Política

La paradoja del cambio y la continuidad

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Con 16 años al frente de la provincia, el Gobierno correntino explotó la polarización nacional y la ola amarilla para imponer una lógica contradictoria: el voto a lo nuevo fue el voto a lo viejo.



El fuerte impulso del resultado electoral de las primarias nacionales, que el Gobierno capitalizó como una señal indiscutible de la confirmación del rumbo que tomó el país en 2015, cuando Mauricio Macri se consagró como presidente, barrió en Corrientes con todo intento del peronismo por volver a mostrar una victoria que le permita hacerse fuerte en la oposición.



A contramano de lo que indicaba el clima previo a la elección del domingo 8, y de las expectativas que tuvo el mismo oficialismo hasta poco después del cierre de los comicios, la diferencia por la que el candidato de ECO+Cambiemos, Gustavo Valdés, se impuso frente al peronista Carlos "Camau" Espínola, fue mayor a la esperada. Los nueve puntos superaron el pronóstico de la Casa Rosada, donde poco después de las 18 los operadores hablaban de una diferencia de seis para luego bajar la expectativa al 3,7 por ciento.



En esa estimación inicial quedó congelado el escrutinio provisorio cuando los funcionarios nacionales llegaron desde Buenos Aires para celebrar junto a Valdés. Pero la brecha se amplió en el transcurso de la noche y el resultado final fue 54,06 por ciento a 45,19.



"Esta es la consolidación del cambio, es muy importante, es la ratificación del rumbo", le explicaba a Letra P el jefe del interbloque Cambiemos en Diputados, Mario Negri, antes de advertir que, de todas formas, "no hay que emborracharse" con el triunfo.



"Esto es resultado del impulso de las PASO, sumado a algunas mejoras en la economía y la buena imagen de Macri", explicaba un referente de la mesa chica macrista. Así explicaban, solapadamente, que el radicalismo siga al frente de una provincia que gobierna desde 2001, con indicadores de desarrollo económico y social de los peores de todo el país.



El Presidente cerró el miércoles pasado la campaña correntina junto a Valdés, mientras las encuestas le mostraban un 60 por ciento de imagen positiva en la provincia. El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, también desembarcaron en Corrientes para mostrar el impulso de la Rosada a Valdés. "Somos Nación, provincia y municipio trabajando en equipo", rezaba el eslogan de ECO+Cambiemos, que ya se había anotado un triunfo sorprendente en la capital provincial el 4 de junio, cuando Eduardo Tassano le arrebató la intendencia al peronista Fabián Ríos.

 

Fue el primer síntoma de que el camino a la provincia podía allanarse para el oficialismo.



El triunfo de Cambiemos se produjo pese a la paradoja de que el Gobierno provincial, que resultó vencedor, suma 16 años en el poder por lo que "el cambio", en Corrientes, estaba en los hechos representado por la fórmula que encabezaba Espínola y no por Valdés, exponente de la continuidad. Pero el impulso del oficialismo nacional, fortalecido por las primarias de agosto y la desorientación del peronismo, se impuso contra toda lógica.



En la misma trastienda del escenario en el que festejó Valdés, un funcionario remarcaba que, hace pocos meses, Espínola aparecía como favorito en las encuestas. "Pero la ola del cambio te lleva puesto, no importa lo que hagas. Ahora la tendencia es ésta", razonaba un dirigente de Cambiemos.



La misma explicación le encontraban a la derrota en la mesa chica del senador peronista, sumada a otros factores de la política local que inclinaron la cancha a favor de ECO+Cambiemos, como la inhabilitación por parte de la Justicia local de la candidatura del intendente de Goya, Gerardo Bassi, que tenía una alta intención de voto. Ante la decisión del Superior Tribunal de Justicia provincial -que los dirigentes del frente Corrientes Podemos Más atribuyen a una maniobra política de Colombi- Bassi apostó al apellido y puso como candidato a su hijo, Marcos Bassi pero la jugada no alcanzó y el peronismo perdió un bastión histórico y la segunda ciudad de la provincia, en la que tenía puestas las expectativas para compensar los votos de la capital correntina, favorables a ECO+Cambiemos.



"Hay que ver cómo repercute esto en el electorado y quién los financia para la próxima campaña. El peronismo está estallado", se ilusionó después de la victoria un referente de la plana mayor de ECO+Cambiemos. En el frente Corrientes Podemos Más, pocas horas después de la derrota, la dirigencia ya especulaba sobre si Espínola tendría chance de hacer un nuevo intento por la gobernación en 2021  -y hasta ponía como ejemplo los dos intentos frustrados de José Manuel de la Sota hasta que logró ser gobernador en su tercera apuesta electoral- o si había llegado el tiempo de la renovación. "Como ustedes saben, yo nunca bajo los brazos. Hay que tomar fuerzas y seguir trabajando", respondió Camau cuando le consultaron al respecto durante la conferencia de prensa que dio el lunes por la mañana, en el local de la calle 3 de Abril.



Envalentonado por el resultado, el oficialismo provincial ya se trazó como objetivo quedarse con los tres diputados nacionales que estarán en juego el 22 de octubre. “Ahora comenzamos una nueva etapa. Falta muy poco para el 22 y pondremos toda la fuerza de ECO+Cambiemos para lograr el mejor de los resultados posibles, que es nada más ni nada menos que ‘meter’ los tres diputados nacionales por la provincia", dijo Valdés durante la conferencia de prensa posterior a la elección, el lunes al mediodía en el Comité Central de la UCR.



La disputa no será solo hacia afuera. Hacia adentro del espacio Valdés sabe que comienza una disputa con su jefe político, el gobernador Ricardo Colombi, quien intentará controlar el poder desde el Senado provincial. En ECO+Cambiemos ya asumen que la convivencia "no va a ser fácil".



En la mesa chica del gobernador electo ya empezaron a diseñar el nuevo Gobierno que tendrá, "en una primera etapa", según confirmó a Letra P un hombre cercano a Valdés, el mismo gabinete que el que deja el mandatario saliente. Más tarde que temprano, reconocen en el radicalismo, llegará el momento de la ruptura.

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