La elección primaria en la provincia de Santa Fe marcó mucho más la agenda de lo que se esperaba a priori. No porque se desdeñara un escenario de PASO en la tercera provincia en términos electorales del país. Estaba claro que la elección sería importante. Pero las implicancias de su resultado se proyectan sobre lo nacional de varios modos, no todos ellos muy evidentes.
Por un lado, la contundente derrota del peronismo demuestra que una gestión deficitaria, un alineamiento pendular por parte del gobernador Omar Perotti, una interna disgregada y una campaña a las apuradas provocan el desastre electoral que sufrió el espacio oficialista.
Todas estas pueden ser enseñanzas para las primarias presidenciales del 13 de agosto. Si los resultados pueden proyectarse, parece más complejo de decir. En las nacionales, jugarán un par de actores que no lo hicieron en las primarias de la provincia.
La candidatura de Juan Schiaretti a presidente tiene una aceptación e implica una alianza con el socialismo que seguramente rompa el monolítico voto opositor santafecino.
El otro factor es la candidatura de Javier Milei, que, para muchos consultores, ha caído en el AMBA, pero ha crecido en las provincias del centro del país. Para las primarias pareciera que tanto en Córdoba como en Santa Fe el voto estará más repartido. Si eso se sostendrá en la primera vuelta, parece más difícil de predecir hoy.
En cuanto a Juntos por el Cambio, el impacto de la victoria de Maximiliano Pullaro y la derrota de Carolina Losada dejan gran cantidad de secuelas.
Por un lado, envalentonó al sector que se autopercibe más moderado, el liderado por Horacio Rodríguez Larreta, la Coalición Cívica y el radicalismo, que tuvieron una semana triunfal y con fulgurantes apariciones públicas para aprovechar el envión del resultado.
Nos permitimos aquí una pequeña digresión al análisis nacional: si había algunas dudas acerca de si Losada continuará trabajando junto a Pullaro para su candidatura luego de perder, se volvieron abstractas luego de la aplastante derrota interna. Lo que haga la senadora parece importar poco y tener nulo impacto en la contienda electoral. Con una campaña absolutamente vacía de propuestas y centrada solo en atacar a su rival interno, Losada -que había logrado por estos medios su banca en el Senado- se condenó a la insignificancia.
Volviendo al ámbito nacional, esta derrota de la táctica con la que se identifica el sector de Patricia Bullrich sufrió un duro revés que ya tiene consecuencias. Por un lado, los propios “halcones” llamaron a bajar el tono de la discusión luego de que el jefe del bloque de la CC en Diputados, Juan Manuel López, vaticinara que un eventual gobierno de la ex ministra de Seguridad de Mauricio Macri “podría terminar como la serie 2001”.
En una carta directamente dirigida a Larreta, dirigentes “bullrichistas” de peso reclamaron que el jefe de Gobierno porteño repudie estas expresiones y lo llamaron a poner orden dentro de su propia alianza. La sospecha muy fundada del sector es que lo que el jefe de Gobierno de CABA no puede decir, lo dicen dirigentes de los otros partidos con los que se ha aliado.
Para muchos la reacción fue desmedida, si comparamos los dichos de López con las acusaciones de Losada sobre los vínculos entre Pullaro y los narcos en Santa Fe, pero conviene detenerse en el comentario. Si para muchos es llamativa la imagen de Bullrich con personajes como Ricardo López Murphy y recuerda de modo inevitable al gobierno de la Alianza, el parangón de López reaviva esa impresión.
Cualquier lector avisado nos podrá recordar que tanto Larreta como Gerardo Morales también fueron funcionarios del gobierno de De La Rúa y tendrá razón. Pero por protagonismo del momento, Bullrich corre con la peor parte en el recuerdo de tan lamentable proceso histórico.
El otro efecto importante de PASO en Santa Fe es el cambio de posición de Macri. El expresidente apoyó de cuerpo presente a Carolina Losada obedeciendo a dos encuestas que le acercaron desde el entorno de Bullrich que indicaban que la contienda estaba pareja y que la experiodista tenía chances.
Conociendo los resultados, está claro que las previsiones eran equivocadas. Eso cambia sustancialmente las cosas. Se esperaba que, en los días que restan para las primarias del 13 de agosto, Macri diera un apoyo explícito a Patricia Bullrich, pero la duda se instaló entre sus colaboradores.
Si aquellas encuestas estaban equivocadas, ¿por qué no lo estarían las que dicen que su exministra marcha arriba en su disputa con Larreta? En este momento, Macri, que viajó al exterior para prepararse para un nuevo mundial de bridge, evalúa si no es conveniente mantenerse neutral para no seguir perdiendo capital político, luego de tantos desatinos. Recordemos que convencieron a Macri a apoyar a Luis Juez en Córdoba -algo a lo que era renuente- y perdió, lo mismo que sucedió con Carolina Losada. No parece querer que le suceda lo mismo con Patricia Bullrich.