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La democracia, la gran deuda de Biden

Joe Biden aterriza este domingo en el Amazonas, y no podría haber una imagen más simbólica para cerrar su mandato. Tras casi cuatro años, por fin pisa Suramérica, pero lo hace con un margen de maniobra limitado, más enfocado en asegurar una transición ordenada hacia el regreso de Donald Trump al poder en dos meses. Su visita al corazón de una selva perdida en medio de la nada es, para él, un fiel simbólico. Mientras tanto, las verdaderas apuestas se juegan a miles de kilómetros al norte, en Florida, un nuevo centro de poder emergente que promete redefinir el futuro del continente. La Administración Trump 2.0 comienza con la mirada fija en el sur. Por primera vez, un jefe diplomático como el senador Marco Rubio encarna las voces del exilio, no solo cubano, por origen, sino también venezolano, por afinidad. En una paradoja notable, Trump, quien regresó a la Casa Blanca abanderando el aislacionismo, poco conocedor del mundo, lo hace con una agenda que muestra más interés y capacidad de influir en el rumbo democrático de las Américas que su predecesor. Es un giro que deja claro que el próximo capítulo del continente se escribirá desde Florida, no desde Washington, y mucho menos desde el Amazonas en el que se adentra Biden.Noticia Relacionada estandar No Trump confirma a Marco Rubio como el primer hispano jefe de la diplomacia estadounidense ABCLa amargura de los exilios que ahora abandera el senador Rubio se ha profundizado durante los años de Biden. El levantamiento de sanciones al chavismo, la excarcelación de los llamados narcosobrinos y el perdón presidencial a Alex Saab marcaron un giro que fracasó con un fraude electoral que dejó a la oposición venezolana debilitada y a los exiliados desmoralizados. En el caso cubano, se empezó con mal pie: cuando las protestas sacudieron las calles de la isla a la llegada de Biden, la respuesta se limitó a discursos de apoyo huecos, sin ninguna acción concreta. El resultado de esta decepción quedó reflejado en las urnas: Kamala Harris perdió casi un millón de votos en Florida en comparación con los obtenidos por Biden en 2020.El aumento de apoyos latinos a Trump –un notable incremento de 13 puntos de unas elecciones a otras– está profundamente influido por el repliegue de Biden y su Administración en el continente. Su renuncia a liderar un discurso consistente sobre la democracia, más allá de defender la legitimidad de su propia victoria en 2020, ha dejado un vacío estratégico. Mirando al continente, Biden centró sus críticas en Jair Bolsonaro y su fallida insurrección de 2022, mientras evitó cuidadosamente una condena constante a los sátrapas venezolanos, con quienes restableció vínculos petroleros a través de Chevron.Doble raseroEste doble rasero no pasó desapercibido entre las comunidades latinoamericanas, que encuentran en Trump una narrativa más resonante con sus inquietudes. ¿Cómo podría ser percibido como el presidente de los poderosos, de las élites financieras insensibles al sufrimiento humano, como lo han retratado los demócratas, si fue él quien expulsó de Venezuela a las petroleras internacionales que mantenían a flote al chavismo con dinero líquido, y sancionó a los directivos de Meliá por lucrarse con negocios hoteleros en Cuba? Esta paradoja refuerza su imagen como un líder dispuesto a desafiar a los regímenes que muchos exiliados consideran responsables de sus tragedias. Trump no habla de democracia, pero a sus partidarios, sus acciones y nombramientos les dan más esperanza que los discursos de Biden.Trump no habla de democracia, pero a sus partidarios, sus acciones y nombramientos les dan más esperanza que los discursos de BidenBiden, en ese sentido, sucumbió a la contradicción de decir una cosa y hacer otra, como tantos otros políticos. En su discurso inaugural, proclamó con solemnidad su intención de «hacer que Estados Unidos sea, una vez más, la fuerza que lidera el bien en el mundo». Once veces invocó la palabra democracia en aquella jura. Sin embargo, al cierre de su mandato, los dictadores de Caracas y La Habana se encuentran más fortalecidos y cómodos que cuando asumió el poder, y eso es una parte imborrable de su legado.

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