Policiales

Milagro frente al Hospital

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No debe tranquilizarnos que se desató una guerra sin cuartel contra el narcotráfico, ni que Corrientes se transformó en una sucursal de Rosario, como una pequeña Chicago argentina donde reina en la ciudad las drogas, la prostitución y el alcohol. Esta semana se desató un mega operativo, nada más ni nada menos, que en el playón de estacionamiento del Hospital Pediátrico Juan Pablo Segundo, en plena vereda sobre Artigas, a dos cuadras de la avenida Ferré, la principal arteria de la ciudad, donde transitan diariamente más de 25 mil vehículos; a dos cuadras de la Dirección de Tránsito Municipal y en medio de las cuatro avenidas tradicionales que circundan el casco céntrico de Corrientes.

 

Si bien hay que felicitar a las fuerzas federales que tuvieron un eficaz accionar provocando una decena de detenidos, incautando más de una veintena de vehículos de alta gama y armamentos de todo tipos, constituyendo un verdadero arsenal. Lo que más debe preocupar es que el mega operativo o el accionar delictivo ocurría en “las narices de todos”, a muy pocos metros de un hospital de niños. Donde no caben dudas que ‘el Barba’ puso su dedo celestial y evitó un desenlace impredecible. Solo hay que imaginar que una decena de narcos, al caer la tarde, con todo el mundo transitando por avenida Artigas, otros tantos más yendo y viniendo hacia el Pediátrico, desataran un enfrentamiento con las fuerzas armadas. El final hubiese sido mucho más que trágico.

 

Hay que buscar inmediatamente la responsabilidad primaria de todo este asunto. Porque este delicadísimo hecho sucedió a poco más de diez cuadras de casa de gobierno, donde Ricardo Colombi siempre alardea con su seguridad y equipamiento policial que, está visto, solo sirve para vigilar los teléfonos celulares de última tecnología, porque de contrarrestar el delito, ni se habla. No es cosa de caerle con todo a los “pobres” policías quienes seguramente no tienen ni idea de lo que es combatir contra el flagelo de la droga, más allá de detectar tres o cuatro bochitas de falopa que algunos perejiles descuidaron entre sus ropas.

 

Pero combatir el narcotráfico es mucho más que patrulleros, comunicaciones y polis bien vestidos. Está visto que los mercaderes de la muerte están varios pasos más adelante, con tecnología, contrabando de todo tipo, vehículos de alta gama y armamentos de última generación. Sino no se entiende cómo la localidad de Itatí, la Capital de la Fe, a solo 65 kilómetros de nuestra ciudad, fue invadida por este negocio que mata gente.

 

Aunque es fácil entender que al fallar la policía local, en especial sus autoridades, desde el gobernador, pasando por el ministro y los otros escalones responsables; la droga se enquistó en Corrientes.

 

Por eso se insiste que esta semana, Dios se escapó de la serie brasileña “Moisés y los 10 mandamientos”, para poner su mano salvadora sobre Corrientes. Caso contrario no se entiende cómo sucedió semejante milagro en un allanamiento y detención de una mega banda de narcotraficantes, en la vereda del hospital pediátrico y no saliera ningún inocente lastimado, en especial los niños. Sin dudas hubo un milagro en Corrientes.

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