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La fobia que causa sensación constante de ansiedad y estrés: cómo tratarla

El miedo es una emoción básica y natural que experimentamos los seres humanos y una respuesta fisiológica ante una percepción de peligro o amenaza, real o imaginada. También es una emoción útil porque nos prepara para reaccionar de modo adecuado, pero cuando el miedo es excesivo o irracional, se convierte en una fobia e interfiere con la vida cotidiana, a la vez que tiende a ser una fuente de angustia y sufrimiento.



Uno de los más comunes es el que se conoce como nictofobia, término utilizado para referirse al miedo intenso a la oscuridad y las personas que la sufren experimentan un temor abrumador y persistente cuando están en lugares oscuros o cuando no hay suficiente luz para ver con claridad. Este problema se manifiesta de diferentes maneras en cada individuo y, aunque también existan casos de adultos con esta fobia, mayormente suele darse durante la infancia, según indicó la psicóloga española Isabel Ortega.

Qué experimenta una persona con miedo a la oscuridad

Cuando una persona se enfrenta a una situación que percibe como amenazante, el cerebro activa una serie de respuestas automáticas que preparan al cuerpo para enfrentarla o huir de ella. Estas respuestas incluyen cambios en la frecuencia cardíaca, aumento de la sudoración, dilatación de las pupilas, tensión muscular y liberación de hormonas del estrés, como la adrenalina y el cortisol.

En el caso de la nictofobia o miedo extremo a la oscuridad, a menudo se perjudica de forma negativa la calidad de vida de quienes la padecen, porque puede limitar sus actividades nocturnas y generar una sensación constante de malestar o inseguridad, ya que, puede ocurrir que la persona pierda el control sobre la realidad y, en esos casos, es importante buscar ayuda de profesionales de la salud mental.



Cuáles son las causas de la nictofobia

Las causas del temor a la oscuridad son diversas, desde experiencias traumáticas en la infancia, hasta factores genéticos y predisposición a desarrollar fobias. También es posible que el aprendizaje por observación influya en la formación de este miedo irracional.

Por ejemplo, las experiencias traumáticas en la infancia o en etapas tempranas de la vida pueden dejar una impresión duradera en la mente del individuo y quizás generar un miedo persistente a la oscuridad. En tanto, si hay antecedentes familiares de fobias o ansiedad, una persona tiene mayor probabilidad de desarrollar este tipo de miedo. Además, en los niños tal vez evolucione al observar y aprender el temor a la oscuridad de sus padres, hermanos y otros modelos cercanos a seguir.

El contenido de películas, programas de televisión o libros que representan la oscuridad de manera negativa o aterradora influye en la nictofobia, en especial, en personas susceptibles. De hecho, el terror a la oscuridad resulta de una ansiedad más amplia o trastorno de ansiedad generalizada donde el individuo tiene miedo a situaciones percibidas como amenazantes o peligrosas.



Cuáles son las consecuencias del miedo a la oscuridad

El miedo desmedido a la oscuridad acarrea diversas consecuencias en la vida de quienes lo padecen y estas afectan tanto el ámbito emocional como el funcionamiento diario de la persona, interfiriendo en los siguientes aspectos:

  • Sensación constante de ansiedad y estrés: esto debido a las manifestaciones propias de la fobia.
  • Calidad del sueño de una persona: en un estudio que publicó la revista Sleep Medicine, describen el impacto negativo de los miedos nocturnos en la calidad de sueño de los niños, comprometiendo su bienestar psicológico.
  • Restricción de actividades nocturnas: se evita salir de casa después del anochecer o participar en eventos sociales que tengan lugar en entornos con poca iluminación. Esta limitación desfavorece las relaciones sociales y disminuye la calidad de vida en general.


Cómo se puede tratar la nictofobia

Los tratamientos para el temor intenso a la oscuridad se adaptan a diferentes contextos y situaciones y, entre ellos encontramos:

  • Terapia de aceptación y compromiso: se centra en aceptar las emociones y los pensamientos relacionados con el miedo, mientras la persona se compromete a tomar acciones orientadas a los valores y metas personales.
  • Terapia de exposición: se centra en la exposición gradual y controlada a la fuente del miedo o la fobia. A través de esta técnica, las personas aprenden a confrontar sus temores de manera segura, lo que puede disminuir la ansiedad y la reacción de miedo.
  • Terapia de desensibilización sistemática: puede emplearse al ser una forma particular de terapia de exposición. Esta se enfoca en la relajación progresiva mientras se imaginan de modo sucesivo situaciones temidas. Este método contribuye a reducir la ansiedad y facilita la adaptación a eventos que antes resultaban abrumadores.
  • Terapia cognitivo-conductual (TCC): es una de las técnicas más efectivas y utilizadas para tratar los miedos y las fobias. La TCC se enfoca en identificar y cambiar pensamientos negativos y creencias irracionales relacionadas con el miedo, así como en enfrentar poco a poco las situaciones temidas, para desensibilizar la respuesta de ansiedad.
En el caso de este miedo en los niños, es posible involucrar a los padres en el abordaje. Un estudio compartido por la revista Psicothema, sobre el tratamiento de la nictofobia mediante el entrenamiento a padres, obtuvo buenos resultados cuando eran breves e intensivos y abarcaban exposición en vivo con el estímulo fóbico, entrenamiento individual y la participación parental en la terapia.

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