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¿Por qué el riesgo de caos se multiplica durante la transición entre dos presidentes?

El sistema parlamentario del Reino Unido resulta admirablemente expeditivo. Tras una nueva mayoría electoral en Westminster, no deja de sorprender –incluso al gato Larry que a sus venerables 17 años ya ha visto de casi todo– la velocidad a la que el camión de mudanzas llega hasta el número 10 de Downing Street. En contraste, un sistema presidencialista como el de Estados Unidos tiene un ritmo de transición mucho más ralentizado. De hecho, entre las elecciones de noviembre y el relevo del 20 de enero, los presidentes son conocidos como \'patos cojos\' (lame ducks). La paradoja de este prolongado interregno es que el presidente saliente, a pesar de su evidente fecha de caducidad, conserva intactos todos sus poderes e influencia. Tal y como dramáticamente demostró hace cuatro años el mismísimo Donald Trump con el asalto al Capitolio. Joe Biden ha tomado también una decisión trascendental: permitir a Ucrania lanzar ataques limitados contra Rusia utilizando misiles de largo alcance de fabricación estadounidense. Medida que Washington ha evitado tomar por miedo a una escalada pero que finalmente se ha materializado tras el despliegue de miles de tropas norcoreanas en apoyo de Rusia y la ofensiva en curso contra ciudades ucranianas. En circunstancias normales, las transiciones en la Casa Blanca nunca son fáciles, en parte porque son inusualmente largas. Durante más de 70 días, la mayor potencia del mundo se encuentra en una zona de penumbra presidencial. Un interregno que en el caso de Joe Biden y Donald Trump resulta especialmente peligroso al coincidir con las guerras que asolan Europa y Oriente Próximo, y el riesgo de un tercer conflicto en Asia.Noticia Relacionada estandar Si Rusia advierte a Washington: permitir a Ucrania atacar con misiles de largo alcance eleva la tensión Rafael M. Mañueco | Corresponsal en MoscúA veces, estos interregnos plantean oportunidades para el entendimiento. Pero las próximas diez semanas tienen todas las papeletas para que los problemas se conviertan en tragedias. Tanto Netanyahu como Putin han tenido muy presentes el calendario electoral de Estados Unidos. Y el irascible, transaccional e impaciente Trump no ha hecho más que multiplicar toda esta peligrosa incertidumbre haciendo la guerra por su cuenta desde Mar-a-Lago.

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