"El cambio, desde la idolatría del yo a la solidaridad -o amor al prójimo-, tiene como principal referente a Cristo, modelo de toda fraternidad", destacó el arzobispo emérito de Corrientes.
El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, consideró que si no se parte de la exigente exhortación del Señor no se logrará orientarse en su seguimiento: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará”.
“¡Qué lejos nos hallamos de ese comportamiento! Pocos están dispuestos a la renuncia de los viejos hábitos y sus correspondientes formaciones culturales”, expresó en su sugerencia para la homilía dominical.
“Muchos están inspirados en un oculto y viejo egocentrismo, convertido en culto farisaico, casi imperceptible. El cambio, desde la idolatría del yo a la solidaridad -o amor al prójimo–, tiene como principal referente a Cristo, modelo de toda fraternidad”, destacó.
Monseñor Castagna citó el texto evangélico que dice “Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros”.
Por esto, el prelado consideró que “es urgente que Cristo sea conocido por el mundo. Tal como lo conoció Zaqueo y lo supo alojar en su casa”.