El estudio, llevado a cabo por investigadores italianos del Instituto de Fisioterapia Hospitalaria (IFO, por sus siglas en italiano), no ha sido todavía revisado por pares; pero, según destacan, los datos pueden ser relevantes para el desarrollo de las diferentes estrategias de vacunación que están llevando a cabo los países.
La vacuna de la farmacéutica estadounidense Pfizer contra el coronavirus pierde efectividad en personas que sufren obesidad, según ha advertido un estudio.
El estudio, llevado a cabo por investigadores italianos del Instituto de Fisioterapia Hospitalaria (IFO, por sus siglas en italiano), no ha sido todavía revisado por pares; pero, según destacan, los datos pueden ser relevantes para el desarrollo de las diferentes estrategias de vacunación que están llevando a cabo los países.
Aldo Venuti, del IRCCS Regina Elena National Cancer Institute, ha sido el encargado de dirigir este estudio que tenía como objetivo analizar los anticuerpos desarrollados por los sanitarios que habían sido vacunados con la vacuna de Pfizer, siete días después de recibir la segunda dosis.
En esta investigación se quería comprobar también cómo varía la respuesta inmune dependiendo de la edad, el sexo y el índice de masa corporal (IMC). Tras analizar las muestras obtenidas de 248 trabajadores, 158 mujeres y 90 hombres, descubrieron que el 99,5 por ciento de los participantes habían desarrollado anticuerpos, pero esa respuesta resultó ser mucho más fuerte en aquellas personas "con peso bajo y normal" que en el grupo de participantes con obesidad.
El índice de masa corporal (IMC), es una medida calculada del peso de una persona en relación a su estatura. Este número sirve como una estimación rápida de la grasa corporal. Clasifica a las personas en categorías de peso, tales como con bajo peso, con sobrepeso y con obesidad.
El IMC se calcula dividiendo los kilogramos de peso por el cuadrado de la estatura en metros (IMC =peso [kg]/ estatura [m2]).
Si el IMC es inferior a 18.5, está dentro de los valores correspondientes a “bajo peso”.
Si el IMC es entre 18.5 y 24.9, está dentro de los valores “normales” o de peso saludable.
Si el IMC es entre 25.0 y 29.9, está dentro de los valores correspondientes a “sobrepeso”.
Si el IMC es 30.0 a 34.9, está dentro de los valores de “obesidad grado I”.
Si el IMC es 35.0 a 39.9, está dentro de los valores de “obesidad grado II”.
Si el IMC es 40.0 a 49.9, está dentro de los valores de “obesidad grado III u obesidad mórbida”.
Estudios anteriores ya advierten de que aquellas personas con un Índice de Masa Corporal (IMC) superior a 30 aumenta considerablemente el riesgo de padecer una evolución grave de la Covid19. "Las pruebas sugieren que las infecciones por SARS-CoV-2 son más graves y persisten durante unos cinco días más en las personas obesas que en las delgadas", señala la investigación liderada por Aldo Venuti.
Un exceso de peso pronunciado puede causar comorbilidades que incluyen enfermedades cardiovasculares, diabetes o incluso mayor riesgo de ciertos tipos de cáncer. Lo que ha colocado a la obesidad como uno de los principales factores a la hora de evolucionar a un caso grave de Covid-19.
Además, según indica el estudio, esta reducción de la eficacia en personas con obesidad también ocurre con otras vacunas, como la de la gripe, la hepatitis B y la rabia. "El estado constante de inflamación de bajo grado, presente en las personas con sobrepeso, puede debilitar algunas respuestas inmunitarias, incluidas las lanzadas por las células T, que pueden eliminar directamente las células infectadas", aseguran.
Los datos "subrayan la importancia de vigilar de cerca la vacunación de las personas obesas, teniendo en cuenta la creciente lista de países con problemas de obesidad", pues según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 39% de los adultos de 18 años o más tienen sobrepeso y el 13% son obesos. "Si nuestros datos se confirman en estudios más amplios, dar a las personas obesas una dosis extra de la vacuna o una dosis más alta podrían ser opciones a evaluar en esta población”, constata el estudio, pero todo ello en un panorama de escases de vacunas y en una carrera contra el tiempo y el virus.
Aunque se necesita más investigación al respecto, estos datos podrían suponer implicaciones importantes en cuanto al desarrollo de la campaña de vacunación, sobre todo en países con grandes tasas de obesidad, Ya que inocular la vacuna no estaría otorgando protección efectiva frente al virus para esta parte de la población, con lo que el virus continuaría con su dinámica infectiva y con ello su perfeccionamiento a través de las mutaciones con la potencial producción de ineficacia de la mayoría de las vacunas hasta ahora conocidas.
(*) Asesor y especialista en riesgos del trabajo