“La santidad es la respuesta de Dios a través de personas concretas a los desafíos y problemas “, destaco monseñor Adolfo Canecin, anunciando que el próximo sábado 4 de septiembre tendrá lugar la ceremonia de beatificación de Fray Mamerto Esquiú en Catamarca, en la iglesia San José de Piedra Blanca. El milagro propuesto para la beatificación se produjo en la diócesis de Tucumán, en Argentina, en el año 2016 en favor de una recién nacida con osteomielitis femoral grave.
En este contexto, Monseñor Adolfo Ramon Canecin, obispo de la diócesis de Goya, invita a todos los fieles a compartir este acontecimiento eclesial y alienta a la feligresía diocesana a rezar al próximo beato.
“La santidad es la respuesta de Dios a través de personas concretas a los desafíos y problemas. Así, fray Mamerto Esquiu en su momento histórico, con su vida y sus palabras, fue respuesta y, es la dimensión modélica, ejemplar que tiene, como todos los santos” subrayo el obispo.
En esa línea planteo como “desafío” que en este momento histórico “nosotros también tenemos que ser respuesta a los problemas en el seno de la Iglesia y de la sociedad”.
Han pasado 195 años desde aquel, 11 de mayo de 1826, día en el que nació Mamerto de la Ascensión Esquiú, quien luego se convertiría en fraile franciscano siguiendo su llamada a la vida religiosa. Un sacerdote que dejó huella a través de su labor pastoral en medio de los más humildes; defendiendo el valor de los derechos, las instituciones y la educación.
A los 5 años de edad, su madre lo vistió con el hábito de San Francisco, en cumplimiento de una promesa que hiciera por su restablecimiento, al nacer gravemente enfermo. Mamerto, en calidad de aspirante a la Orden, contando apenas con 10 años, entró al convento franciscano de Catamarca. El 15 de mayo de 1849 celebró su primera Misa. En 1853, al pronunciar el sermón sobre la Constitución Nacional, pidiendo por la paz y la unión de los argentinos, se hace conocido en casi todos los ámbitos de la Nación.
En 1877 peregrinó a Tierra Santa. En Jerusalén desea permanecer hasta el fin de sus días, sin embargo, la obediencia lo regresa a su patria con el mandato de cooperar en el restablecimiento de la vida regular entre los religiosos.
Fue consagrado el 12 de diciembre de 1880, fue consagrado obispo de Cordoba. Fue caritativo y generoso ante toda necesidad, celoso en su ministerio, manso y humilde en su expresión, pobre al máximo y sacrificado, se impone realmente por la práctica de las virtudes, proponiendo la santidad como corazón de la vida sacerdotal y del compromiso cristiano. El fundamento de su extraordinaria actividad pastoral fue la intensa vida de oración y de unión a Cristo.
Su segundo año de Episcopado fue como “campesino” yendo de pueblo en pueblo, recorriendo la campaña. Río Cuarto, Río Segundo, Tulumba, Jesús María, Bell-Ville entre otros, fueron testigos de la presencia paternal de Fray Mamerto. Marcado por las fatigas apostólicas muere en plena actividad de celoso Pastor, en la posta de “El Suncho, Catamarca, el 10 de enero de 1883.
Fue declarado Venerable en 2006. El 18 de junio de 2020 el Papa Francisco promulgó el Decreto sobre el milagro atribuido a la intercesión del Venerable Siervo de Dios Mamerto Esquiú.