En una emotiva ceremonia televisada por el canal de noticias TN, en vísperas de la Nochebuena, el sábado 23, el docente correntino Leonardo Amarilla, uno de los seis finalistas del premio Docentes que inspiran, recibió una mención especial. Amarilla, con más de dos décadas dedicadas a la enseñanza de la Biología, fue galardonado por su proyecto innovador, Escuela sin paredes, centrado en llevar a los estudiantes a explorar la naturaleza como aula viva de aprendizaje. El premio consiste en un millón de pesos.
En exclusiva con EL LIBERTADOR, Amarilla compartió su alegría al recibir la noticia del premio: «Mi familia lo recibió con mucha felicidad, muchos estudiantes, profesores y sanroqueños compartieron su alegría y demostraron su cariño».
Este reconocimiento nacional, impulsado por Clarín y Zurich Argentina, busca movilizar a la comunidad en pro de una educación de calidad, destacando las historias de educadores excepcionales que dejan una huella imborrable en sus estudiantes.
LOS ELEGIDOS
Un calificado jurado determinó a los ganadores. La primera mención especial fue para Leonardo Amarilla de San Roque, Corrientes; la segunda mención para Paula Savio de la provincia de Mendoza, y la Docente Inspiradora del año fue Viviana Yommi de Puerto Iguazú, Misiones.
Al recibir el galardón, Amarilla expresó su sorpresa y felicidad: «No me lo esperaba, vine a disfrutar, la verdad no vine a buscar el premio. Me hace muy feliz y me queda seguir trabajando, estimulando a mis alumnos y encontrando el camino para fortalecer sus capacidades».
El docente correntino destacó la importancia del acercamiento entre docentes y alumnos para un aprendizaje integral: «Es fundamental encontrar ese vínculo para que el aprendizaje ocurra y ellos puedan formarse íntegramente».
Los organizadores del premio elogiaron el empeño y dedicación de Amarilla para lograr una educación de calidad, subrayando que su trabajo demuestra que la escuela puede trascender las paredes del aula y despertar capacidades ocultas en los estudiantes.
Amarilla enseña biología en la escuela Juan García de Cossio de la localidad de San Roque y, con el deseo de trascender las aulas tradicionales, implementó un proyecto que él llama Escuela sin paredes, enfocado en llevar a los estudiantes a explorar la naturaleza y aprender de ella.
Junto a sus alumnos también creó desarrolló proyectos destinados a potenciar las capacidades científicas de sus estudiantes, como el Club de Ciencias, el Museo Escolar de Ciencias Naturales y el Centro Escolar de Investigación.
Sus objetivos son claros: que los jóvenes descubran y desarrollen sus habilidades científicas a través de experiencias directas con el entorno natural, además de formar personas que se interesen por su comunidad, por el ambiente y puedan contribuir a mejorarla.