Es cierto que no existe ninguna instancia desde donde se pueda medir como es el estado de la "correlación de fuerzas".
La autonomía de lo político no permite ese lugar exterior desde donde se podrían evaluar con objetividad las fuerzas que hacen a la contienda. Esto se torna más verdadero que nunca cuando se percibe la proximidad de un Acontecimiento en ciernes.
¿Qué pasa si no ganamos ? ¿Y qué pasa si ganamos? discutieron Lenin y Troski en la antesala última de la Revolución. En eso la apuesta es total y no se puede postergar la decisión esperando que lleguen las famosas condiciones objetivas. Lo propio de un Acontecimiento es que no exista regla externa que pueda medir su verdadero alcance. Se lo acompaña por la verdad de su interpelación.
Sin embargo lo político no se hace solo con el momento instituyente del Acontecer. También juega el suceder de los días corrientes donde las fuerzas que constituyen al antagonismo siguen vivas su curso cotidiano.
Y en ese caso la llamada correlación de fuerzas aunque siempre estará atravesada por el cálculo imposible, el arte de lo político no puede dejarla ausente.
Toni Negri relata en su biografía que cuando Aldo Moro fue muerto las luchas obreras no iban a poder sostener semejante acto. Fue su lectura de una correlación. Es más, cuando le pregunté en Buenos Aires por el declive de la izquierda italiana, no dudó en responderme que fue a partir de que él fue inculpado por ese crimen y detenido.
En otro sentido, veamos los casos donde se prescinde de la misma: cuando la izquierda vernácula proclama que no se debe pagar la Deuda con el FMI y se debe repartir ese dinero para paliar las heridas del pueblo.
¿Quién podría estar en desacuerdo ? Si se mira todo desde las imposiciones del Capitalismo cualquiera de esas medidas se presentan como racionales y justas. Pero si se introduce la lógica de la maldita correlación de fuerzas de inmediato sabemos:
1) Que si se pudiera tomar una medida semejante no solo no sería necesario ni siquiera pronunciarla, más bien directamente se debería proceder con el acto de justicia.
2) Debería haber un contexto internacional que apoye la decisión para que luego no sea el pueblo el que termine pagando las consecuencias reales de las declaraciones osadas.
Estos sencillos ejemplos son para afirmar una vez más que no tiene sentido estar a favor o en contra de la correlación de fuerzas. Esta es una relación indecidible.
En ciertas ocasiones, la apelación a la misma testimonia de una cobardía política donde las cuentas nunca terminan de salir.
En otras es un ejercicio imprudente que olvida que desde Maquiavelo a Gramsci, el arte de lo político pasa por la construcción efectiva de una mayoría política, una voluntad colectiva que se apropie de la decisión histórica. Y esto no es "posibilismo". Es Populismo en el sentido preciso del término, la radicalidad de una decisión no se mide por sus enunciados sino por sus efectos transformadores. Siempre habrá un momento para no tener en cuenta la correlación de fuerzas y otro para situarse inevitablemente con respecto a la misma.