Justo cuando los gobernadores insisten en la presentación de un proyecto para la ampliación de la corte, las repercusiones alejadas de la política parecen apoyar la idea de agrandar el número de miembros de la cabeza del único poder no democrático del Estado.
El día del periodista, el juez de la corte provincial, Víctor del Río se mostró favorable a aumentar el número, aunque no dio precisiones si está de acuerdo con la cifra que promueven los gobernadores. De lo que no quedan dudas es que está pendiente de atender en profundidad y desarropados de las cuestiones políticas que hoy tiñen todos las acciones de uno y otro bando, los graves desvaríos en que el Poder Judicial ha caído al perder el rumbo que debe orientar su acción.
Como a finales del gobierno de Cristina Fernández en 2015, sectores de la Justicia están operando con virulencia en el escenario político. Aguijoneados por el poder real que quiere volver a imponer a uno de sus alfiles en la Casa Rosada. Para ello conceden a las piezas que manejan la parte en la que desarrollan políticas, las que se ejecutan a nivel micro, devaluando salarios, haciendo pesar el costo del conservadurismo económico en los sectores menos favorecidos.
Todos hechos concatenados, la caída de la investigación de las reuniones en Olivos del ex presidente Mauricio Macri con jueces de la Cámara Nacional de Casación Penal, el mismo rumbo seguirá el espionaje oficial a familiares de los marinos del ARA San Juan, el congelamiento de la quiebra del Correo Argentino, la decisión de la Cámara de Apelaciones de la Capital Federal, de reabrir una investigación prescripta por ataque de Montoneros a un comedor de la Policía Federal en 1976, el previsible fallo de la Corte sobre los fondos que el ex presidente Macri concedió por decreto a la Ciudad de Buenos Aires y que por la misma vía recortó el presidente Alberto Fernández.
La renuncia de Matías Kulfas le dio el pasto que esperaban para intentar agitar también las aguas, en el ámbito de la Justicia. No solo por el Off que el Ministerio de la Producción distribuyó para echar sospechas sobre la vicepresidente de la Nación, Cristina Fernández, en relación con la obra del gasoducto Néstor Kirchner que planea sacar el gas de Vaca Muerta. El fiasco se llevó la oposición cuando el ex ministro citado como testigo se desmarcó del comunicado off de récord.
Kulfas demostró ante el juez que es lo que en el barrio se llama “bocón”, que mintió en su off, o que no tuvo el coraje para confirmarlo ante la Justicia. Con todo, su actitud confirmó que estuvo bien despedido y que sus actitudes solo contribuyen a esmerilar no solo a la vicepresidente a quien pretendía desprestigiar, sino el propio gobierno, incluido al presidente Alberto Fernández, a quien supuestamente respondía incondicionalmente.
La designación de Daniel Scioli como ministro de Producción revela que el presidente no puede crear el Albertismo, pero el desplante de Kulfas indica también que lo que quede de la estructural leal al jefe de Estado se conforma con jugar a la interna y no con la visión final del retener el gobierno en el Frente de Todos.
Si alguna posibilidad hay de que el gobierno sea alcanzado por una investigación judicial no está frenteras adentro de nuestro país, sino en Bolivia. La ex presidente de facto Jeanine Añez fue condenada a 10 años por su golpe de Estado. El Golpe que el presidente Fernández denunció en la cumbre de las Américas involucrando a la OEA.
La participación del gobierno argentino, aprovisionando con pertrechos bélicos el gobierno golpista podría ser investigado en el país vecino. El brazo podría alcanzar al ex presidente. De todas maneras, con Fabian “Pepín” Rodríguez Simón, ya se puede saber cuál es la reacción de quienes tienen que responder ante una investigación. No es descabellado pensar que, en tal caso, el propio Macri pudiera pedir asilo en Uruguay. Si le funciona a Rodríguez Simón, más todavía cuando más alto se avance.
Nada surgirá de una república que no puede otorgar independencia a su Poder Judicial. Menos con un poder que rifa su dignidad en el altar de la política partidaria. Que ha dejado de ser del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.