Soy machista por herencia cultural y protagonizo micromachismos a menudo, diría que diariamente. Casi siempre me doy cuenta de esas actitudes, que se contradicen con lo que pienso racionalmente.
Sé que no me alcanzará la vida para deconstruirme totalmente y tal vez sea esa una justificación. Me enoja. Advierto que los hombres, en general, relativizamos el machismo intrínseco que portamos y sus consecuencias. Entonces, ¿acaso todos somos potenciales femicidas?
Sólo sé que no quiero legar a mi hijo estas conductas, creencias y prácticas en perjuicio de las mujeres. Me asusta que su crianza sea en un contexto social de violencia sexista y de otras múltiples expresiones.
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Pero siento que no depende exclusivamente de mí ni de lo que lo podamos educar y amar con su madre, así como tampoco mi formación dependió únicamente de las enseñanzas de mi mamá.
Faltan liderazgos hombres que nos ayuden a repensarnos, a responsabilizarnos de los daños que causa el machismo. También necesitamos políticas públicas para evolucionar hacia la ruptura del estereotipo patriarcal.
Ningún padre quiere un hijo femicida. Ningún padre quiere una hija asesinada, víctima de violencia de género.