La guerra cultural de la que Milei se siente protagonista estelar se libra en las calles. No es el único escenario, pero en la tradición política argentina es vital. Su régimen de extrema derecha con todo el aparato represivo disponible perdió la primera batalla cultural. Fue contra la Universidad Pública y retrocedió en chancletas. La segunda es la ley Bases, plataforma legislativa para que prospere la entrega del país a intereses extranjeros y el presidente sea coronado como un rey. Pero no cualquier rey. Si le dieran a elegir, sería uno de la Casa de Windsor y con todas las facultades delegadas. En una escena de cine británico, su admirada Margaret Thatcher lo aplaudiría desde una torre del palacio real.