Política

La trama secreta de un acuerdo que no se honró

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El culebrón de lo que pasa con la sigla del FpV, cuyo uso deberá ser convalidado -o no- por el STJ, tiene capítulos previos que son necesarios refrescar para entender un episodio comparable al llamado caso Bruzzo, que sucedió décadas atrás. El pacto que en exclusiva se publica íntegramente en esta edición fue homologado por los cuerpos orgánicos del partido y luego, incumplido unilateralmente. Aunque lo más grave vino después. El robo del sello del PJ y la lista 2 que la Justicia abortó, así como el intento de quedarse por izquierda con el FpV.  El Superior será quien determine si es válido el intento de apropiación de la sigla por parte de la llamada Cooperativa. Un final abierto para alquilar balcones que se dará días antes de las elecciones y que pone en riesgo la lista misma del FpV.



Difícil de entender para el común de los mortales lo que ha venido pasando en el justicialismo, que llega por primera vez a las elecciones provinciales sin la boleta 2. El origen se dio por la negativa del oficialismo partidario de convocar en tiempo y forma a elecciones internas. Lisa y llanamente no las querían. Apostaban a una lista de consenso que era rechazada por el conjunto del justicialismo. Fue así que demoraron hasta el 2 de octubre la decisión del Consejo que, luego de adoptada en Saladas, fue pisada por la mesa que integran Gerardo Bassi, Jorge Romero y Víctor Giraud. Casi tres meses después rubricaron esa decisión, perjudicando el desarrollo del cronograma, habida cuenta que la Junta Electoral recién pudo hacer público el mismo luego de ser notificada de la decisión de convocatoria.

 

Consecuencia lógica fue que los plazos no dieron. El Poder Ejecutivo llamó a elecciones para el 2 de junio y tomó al peronismo mal parado.



Allí nació la trama secreta de un acuerdo que rubricaron Ríos y Martínez Llano el 7 de marzo pasado, acuerdo homologado por el Consejo Provincial del PJ el día siguiente. Antes, una delegación compuesta por Gerardo Bassi, Jorge Antonio Romero, Pitín Aragón, Martín Barrionuevo y Tito Meixner, que visitaron en sus oficinas del barrio Cambá Cuá a Rodolfo Martínez Llano para encontrar una salida al proceso electoral en curso, oportunidad en la que se analizó la propuesta de Meixner de bajar el sello del PJ y apelar a la "solución Duhalde 2003", de modo de que la interna fuera resuelta en la general, con fiscalización pública, dejando al PJ fuera de la contienda.



Estaba claro que los tiempos no daban. No se conversó nunca sobre una lista consensuada. El peronismo quería internas y no aceptaba acuerdos de cúpulas. En función a ello se avanzó en una solución alternativa que terminaron de definir en una reunión a solas Martínez Llano y Ríos, a instancias de Meixner que la viabilizó y de la cual surgió un acuerdo marco que se publica por separado (ver gráfica). Este acuerdo, a pedido de Ríos, no debía hacerse público. Es que para el ex Jefe comunal, esta maniobra no le hubiera sido fácil de justificar ante sus adláteres. De todas formas, tal solicitud, en función a las circunstancias sobrevinientes, perdió razón de ser, simplemente porque Ríos unilateralmente incumplió lo pactado.



Una de las condiciones impuestas era el "no uso del nombre de Unidad Ciudadana" como frente, aspecto este que Ríos expresó le sería difícil de manejar en su frente interno. No se consignó idéntica prohibición para el FpV porque, obviamente, el mismo estaba descartado al no competir el PJ como partido y estar íntimamente asociado su nombre al justicialismo.



A partir del incumplimiento del acuerdo, saltaron todos los fusibles. Luego sobrevino el robo del sello del PJ y, de inmediato, el intento de apropiación, por izquierda, de la sigla. Una seguidilla de actitudes incomprensibles en términos de ética y conducta política, que dejaron a Fabián y a Martín Barrionuevo como la cara visible de una mejicaneada inédita en la vida política, ya no del peronismo, sino de la Provincia. Todo, a la luz del día. El robo del sello fue rápidamente abortado por la Justicia Electoral. El de la sigla, aún no. Queda para el análisis si la demora en hacer caer al FpV no pasa por algo que, si fuera así, sería una estrategia brillante. Esto es, que la no convalidación de la sigla traiga aparejado, por los tiempos en que se decidirá, la caída de la lista entera. De última, la sanción lógica por constituirse en amigos de lo ajeno, estafando la fe pública.

 



 

El Libertador 

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