Opinión del Lector

Pantalla si, pantalla no, con este tecladito me quedo yo

La UNESCO presentó el Informe Global de Monitoreo de la Educación, en el cual advirtió sobre las consecuencias del excesivo uso de la tecnología, especialmente de celulares y computadoras, en el aprendizaje de los estudiantes. Al respecto opinó Fabio Tarasow, coordinador Proyecto Educación y Nuevas Tecnologías (PENT Flacso Argentina).



En los últimos años hemos sido testigos de una montaña rusa de posturas sobre el uso de la tecnología en las escuelas. Pasamos de un entusiasmo desmedido (a veces acrítico) a propuestas de prohibición total y demonización absoluta. Estos vaivenes extremos entre aceptación irreflexiva y rechazo visceral son un callejón sin salida que nos impide avanzar hacia una comprensión profunda sobre este tema.

Las pantallas y dispositivos digitales llegaron para quedarse. Prohibirlos de forma absoluta en las escuelas, es imposible de realizar y por otro lado no soluciona nada. Por el contrario, esa postura niega los usos válidos y valiosos que estas tecnologías pueden tener en manos de docentes creativos que las utilizan de forma crítica, responsable y fundamentada pedagógicamente.

Debemos superar la falsa dicotomía entre demonizar y adoptar acríticamente. El verdadero debate no es "tecnología sí o no", sino "para qué" y "cómo" la usamos. Un video puede ser tan poderoso para aprender como un libro si está integrado en una secuencia didáctica inteligente. Una tablet puede potenciar el aprendizaje activo tanto como limitarlo, dependiendo de la propuesta del docente.

No podemos medir el uso de la tecnología en abstracto, sino en relación a un proyecto educativo y una secuencia de actividades con sentido. Hay excelentes ejemplos de usos creativos que estimulan nuevas habilidades en los estudiantes. Y también hay usos "berretas" que empobrecen la experiencia de aprendizaje.

Pero al mismo tiempo tenemos que lograr (y respetar) los acuerdos de cuando no utilizar los dispositivos en el aula. Así como son muy útiles, son también un imán de la atención que nos distrae y nos saca del foco, cuando realizamos tareas que no requieren de la pantalla para completarse.

Lo importante, en todo caso, es que los docentes reciban capacitación para incorporar estas herramientas de forma significativa crítica y orientada a objetivos de aprendizaje claros. Prohibirlas sin más es una salida fácil que nos deja sin hacer el trabajo real: formar a nuestros estudiantes en las habilidades que necesitan para vivir y trabajar en el siglo XXI.

Seguiremos teniendo malos y buenos usos de la tecnología, como sucede con cualquier herramienta. Pero con capacitación, creatividad y proyectos atractivos, podemos aprovechar su potencial para empoderar a las futuras generaciones y dotarlas de mejores capacidades para los desafíos del mundo real y mejores herramientas para ayudar a construir un mundo mejor.

Autor: Fabio Tarasow|

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