Política

La sede del PJ, un cetro apetecible para los amigos de lo ajeno

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La pelea en el peronismo parece no tener fin. Mucho menos códigos, ni límites. Luego de dos zarpazos que sensibilizaron a la opinión pública, el sector del peronismo identificado con Fabián Ríos se apresta a generar un nuevo escándalo, y van tres. Todos de alto impacto. Ahora quieren utilizar para sí, y en desmedro de los otros cuatro frentes peronistas, la histórica sede de calle Salta 663. La ofensiva generó una inmediata reacción desde los otros sectores dispuestos a llevar el caso al Juez Federal. Lo cierto es que nuevamente el pleito peronista es colocado en el centro de la noticia y en el ámbito de decisión tribunalicia, más allá de que en términos de opinión pública cada paso fallido deja jirones del crédito que alguna vez tuvo el hoy investigado ex Intendente de Corrientes.



Creer o reventar. Difícil de entender la actitud de un sector del peronismo que divorciado del resto del arco partidario parece dispuesto a auto inmolarse, luego de la sucesión de actos fallidos que rápidamente fueron la comidilla en todos los ámbitos del quehacer político e institucional de la Provincia.

 

Borrar con el codo lo que se escribió con la mano. Primero, el robo del sello del partido, del que debieron recular una vez que la Juez electoral puso las cosas en orden. Luego, el intento de apropiación de la sigla del Frente para la Victoria, en desmedro de los otros cuatro frentes peronistas. Ahora los llamados contrabandistas, que circulan en una lancha de noche y sin luces, pusieron la mira en un nuevo intento suicida. "Quedarse con la sede del PJ para lanzar desde ahí sus candidatos y organizar la campaña". Una provocación no ya al resto del universo peronista que se compone no solo de los cuatro frentes puestos en igualdad de oportunidades, sino por dirigentes y militantes que repudian el vale todo en el que se ha ingresado, con un altísimo costo político de cara a una sociedad que ve a los peronistas como unos vándalos.



El llamado ideólogo de la solución Duhalde 2003, esto es el profesor Tito Meixner, fue el ejecutor de la fallida presentación ante los estrados judiciales para quedarse con el sello, sin tener en cuenta que, al así actuar, borraba con el codo los compromisos rubricados en la sesión del Consejo Provincial del pasado 8 de marzo. Luego vino el turno de otra de las lumbreras de la Cooperativa, el caso de Félix Pacayut, que sin rubor manoteó la sigla del Frente para la Victoria, sin tener en cuenta que, al caer el sello del PJ, ello llevaba implícita la caída de un frente cuya vida siempre estuvo íntimamente relacionada con el justicialismo. Por las mismas razones que se interpretó que la Lista 2 no podía ser usada por ninguno de los cinco frentes va de suyo que, tampoco, puede utilizarse la sigla del Frente para la Victoria.



Una obviedad tan palmaria, no deja descolocada a la Juez electoral, pues se trató la cuestión en tiempos distintos. La caída del sello del PJ fue posterior a la oficialización de la alianza, lo que implica que esta circunstancia no fue tenida en cuenta por la magistrada al momento de resolver, lo cual la releva de un cuestionamiento que, desde algunos sectores, sin la suficiente información, se le realizó.



La doctora María Herrero no se equivocó. Simplemente que, al momento en que oficializó al Frente para la Victoria, no consideró que el PJ no formaba parte. Ahora, la decisión queda en manos de la Cámara Electoral, primero, y luego del Superior Tribunal. Ello porque el apelante recurrió a la instancia de alzada sin dar la posibilidad a que la Juez revoque por contrario imperio, su propia decisión, saneando un proceso que se convirtió en un parto de nalgas, con una incertidumbre que llegará a la semana previa a las elecciones.



Desde la resistencia peronista se hablaba al cierre de esta edición de una posible toma de la sede partidaria, o hasta de un escrache al ex Intendente, algo que quiebra los códigos más allá de que acciones marginales generan reacciones de la misma naturaleza.

El Libertador 

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