En los últimos días nuestro país fue escenario de un “combate” político para saber quién defendía y resguardaba más a la educación y los niños (léase niños, niñas, niñes y todo lo que sea necesario). Así se ubicaron en el ring los del “rincón azul” y los del “rincón rojo”.
Conjuntamente aparecieron los gremios, los docentes, los padres y asociaciones de padres defensores de la educación, todos los cuales no hicieron más que repetir lo mismo pero con distintas palabras: LA PRESENCIALIDAD ES IMPORTANTE. Al fin y al cabo, nadie niega que los chicos a distancia de la escuela tienen miles de problemas y crean otros nuevos. Las famosas “dos semanas de distanciamiento” parecen ser el maldito “mal” culpable de todos los problemas existentes y por venir.
El año anterior todos estaban “de acuerdo con la educación virtual, aun cuando el virus aún era benévolo.
A tanto llego el debate que enviaron a la Corte Suprema de Justicia, que, como era de prever, se tomará su tiempo en resolver y que, quizás como tantos fallos llegue después del tiempo en discusión. Más a o menos como los fallos en favor de los jubilados que tardan tanto que llegan cuando éstos ya están muertos.
Pero la calidad educativa no pasa por dos semanas que convierten a los pujantes en los héroes educativos.
La calidad educativa se ha perdido por un perverso sistema que introdujo variables que terminaron por demoler el orden, instalando un increíble sistema burocrático como en ningún otro organismo estatal.
Es una absoluta coincidencia la opinión pública que afirma; “antes aprendíamos en la escuela (primaria y secundaria); hoy no saben nada”. No saben las capitales de provincias, confunden fechas patrias y forman parte de un “analfabetismo funcional” que los domina. El “analfabetismo funcional” se compone de todos aquellos que fueron a la escuela, que terminaron un estudio, pero que nada aprendieron. Como es lógico suponer esto no tiene nada que ver con dos semanas más o menos de ausentismo. Es el resultado de décadas y décadas tiradas al olvido por los del “rincón azul” o por los del “rincón rojo” que hoy están sobre el ring.
Hicieron de la educación un “tubo de ensayo” que siempre resultó funesto.
Comenzó con el famoso constructivismo, el trabajo en grupo y casi puramente investigativo, donde el docente estaba obligado a ser casi únicamente una guía. Está demostrado: NO SIRVIÓ PARA NADA.
Prácticamente ya no se toma lección, y para tomar pruebas hay que darle las preguntas, anunciar con tiempo y tomarle de nuevo para que aprueben sea como sea. Ya no existe aquello de: “guarden todo y saquen una hoja”
Pero el punto principal del “analfabetismo funcional” ESTA DIRECTAMENTE CENTRADO EN EL ORDEN Y DISCIPLINA. Ya no existen amonestaciones, no se puede sancionar a un alumno, y debe soportarse a aquellos que molestan a los docentes y compañeros. Esta permisividad termina siendo un aliado de la mala formación de una persona, ya no de un alumno. Así las cosas se les está haciendo un daño.
En una reciente encuesta que hice en algunos cursos de escuelas públicas, el resultado de la opinión de los alumnos al preguntársele que quería que se cambie, fue casi unánime: “que podamos dar clases”. Esa es precisamente la diferencia entre una escuela pública y otra privada: el orden y la disciplina. Los profesores, los contenidos y las materias son los mismos.
Los recreos musicalizados son eternos y se ha roto la barrera de jerarquía entre el alumno y el docente.
El alumno no sabe, no porque el profesor no esté capacitado, sino porque no estudia, y no estudia porque el sistema perverso se lo permite. Los recuperatorios son increíbles pérdidas de tiempo que sirven para aprobar en dos días a un alumno que nada supo en el año. Difícilmente conozca lo que es una mesa con tribunal. La retención escolar está de por medio. Si el docente reprueba a más de la mitad del curso, le preguntarán ¿qué pasa?
Nuestros viejos profesores, no eran ni licenciados, ni hacían cursos y una gran mayoría ni siquiera tenía título docente…y aprendíamos. Pero claro, al asomarse el profesor, imponía en su estampa una figura de respeto y casi de miedo. Traían su “libretita” en la mano y era preferible faltar si no se estudió lo que enseñó el día anterior.
No existían fotocopias, ni profesores tutores que en lugar de ser fiscal de su conducta, termina siendo defensor de indisciplinados.
¿De qué perfeccionamiento se habla si es de nula aplicación en un sistema permisivo, burocrático y anti-didáctico?.
La consigna instaurada implícita o explícitamente es muy clara: HAY QUE AGUANTAR AL ALUMNO. Faltas de respeto con palabras irreproducibles, amenazas a la persona del profesor o sus bienes, especialmente su medio de movilidad y un estado casi anárquico, es la verdadera realidad de un sistema donde nadie puede aprender ni aún cuando sus educandos todos, alcancen el doctorado. ESTE, Y NO OTRO, ES EL MODELO QUE SUPIERON CONSEGUIR, TANTO LOS DEL RINCON AZUL, COMO LOS DEL RINCON ROJO.
Mientras tanto, se muestra una pseudo educación. Instituciones (escuelas públicas) que proponen especializaciones, talleres de todo tipo, innovaciones, idiomas, etc., donde nadie aprende nada y donde se busca casi exclusivamente un posicionamiento social de la institución que le brinde estatus y jerarquía.
En esta carrera del educar, tenemos los mejores autos. No existen dudas que hay un gran avance en materia edilicia, técnica, científica; pero estamos en el peor de los circuitos obstaculizados por vallas, que ni el mejor de los pilotos podrá franquearlos como quisiera.
Son décadas de abandono, de malas políticas educativas de improvisaciones, empero EL PROBLEMA EDUCATIVO ESTA EN LAS PROXIMAS DOS SEMANAS DE CLASE, SI ES A DISTANCIA O SI ES PRESENCIA. DE POR MEDIO UNA PANDEMIA VORAZ Y ASESINA QUE SIGUE BUSCANDO CLIENTES. SI NUESTRA EDUCACION HUBIESE ESTADO EN PIE Y FUERTE COMO OTROS PAISES, DOS SEMANAS MAS, DOS SEMANAS MENOS SERÍAN UN ANECDOTARIO COMO LO ES PARA EL RESTO DEL MUNDO DESARROLLADO.
RAMON CAVALIERI
DNI 14.608.115
Comunicador Social
Docente jubilado