La Prefectura española no pudo evitar el ingreso de alrededor de 130 inmigrantes que ingresaron por Melilla, tras violentar un acceso fronterizo. Unos 2.000 marroquíes habían intentado ingresar pero fueron frenados.
Unas 2.000 personas intentaron cruzar la frontera española con Marruecos en Melilla y apenas algo más de un centenar logró hacerlo, en el primer gran intento de este tipo desde la normalización de las relaciones entre España y Marruecos.
"Cerca de 2.000 migrantes iniciaron una aproximación hacia Melilla" esta mañana, informó un vocero de la Prefectura española que relató que dos horas después, "un grupo de más de 500 subsaharianos, tras romper con una cizalla la puerta de acceso del puesto de control fronterizo", iniciaron la entrada en la ciudad, pero finalmente lo consiguieron "130 migrantes subsaharianos. Todos ellos varones".
La Delegación española subrayó que el hecho ocurrió "a pesar del amplio dispositivo de las Fuerzas marroquíes, que han colaborado activamente y de forma coordinada con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado" español.
Omar Naji, de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) explicó que la noche del jueves hubo "enfrentamientos entre emigrantes y fuerzas del orden" en el lado marroquí de la frontera, y el Hospital Hassani de Nador, cerca de Melilla, confirmó que "varios" policías marroquíes fueron ingresados, al igual que algunos emigrantes, informó la agencia de noticias AFP.
Los últimos intentos de penetración masiva en España por uno de sus enclaves norafricanos (Ceuta y Melilla), fueron a principios de marzo, antes del deshielo de las relaciones hispano-marroquíes.
La crisis diplomática entre ambos países se desató después de que España acogiera en abril de 2021 al jefe de los independentistas saharauis del Frente Polisario, Brahim Ghali, para tratarse de Covid-19 en un hospital del país.
La crisis diplomática finalizó cuando España abandonó su neutralidad histórica entre independentistas saharauis y Marruecos en relación a la antigua colonia española del Sahara Occidental y respaldó el plan marroquí para el territorio, consistente en dotarlo de autonomía.
Este cambio de postura le valió numerosas críticas al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y varias voces de la oposición lo interpretaron como una concesión a Rabat para que frenara la llegada de inmigrantes.
El punto álgido de la crisis hispano-marroquí se dio en mayo de 2021, cuando, aprovechando que las autoridades marroquíes habían relajado los controles, unos 10.000 inmigrantes entraron en Ceuta.
A pesar de que Madrid y Rabat arreglaron sus relaciones, Sánchez avisó que "España no va a tolerar la instrumentalización de la tragedia de la inmigración irregular como arma de presión".
La mejora de las relaciones con Marruecos, plataforma de salida de la mayoría de los inmigrantes irregulares que llegan a las costas españolas, provocó un descenso de las llegadas.
Así, la cantidad de emigrantes que arribaron en abril a las costas del archipiélago español de Canarias, primer mes de la vuelta a la normalidad bilateral, fue ya un 70% menor que en febrero, según datos del Ministerio del Interior español.
Madrid, que será sede de la cumbre de la OTAN la semana que viene, del 28 al 30 de junio, abordará con sus aliados el tema de la emigración irregular como instrumento de presión entre países, como "amenaza híbrida", no convencional.
El ministro de Relaciones Exteriores español, José Manuel Albares, explicó esta semana que la demanda española de que la OTAN aborde las amenazas de su flanco sur, durante la cumbre de Madrid, no debería inquietar a sus vecinos meridionales.
"Nadie puede sentirse directamente observado o señalado. No va contra ningún país, sino allá donde se den" esas amenazas, dijo Albares a la prensa.
En cualquier caso, la normalización de las relaciones entre Rabat y Madrid permitió la reapertura en mayo de los pasos fronterizos entre Marruecos y Ceuta y Melilla. La reapertura estuvo precedida de una visita de Sánchez a Rabat.
Ceuta y Melilla constituyen las dos únicas fronteras terrestres entre la UE y el continente africano, y miles y miles de emigrantes subsaharianos sueñan con alcanzarlas como primer paso para su instalación en Europa.