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«No sabemos qué será de nosotros mañana»

Líbano se ha convertido en el segundo escenario en la ofensiva israelí contra los grupos proiraníes en la región. Mientras intentábamos hablar con Zeina por teléfono, los ruidos de misiles se escuchaban de fondo. «Escucha –nos pide–, son más bombardeos. Llevamos así sin parar días. ¡Dios mío!», dice con voz entrecortada por temor a que uno de esos misiles impacte cerca de su casa.Zeina es guía turística libanesa. Estudió en Beirut y aprendió español en una estancia en Valencia. A su vuelta al Líbano, se afilió al sindicato de guías turísticos y empezó a preparar viajes por su país. «Durante mucho tiempo Líbano fue un lugar muy visitado por los españoles. No tenía ni un día libre en todo el año». Ahora, desde octubre del año pasado, no tiene trabajo, lo que significa que no tiene ingresos. El 7 de octubre, con los ataques de Hamás a Israel y la respuesta israelí con la ofensiva en Gaza, la calma tensa que se vivía en la zona se rompió en pedazos. A la escalada de violencia se sumó Hizbolá, milicia chíi libanesa, hermanada con Hamás, lanzando andanadas de misiles al norte de Israel. Sin embargo, hasta el pasado 17 de septiembre (cuando tuvieron lugar las oleadas de explosiones en los buscas y \'walkie-talkies\' de los miembros de Hizbolá y días más tarde el asesinado de su líder Hasán Nasralá), tanto el grupo libanés como el Ejército israelí habían mantenido combates de baja intensidad, pero que ocasionaron que miles de personas abandonaran sus casas.Zeina, guía turística, que vive en el Valle del Bacá en el Líbano ABCAl límiteZeina vive con su marido y sus tres hijos (de diez, siete y tres años) en Zahle, en el valle del Bekáa, a 40 kilómetros al norte de Beirut. No están en la zona más peligrosa del país, aunque ahora mismo, «no hay lugar seguro». Sus hijos solo han podido ir durante una semana al colegio. Cinco días después de empezar, suspendieron las clases. «Estamos al límite. No sabemos qué será de nosotros mañana, si nos atacarán por aire o por tierra. Tenemos mucho miedo», dice la guía. Los ataques israelíes han obligado a cientos de miles de civiles libaneses a abandonar sus hogares. Según las Naciones Unidas, más de un millón de personas se han visto obligadas a abandonar sus casas en el sur del Líbano y reubicarse en el norte. A esta cifra se suma los 100.000 que han llegado a la vecina Siria. Una treintena de estos desplazados están acogidos en casa de Zeina. «No tenemos gran cosa», dice «pero lo compartimos todo. Es lo único que nos queda. Nos organizamos para hacer las comidas y entre la gente del pueblo nos ayudamos unos a otros».Líbano nunca ha sido un lugar tranquilo, «siempre hay guerras, inestabilidad, pero podíamos vivir», cuenta la joven. Aún recuerda cómo fue la guerra de 2006, también con Israel. Un conflicto que duró 34 días y que acabó con la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que estableció un alto el fuego. «Entonces no había los bombardeos que estamos sufriendo ahora», recuerda. Antes de que se intensificara el conflicto entre el Ejército israelí e Hizbolá, el Líbano ya estaba sumido en una crisis financiera y política. Pero la situación en la región y la falta de turismo ha agravado mucho más la situación. «Este dinero (hablando sobre el turismo) es lo que mantiene vivo al país», dijo en una entrevista el ministro de Economía y Comercio libanés, Amim Salam.Pérdidas millonariasPérdidas millonariasHace un mes, Salam estimó en más de 10.000 millones de dólares las pérdidas como consecuencia del conflicto en la región. Este dato se basa en una estimación en las pérdidas de ingresos y daños a las infraestructuras del país. Ya hace unas semanas, los gobiernos internacionales emitieron advertencias de viaje y las aerolíneas suspendieron vuelos. El gasto turístico en el Líbano supuso un importante impulso para una economía que ha estado en crisis durante los últimos cinco años, debido a una crisis bancaria y de deuda multiplicada por las consecuencias de la explosión del puerto de Beirut en agosto de 2021. ¿Qué harán si se intensifica la guerra? «Estoy intentando ir a vivir a España con mi familia. Es imposible quedarnos aquí. Solo queremos vivir una vida normal», expresa la joven.

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