María Josefa Bonazza, fue la única sobreviviente en el trágico derrumbe del Hotel Dubrovik en Villa Gesell. La semana pasada había sido internada por una descompensación, logró recuperarse y salió de terapia intensiva. Si bien mejoró su salud, por el momento los médicos recomiendan que continúe internada en el servicio de clínica médica.

La mujer de 79 años quien vio morir a su marido en el derrumbe y luchó entre los escombros para poder salvarse declaró que las últimas palabras que le dijo a su pareja fueron: “Tesoro, fue un derrumbe, ya nos van a venir a rescatar”.

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La semana pasada, Josefa Bonazza, «Pelusa», así la llaman, había ingresado de urgencia al Hospital Municipal Felipe A. Fossati de Balcarce, su ciudad, debido a una descompensación que sufrió entre la noche del martes y la madrugada del miércoles, cuando ya descansaba en su casa luego de permanecer varios días internada, primero en Mar del Plata, donde fue trasladada por las múltiples heridas que sufrió en el accidente, y luego en su ciudad.

Luego repasó en varias entrevistas, desde su internación en Balcarce, los primeros instantes de la catástrofe, cuando el edificio del hotel se derrumbó sobre su departamento, en el que había ido a pasar un par de días con su esposo, Federico César Ciocchini, de 84 años quien falleció en el lugar, mencionó: “Yo trataba de tranquilizarme, al tiempo que notaba que mi marido no me respondía. En los primeros minutos, le pedí que no se moviera”.

Por último, agregó: “Por suerte pude mantener la calma a pesar de lo que sabía que le había pasado a mi marido, porque sentí que fue instantáneo lo de él. Me queda el consuelo que no debe haber sufrido mucho, pero estuvimos 48 años felices”, manifestó Josefa.