El Arzobispo Emérito de Corrientes destacó en su homilía que Corrientes es un pueblo creyente que pudo plasmar su fe con el transcurrir de la historia, y remarcó que "somos testigos de la fuerza y eficacia redentora de la Cruz de Cristo".
En una jornada con muchas emociones, la misa central por las celebraciones en honor a la Santísima Cruz de los Milagros la celebró el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna.
En parte de su homilía, recalcó que esta, es "una fiesta que es muy de Corrientes, porque mostró en sus hijos un inmedible amor a su tierra guaraní y cristiana". "La Cruz de Cristo es el signo totalizador de tus creencias religiosas y de todos los valores que definen tu compromiso como pueblo", expresó.
Monseñor Domingo destacó que "somos testigos de la fuerza y eficacia redentora de la Cruz de Cristo. Es éste un momento de enorme aflicción y desafío en el que, al revés de la incredulidad del mundo, llamado civilizado, debemos exhibir nuestra fe cristiana y elevar esta Cruz de los Milagros por sobre la insensatez que niega los valores espirituales que nuestros mayores cultivaron y nos transmitieron".
Tuvo un párrafo aparte para los conflictos bélicos alrededor del planeta: "Es ahora cuando el mundo se muestra como es: irresponsable, emancipado de Dios y corriendo vertiginosamente hacia su propia ruina. ¿Quién frenará la guerra, que hoy prueba su macabra capacidad de destruir a los seres humanos, sin distinguir a culpables e inocentes, niños, jóvenes y ancianos? El Papa Francisco puso su acento de Pastor herido en su dramático llamado a construir la paz. Sacude las conciencias de quienes pueden poner fin a la guerra. La destrucción y la muerte son injustificables e impiden la auténtica paz".
Al referirse a la Cruz de los Milagros, remarcó que no es "una mera reliquia ennoblecida por su antigüedad. Es un signo transmisor de la vida, que Cristo ha preservado para quienes lo entiendan y acepten. Constituye la expresión humana más perfecta e inexplicable del amor de Dios hacia cada uno de nosotros, criaturas suyas, imágenes de su libertad, que, en sus orígenes, cedieron a la tentación diabólica de mal usar el don que los asemejaba a Dios".
Para finalizar, recalcó que "la Cruz de Cristo no es una decoración piadosa para tiempos tranquilos. Es la declaración de amor de Dios a un mundo que pretende excluirlo de sus proyectos. Corrientes ha sabido anticiparse en acontecimientos inolvidables de la historia patria. Así, silenciosamente, seguirá manifestando su fe, mediante la milagrosa Cruz".
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