Madrid babilónica, vitamínica, eufórica, vanidosa. La ciudad ha encontrado su lugar chic en el mundo sin olvidar su espíritu de barrio, su vocación callejera, sus aperitivos de caña y bravas que, por arte de magia, se prolongan hasta que cae el sol. Ahora, ese alma de lustre cosmopolita y corazón de pueblo, conquista una tesis "cum laude" con el libro que Cristina Carrillo de Albornoz, diplomática y comisaria de arte, escribe para la editorial Assouline: Madrid Chic, el quinto de esta colección. A su lado, el fotógrafo Oliver Pilcher captó su esencia en el tiempo récord de cuatro semanas y, de paso, cayó en las redes de esta sirena de secano.
"Conozco a Prosper y Martine Assouline desde que iniciaron la editorial hace 30 años y hacía tiempo que quería escribir un libro sobre esta ciudad -comenta Cristina Carrillo de Albornoz-. Cuando publiqué con ellos en 2023 una obra sobre Sorolla (ha realizado ocho libros para Assouline), vinieron a Madrid, apenas la conocían, y empezaron a enamorarse de ella hasta que, en abril de este año, me hicieron el encargo en firme. Tenía dos meses para conseguirlo".
Y lo logró. Cristina emprendió una exitosa concatenación de personajes a través de amigos y amigos de amigos, personas "que aman Madrid porque la sienten. Gente auténtica". Desde las Koplowitz hasta Elena Foster, pasando por Alberto García-Alix, el duque de Alba, Begoña García vaquero, Rafael Medina Elisabeth Horcher o Pedro Almodóvar, Carrillo de Albornoz se ha dejado pocos personajes en el tintero. Su colmena es impecable: "Va más allá de una guía, lo importante era descubrir cómo la ciudad se ha convertido en un imán para el resto del mundo". Intervienen altos cargos como el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, que la define como "un tesoro por descubrir", y la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, que dan sus explicaciones mientras que otros, como Miguel Falomir, director del museo del Prado, cede el protagonismo a la pinacoteca.
Asegura Cristina que Madrid es su corazón, aunque habitualmente vive entre el campo de Huelva y Portugal: "Nací aquí, conservo mi casa y vengo una vez al mes como mínimo. La conozco bien". ¿Cómo ha cambiado la capital de España?: "Antes los extranjeros venían sólo a trabajar, ya no. Muchos latinoamericanos, por ejemplo, han cambiado Miami por Madrid como opción de residencia. Es una ciudad con alma y, como asegura Vargas Llosa: "En Madrid se respira el perfume de la libertad. Una palabra mágica que los madrileños entienden a la perfección". Para el arquitecto Rafael Moneo, uno de los personajes que han colaborado con la autora, "en Madrid la historia está viva; es una ciudad que dialoga con el pasado y lo respeta, una urbe íntima a escala humana, con un excepcional patrimonio histórico que le da un poso, un saber estar estoico y vibrante". Y alegre. Es imprescindible hablar de la legendaria noche madrileña y uno de sus "animadores" más famosos, que también aparece retratado en el libro: "Pedro Trapote (dueño de Joy Eslava, chocolatería San Ginés y el teatro Barceló, entre otros) se fue a Nueva York y se pasó tres días en la puerta de Studio 54, hasta que le dejaron entrar. Espió su funcionamiento y, a la vuelta, puso el anuncio: "Se compra teatro". El resto es historia".
Elisabeth Horcher, cuarta generación del emblemático restaurante frente al Retiro, también interviene para analizar lo que ha ocurrido durante los últimos cinco años "Es una locura maravillosa. Creemos en nuestras tradiciones, nuestra fantástica herencia cultural y su potencial. Eso nos hace humildes y permanecer firmes en nuestras raíces".
¿Se nos contagiará la sobredosis de turismo que afecta a varias capitales europeas?: "Espero que no -afirma la escritora-. Acabo de estar en Roma, comisariando una exposición de Botero, y no se podía acceder a la Fontana di Trevi. En mi última novela, Un beso en Tokio, describo el viaje de un arquitecto para recuperar el impulso vital perdido, pero creo que hoy día la gente cuando viaja no ve; hay que enseñarles a contemplar, a pararse, no tiene sentido recorrer las ciudades en masa".
Si preguntas a Cristina por sus rincones favoritos, lo tiene claro: "Los jardines, el del Museo Sorolla (actualmente cerrado por obras) y el de la Fundación Juan March, tan desconocido. ¡Qué felicidad acercarse a Cristina Oria (en Ortega y Gasset, 29), pedir un café y tomárselo allí, a la vuelta de la esquina! También los del palacio de Liria (ya se pueden visitar con reserva). Además, me encanta ir al Museo del Prado y contemplar el autorretrato de Durero y el Perro semihundido de Goya; pasar por la plaza que diseñó Jean Nouvel para el Reina Sofía; mirar los jardines verticales de la Fundación La Caixa; descubrir la Galería de las Colecciones Reales con esas salas que hablan de la historia de España, donde el retrato de Isabel la Católica conversa con el casco de Fernando... y, cómo no, divisar el paisaje desde la terraza del restaurante del Club Financiero (Marqués de la Ensenada, 14)".
Otro de los aspectos que la autora ha descubierto es que ahora nos queremos más: "Antes teníamos un pequeño complejo frente a otras ciudades, admirábamos lo que venía de fuera y sentíamos cierto desprecio por lo nuestro. Finalmente, estamos orgullosos de Madrid, ha surgido un espíritu de satisfacción que antes no teníamos".
En el aspecto gastro, a Cristina le entusiasman los desayunos y aperitivos del hotel Santo Mauro (recomienda el cóctel Casilda), la Duquesita le recuerda a meriendas infantiles con su abuela y, entre sus restaurantes favoritos, están El Paraguas, Horcher y La Parra.
Y la luz de Madrid. Con ese paisaje declarado Patrimonio Mundial de la Unesco que aloja el Paseo del Prado y el Retiro. Y ese cielo que resuelve atardeceres vibrantes: "Cuando la luz cae, lo hace como una bendición", concluye.
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Fuente:https://www.telva.com/estilo-vida/2024/11/24/673cb6da01a2f1b7338b4572.html