Nacionales

Mil Hojas: una cooperativa que nació para evitar despidos y hoy produce miles de discos de hojaldre

 

Decenas de discos de empanadas desfilan por una cinta transportadora y son abrazados, de forma mecánica, por un envoltorio transparente. La planta de Mil Hojas, ubicada en Uriburu y Entre Ríos, trabaja a pleno: sus más de cincuenta operarios ponen manos a la obra para elaborar pascualinas, jesuitas, ravioles y fideos, entre otros manjares que son distribuidos en comercios de Rosario y la región. Hace casi veinticinco años, la firma se declaró en quiebra, pero los trabajadores, agrupados en una cooperativa, iniciaron una difícil pero victoriosa lucha por recuperarla.

Mil Hojas fue una de las primeras compañías rosarinas recuperadas por sus trabajadores tras la crisis de los años noventa, cuando la firma declaró la quiebra. Ante el temor de ser despedidos, quince empleados se agruparon y conformaron una cooperativa, que mantuvo la línea de producción e, incluso, las recetas de los productos.

Actualmente, tiene 53 trabajadores que se reparten en dos turnos superpuestos –de 6 a 14 y de 8 a 16– y dispone de dos predios: uno propio, ubicado en Alsina al 1030, donde se vende al mercado mayorista y minorista; y otro en Uriburu y Entre Ríos, el cual es alquilado y concentra toda la producción. Hasta hace unos años, algunos productos se elaboraban en las instalaciones de Echesortu, donde originalmente funcionaba la empresa antes de la quiebra, pero por cuestiones de espacio se decidió mudar toda la fabricación a zona sur.

En diálogo con Conclusión, el actual presidente de Mil Hojas, Hugo Gómez, recordó: “Cuando empezaron los problemas con la SRL, nos convocó un tipo que se llamaba José Abelli, que nos dijo cómo armar una cooperativa. Nos costó creerle, pero nos dimos cuenta de que algo de eso ya estábamos haciendo, porque nuestra idea era unirnos, seguir trabajando juntos y compartir lo que ganábamos”.



“Tras varias reuniones, a inicios del 2000 conformamos la cooperativa y presentamos todos los papeles. Nació con mucha necesidad, porque si esto se desarmaba quedábamos en la calle. En el 2001 empezamos a producir, trabajábamos 16 o 17 horas, todos a la par, y fuimos entendiendo lo que es una cooperativa”, completó Gómez.

Por su parte, la secretaria de Mil Hojas, Marianela Sangría, señaló: “De cincuenta y ocho empleados que fuimos en 1998, quedamos quince en el 2000. Por la deuda que la SRL tenía con nosotros, teníamos las maquinarias, pero no el inmueble, así que unidos fuimos al remate de la planta. Los dueños querían vender todas las máquinas y, si lo hacían, nos quedábamos sin poder producir con la cooperativa, entonces tuvimos que hacer guardias en la calle, turnarnos para que los propietarios, cuando no estábamos trabajando adentro, no saquen las máquinas”.

Un hojaldre único

El fuerte de Mil Hojas son los discos de empanadas, los cuales se fabrican con materia prima de alta calidad y con la misma receta que utilizaba la SRL. En los primeros meses de conformada la cooperativa, sólo se producían tapas de hojaldre y pascualinas, pero al año y medio los trabajadores empezaron a elaborar ravioles y fideos, los cuales actualmente están disponibles en las góndolas de casi todos los supermercados rosarinos.

Los primeros meses de andar de la cooperativa Mil Hojas no fueron fáciles, dado que se había perdido casi el 90% del mercado que tenía la empresa antes de ir a quiebra. “Tuvimos que salir con las esposas de los socios, ir puerta por puerta buscando compradores, pero como cuando se estaba fundiendo la SRL no habíamos podido cumplir con algunos pedidos, no nos compraban y no creían que íbamos a poder sacar a flote la cooperativa”, repasó Sangría.


Pero vaya que los trabajadores pudieron recuperar compradores. Hoy en día la cooperativa tiene una producción diaria de entre 20.000 y 22.000 docenas de tapas –sumando las de pascualinas, discos de empanadas, pastelitos y jesuitas–, cerca de 2.500 kilos de fideos y entre 1.500 y 1.800 kilos de ravioles. Los alimentos se venden en muchos comercios de Rosario, y también en localidades de provincias vecinas como Villa María (Córdoba), San Nicolás (Buenos Aires) y ciudades de Entre Ríos.

Además de Mil Hojas, la cooperativa tiene otras dos marcas: Don Sixto y Doña Nilda. Esta última está hecha para vegetarianos, veganos o personas que no comen derivados vacunos, ya que se produce con margarina vegetal. Los productos de estas tres firmas se elaboran en la planta de Uriburu y Entre Ríos.

“La materia prima es toda la misma, pero el hojaldre de Mil Hojas nunca se va comparar con otro, es único. Don Sixto nació como un derivado, con un hojaldre menor”, indicó Gómez, quien además comentó que trabajan junto a otras dos cooperativas, que brindan diferentes servicios como la cadetería y el reparto de la producción.

Sangría, por su parte, contó que tanto a la materia prima –como harina, quesos o verduras para hacer el relleno de los ravioles– como a la producción terminada se la somete a exhaustivos controles realizados por bioquímicos, para comprobar que sean aptos para la ingesta.

Sobrevivir y avanzar

Al ser consultado sobre cómo afrontan el aumento de servicios como electricidad y agua, Gómez observó: “No tenemos gran rentabilidad en los productos, tratamos de competir afuera y nos ajustamos lo más que podemos para no aumentar el valor de góndola. Tenemos un economista y tratamos de nivelarnos para no tener pérdidas, pero tampoco ser abusivos en los precios”.

A pesar de los malabares económicos, la cooperativa pudo ir renovando sus equipos e incorporando avances tecnológicos. “Cuando arrancamos era todo manual –recordó Hugo–, lo único que teníamos moderno era la sobadora y una mezcladora. Lo primero que hicimos fue comprar una máquina de margarina, que nos costaba mucho hacerla porque todo era a mano, con mucha fuerza. Ahora los chicos lo único que hacen es cortarla. Y así nos fuimos modernizando, adquirimos equipos más modernos. Tenemos tecnología nueva, pero con el mismo desarrollo que antes, siempre con la premisa de cuidar la masa”.


Y Sangría contempló: “El valor de lo que se produce es para nosotros. Antes teníamos patrón, pero ahora sabemos que esto es para los trabajadores. Seguimos luchando, porque como está el país, estamos nosotros, si sube la materia prima o el alquiler nos afecta de forma directa, pero estamos unidos y tenemos un mismo fin, que es la cooperativa por sobre todas las cosas”.

Por último, ambos integrantes de la cooperativa comentaron que, entre los objetivos o sueños que tienen para Mil Hojas, sobresale la posibilidad de comprar la planta de Entre Ríos y Uriburu y la de seguir incorporando tecnología para adaptar los mecanismos de producción a lo que pide el mercado.

Estás navegando la versión AMP

Leé la nota completa en la web