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Papa Francisco invita a vencer la tentación del desánimo porque el bien crece siempre

El Papa Francisco alentó a tener confianza y no dejar arraigar “la cizaña del desánimo” porque el bien “crece siempre”, incluso en ocasiones de modo “invisible”.

Así lo dijo el Santo Padre este 13 de junio antes del rezo del Ángelus dominical ante numerosos fieles reunidos en la plaza de San Pedro.

Al comentar el pasaje del Evangelio de San Marcos en el que Jesús habla del Reino de Dios con dos parábolas, el Santo Padre destacó que “el Evangelio nos pide una mirada nueva sobre nosotros mismos y sobre la realidad; pide que tengamos ojos grandes que saben ver más allá, especialmente más allá de las apariencias, para descubrir la presencia de Dios que, como amor humilde, está siempre operando en el terreno de nuestra vida y en el de la historia” y añadió que “esta es nuestra confianza, es esto lo que nos da fuerzas para seguir adelante cada día con paciencia, sembrando el bien que dará fruto”.

En esta línea, el Papa señaló “¡Qué importante es esta actitud para salir bien de la pandemia!” por lo que sugirió “cultivar la confianza de estar en las manos de Dios y, al mismo tiempo, esforzarnos todos por reconstruir y recomenzar, con paciencia y constancia”.

Además, el Santo Padre reconoció que “también en la Iglesia puede arraigar la cizaña del desánimo, sobre todo cuando asistimos a la crisis de la fe y al fracaso de varios proyectos e iniciativas”.

“No olvidemos nunca que los resultados de la siembra no dependen de nuestras capacidades: dependen de la acción de Dios. A nosotros nos toca sembrar con amor, esfuerzo, paciencia. Pero la fuerza de la semilla es divina”, afirmó el Papa.

Además, el Santo Padre recordó que “Jesús hablaba en modo fácil de entender, hablaba con imágenes de la realidad, de la vida cotidiana” y agregó que “las parábolas se inspiran precisamente en la vida ordinaria, y revelan la mirada atenta y profunda de Jesús, que observa la realidad y, mediante pequeñas imágenes cotidianas, abre ventanas hacia el misterio de Dios y la historia humana”.

“Así, Jesús nos enseña que incluso las cosas de cada día, esas que a veces parecen todas iguales y que llevamos adelante con distracción o cansancio, están habitadas por la presencia escondida de Dios, es decir, tienen un significado. Por tanto, necesitamos ojos atentos para saber buscar y hallar a Dios en todas las cosas”, advirtió el Papa.

En este sentido, el Santo Padre lamentó que “a veces, el fragor del mundo y las muchas actividades que llenan nuestras jornadas nos impiden detenernos y vislumbrar en qué modo el Señor conduce la historia”.

A pesar de ello, el Papa explicó que el Evangelio asegura que “Dios está obrando, como una pequeña semilla buena que silenciosa y lentamente germina. Y, poco a poco, se convierte en un árbol frondoso que da vida y reparo a todos”.

“También la semilla de nuestras buenas obras puede parecer poca cosa; mas todo lo que es bueno pertenece a Dios y, por tanto, humilde y lentamente, da fruto. El bien -recordémoslo- crece siempre de modo humilde, de modo escondido, a menudo invisible”, añadió.

De este modo, el Papa resaltó la enseñanza de Jesús en la parábola del campesino que “arroja la semilla y luego no sabe cómo produce fruto, porque es la semilla misma la que crece de manera espontánea,durante el día, por la noche, cuando él menos se lo espera” hecho que demuestra que “con Dios siempre hay esperanza de nuevos brotes”.

“En muchas situaciones de la vida puede suceder que nos desanimemos al ver la debilidad del bien respecto a la fuerza aparente del mal. Y podemos dejar que el desánimo nos paralice cuando constatamos que nos hemos esforzado, pero no hemos obtenido resultados y parece que las cosas nunca cambian”, reconoció el Papa.

Por ello, el Santo Padre rezó para que “María Santísima, la humilde sierva del Señor, nos enseñe a ver la grandeza de Dios que obra en las cosas pequeñas, y a vencer la tentación del desánimo fiándonos de Él cada día”.

A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco:

San Marcos 4,26-34

26 En aquel tiempo, Jesús decía: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; 27 duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. 28 La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. 29 Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega.»

30 Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos?

31 Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; 32 pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra.»

33 Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; 34 no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.

ANGELUS DOMINICAL PAPA FRANCISCO

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