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Nobel de Medicina

La medicina es un arte, pero a veces también ciencia, cuando la invaden bioquímicos y farmacéuticos.
En los últimos años este premio venía siendo otorgado a investigadores que trabajan sobre las enfermedades de los ancianos  en los países desarrollados, y supongo para compensar este año se ha dividido por mitades entre descubridores de antiparasitarios, es decir enfermedades de los pobres en países donde la alta natalidad supone una población mayormente joven.

Los tres laureados son ancianos, y sus descubrimientos datan de 30 años atrás, así que podríamos decir es un premio consuelo, que les podrían haber dado antes.

La mitad del premio será para una farmacéutica china, que descubrió en épocas de la guerra de Vietnam, un nuevo medicamento para tratar el paludismo, a pedido de Vietnam del Norte, que veía sus soldados volver de Vietnam del Sur, enfermos de paludismo resistentes a los medicamentos existentes. En esas épocas, de Revolución Cultural en China, los científicos y profesionales en general eran mal vistos, aunque quizás no los que podían ser útiles para la guerra.

La penicilina, el primer antibiótico, apareció también en épocas de la Segunda Guerra Mundial, y solo para uso militar, hasta que se pudo abaratar. Las guerras siempre hacen progresar mucho la investigación médica porque la valentía del soldado esta en gran parte determinada por la seguridad de atención en caso de ser herido, y por eso la medicina militar fue la primera medicina costeada por los gobiernos, y reservada a los militares y ex militares, mucho mejor que la que se costea para los civiles pobres, en todo el mundo, quizás con la excepción en Argentina de los ex combatientes de Malvinas, que librados a su suerte se suicidan en grandes cantidades, algo que también ocurre en Estados Unidos con los veteranos de Vietnam, porque como nosotros en Malvinas, fueron derrotados allí.

La carrera de medicina en China en la Revolución Cultural fue reducida a un año, combinando estudio y trabajo en el arrozal, para evitar que, como es habitual, el médico creyera al recibirse, ser alguien superior, con derecho a una vida más cómoda que el resto de la población, y por años este principio se ha mantenido también en Cuba, pagando a los médicos un salario similar a cualquier trabajador, aunque recientemente, y en parte debido a los grandes ingresos  por la exportación de servicios médicos, se han otorgado aumentos por encima de la media, aunque manteniendo la prohibición del ejercicio en forma privada.

En China, lógicamente todo eso del médico del arrozal ya no corre más, porque ahora todos son especialistas privados.

El sistema de salud cubano es muy bueno para la gente, pero muy malo para el médico, me dicen los colegas fugados de la isla, que debo examinar en trámite de reválida de título, y agregan que con el tiempo que llevan en Argentina se han dado cuenta que aquí es exactamente al revés, y por haberse enterado de eso, se fugaron hacia aquí en busca de una vida más cómoda. Algunos simplemente se quedaron, al haber sido enviados en misión oficial. Me dicen que algunas universidades en Argentina los rechazan por haber desertado de un sistema de salud tan bueno, que la OMS alaba más que a cualquier otro en el mundo.

El paludismo, una enfermedad que azotaba al norte de Argentina, fue controlado en los 50 mediante un gran programa nacional, que tuvo tal éxito, que el director fue llevado a la OMS para organizar un programa mundial de control, que fracasó completamente, pues las condiciones ecológicas en otras partes eran más favorables a los mosquitos, que se hicieron rápidamente resistentes a los insecticidas, y el principal, el DDT fue eliminado, cuando se comprobó su efecto cancerígeno.

En la actualidad unas 500 millones de personas enferman de paludismo cada año en el mundo, en zonas tropicales, y dos o tres millones mueren. Los parásitos que producen la enfermedad, transmitidos por mosquitos, distintos a los del dengue, también se vuelven resistentes a los medicamentos, de manera que la búsqueda de nuevos medicamentos es necesaria, aunque menos intensa que otros medicamentos, que pueden venderse a poblaciones de mejores ingresos, de allí que se llama al paludismo,  y otras similares, como el Chagas, “enfermedades olvidadas”. Se entiende olvidadas por la investigación que financian las farmacéuticas, ya que ¿Quién compraría acciones de una empresa que producirá medicamentos para pobres que no tienen para pagarlos?

En Argentina aparecen ya pocos casos, aunque la presencia del mosquito vector supone el riesgo de reintroducción si llegan casos de países vecinos, y la enfermedad debe ser tenida en cuenta en personas que vuelven de hacer turismo en países tropicales, pues sigue siendo común en el Caribe, un destino tropical común para el turismo argentino.

La otra mitad del premio irá para dos bioquímicos que descubrieron un antiparasitario de uso veterinario, muy usado con este fin en Argentina, que luego se vio podía curar enfermedades parasitarias humanas comunes en África, entre ellas la llamada “ceguera de los ríos”, puesto que los parásitos se alojan en el ojo, y que también existe en América, pero solo en algunas regiones amazónicas.

Las dos farmacéuticas internacionales que fabrican el producto lo donan para tratar los millones de pacientes de estas enfermedades, lo cual muestra que estas farmacéuticas no son tan chupasangres como dicen sus enemigos, sino que también tienen un costado humano publicitario, ya que han recibido enormes multas por publicidad engañosa de sus productos, del mismo tipo que uno suele encontrar en las iglesias, sobre objetos varios, la inscripción “donación de la familia tal”, como forma quizás de expiar pecados en otros aspectos.

Como se ve, aunque el premio se llama de Medicina, no lo han ganado médicos, sino farmacéuticos y bioquímicos, lo que es usual, pues la medicina no es una ciencia, sino sobre todo un arte, que entre otras cosas debe adaptarse al gusto del cliente, de allí la proliferación de cesáreas, liposucciones, y otras prácticas peligrosas, y se podría decir que hay tantas medicinas como médicos y clientes, aunque en los casos en que la ciencia muestra  que tal tratamiento es sin duda mejor, se impone a  todas las creencias médicas, aunque esto ocurre por ahora solo en una minoría de enfermedades, dejando mucho margen de maniobra al “arte”, incluyendo la moda más o menos reciente de medicinas alternativas, y truchas para enfermedades crónicas más o menos incurables.

Se están haciendo ensayos científicos sobre el tratamiento de la apendicitis aguda con antibióticos, algo que no existía, cuando se comenzó a tratarla con cirugía, y si se demuestra que es mejor, o al menos igual, sin duda implicará la pérdida de fuentes de trabajo, que deberán ser suplidas por la creación de otras, como la sexología, sea en sus variantes laicas o bíblicas, o la menopausologia, una nueva especialidad dentro de la ginecología, destinada a la mujer menopaúsica, que ya existe en Cuba, pero creo aun no por aquí, ver http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S0864-21252005000500017&script=sci_arttext

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