En el día del catequista, se realizó un encuentro de formación en la parroquia San Roque y San Jacinto, comunidad de los padres misioneros redentoristas. Participaron las comunidades de Virgen del Carmen, Medalla Milagrosa, Nuestra Señora de Lourdes y de la sede parroquial. Animo el padre Juan Pablo Roldan acompañado por el párroco padre Boris Javier Escobar Sejas. Finalizaron una “merienda fraterna” dando gracias a Dios por el llamado a servir.



La jornada se inició con dinámicas que permitieron conocerse entre los catequistas y descubrir los desafíos que plantea tan importante misión en la Iglesia y, en esa línea el padre Juan Pablo Roldan, brindó una charla formativa abordando primeramente el Motu proprio "Antiquum ministerium" con el que el Papa Francisco establece el ministerio laical de catequista: necesario para una cultura globalizada.



En el contexto de la evangelización en el mundo contemporáneo y ante “la imposición de una cultura globalizada”, de hecho, “es necesario reconocer la presencia de laicos y laicas que, en virtud del propio bautismo, se sienten llamados a colaborar en el servicio de la catequesis”.



El padre Juan Pablo Roldan destacó que desde el Concilio Vaticano II, se tomó conciencia de que “la tarea del catequista es de suma importancia”, además de necesaria para el “desarrollo de la comunidad cristiana”.



Y remarcó que esto supone “la participación directa en la vida de la comunidad” (AM 6). El catequista ministro debe ser uno de los puntales de la comunidad parroquial y de la evangelización de su barrio.



El misionero redentorista, afirmó que el Papa Francisco repite desde que escribió Evangelii gaudium: Yo no “tengo” una misión, yo “soy” una misión. Porque “el Señor me puso en esta tierra para cumplir una misión. La misión no es algo secundario, es parte de mi identidad”.



“ Vos sos tu misión” afirmó.



Celebrar este día es el reconocimiento al amor, y a la fidelidad del amor en los catequistas que han sido reconocidos como puntales en sus comunidades. Y al mismo tiempo es la respuesta de los catequistas a un llamado de ternura de ese amor supremo de Jesús que ha querido que participaran del cuidado de su esposa amada, la Iglesia.-