Sociedad

Mi mamá no tiene novio, sólo tiene esposo

 Los matrimonios que superan la prueba del tiempo y viven apasionados el uno por el otro no son una casualidad, están hechos a propósito.
Vez pasada leímos un libro titulado La culpa es de la vaca. Los autores transcribieron una carta de una niña pequeña preocupada por el matrimonio de sus padres. Esperamos que les haga reflexionar:

Cuando tenía diez años visitaba la casa de mi tío. Me divertía al ver a mi prima mayor prepararse mientras esperaba a su novio. Se peinaba toda contenta, se perfumaba y se pintaba los labios; se vestía muy guapa y corría de un lado para otro de la casa arreglando todo con detalle para que “su amor” no encontrara desorden alguno. Entonces llegaba el novio oliendo a loción, y cuando se miraban... ¡uff!, parecía que flotaban en el aire, se abrazaban con ternura y ella le servía algo de tomar junto con las galletas que le había preparado durante la tarde. Además, él disfrutaba todo lo que ella le había cocinado con esmero para cenar. Después de lograr que nosotros, los primitos, desapareciéramos de la sala, se sentaban a charlar por horas. Ellos se escuchaban el uno al otro sin perder detalle ni soltarse de sus manos, hasta que al novio no le quedaba más remedio que despedirse cuando mi tío empezaba a rondar por el pasillo.

Uno de esos días le pregunté a mi mamá:


–                      ¿Cómo se llama tu novio?


–                      ¡Mi novio es tu papá! – me respondió muy sonriente.


–                      No mami, ¡en serio...!

Pero ella insistió, y así quedaron las cosas.

Me quedé pensando en esa respuesta y empecé a preguntarme: ¿Cómo va a ser mi papá el novio de mi mamá? Primero: él nunca llega con un ramo de flores ni con chocolates; si le da un regalo a mi mamá es por su cumpleaños, pero nunca he visto que el novio de mi prima le regale una licuadora o le ofrezca dinero para que se compre algo. Además, mamá nunca pone cara de Blanca Nieves cuando papá llega del trabajo, ni él sonríe como un príncipe azul cuando la mira. Mi mamá no corre a arreglarse el peinado, ni a pintarse los labios al escuchar la llave en la puerta cuando mi papá llega; apenas si lo mira para decirle: “hola”, pues está revisando mis tareas.

El saludo de mi papá, en vez de “hola mi vida”, es “hola, ¡qué día!” y de inmediato se pone la peor vestimenta para estar cómodo. En lugar de “¿qué quieres para cenar?”, mi mamá le pregunta ansiosa: “qué, ¿quieres cenar?”; y cuando pensaba que papá le iba a decir: “qué bonita te ves hoy”, más bien le pregunta: “¿viste dónde quedó el control remoto de la televisión?”.

Los novios se dicen cosas románticas como “¡cuánto te amo!”, en vez de “¿fuiste al banco?”. Mi prima y su novio no podían dejar de mirarse, pero cuando mamá pasa delante de papá, él inclina la cabeza para no perder detalle de lo que ve en la tele. A veces, papá le da a mi mamá un abrazo sorpresa por detrás pero ella se zafa diciendo que eso es cosa chancha. Mis padres sólo se dan la mano cuando en misa el sacerdote dice: “dense fraternalmente la paz”.

La verdad, es que mi mamá no tiene novio y mi papá no tiene novia. Qué aburrido... ¡sólo son esposos!

¿Por qué tantos matrimonios se quedan en la llanura, muy por debajo de lo que podría esperarse para ellos? ¿Por qué se conforman con tan poco? No importa cómo estás hoy en día, hay algo mejor. No te quedes con lo conocido o con la abrumadora rutina, lucha por algo mejor. No te resignes. Niégate a claudicar en los momentos de crisis. No te detengas pese a la oposición o a la desilusión de una vida aparentemente gris. Vale la pena luchar por los ideales del corazón.

Un matrimonio que satisface y bendice a sus integrantes requiere el esfuerzo y la dedicación de ambos. No es cuestión de suerte.Casarse enamorados es fácil, permanecer enamorados no siempre es sencillo. Requiere trabajo deliberado y decisión; sí, dos cosas que todos preferiríamos evitar, pero no hay otra forma para que la pasión vuelva a florecer. Es preciso crear y mantener rutinas positivas que cierren paso al desgaste y enriquezcan nuevamente la relación antes de que se termine irremediablemente el amor. ¡Y es posible! La ilusión puede volver a brotar. En otras palabras, puedes ser feliz con la persona que Dios ha puesto a tu lado.

Si quieres alcanzar nuevos niveles tienes que abandonar la zona de comodidad. No cometas el error de conformarte con menos de lo que Dios ha planeado. Haz tu gran esfuerzo. Es tiempo de avanzar. Dios tiene nuevas oportunidades de crecimiento y victoria.

 

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