos de la época que fueron los mismos vecinos que vivían por las calles adyacentes los que se encargaban del cuidado y aseo.
Monumento
En un comienzo, cuando se llamaba San Juan, la plaza no contaba con un monumento. Esto recién se comenzó a materializar recién en 1886 cuando un senador nacional obtuvo ante el Gobierno la donación a la ciudad de Corrientes de la estatua del Sargento Juan Bautista Cabral, héroe de San Lorenzo y ladero del General San Martín.
A partir de allí, tras las obras de colocación, la plaza pasa a tener el monumento que perdura hasta hoy, aunque también tuvo varios cambios con el correr del tiempo, sobre todo en su base. La República