Opinión del Lector

Por qué hoy voy a la Plaza

Miércoles 12 de junio. Llegué pasadas las trece, creo. Ya estaban las vallas que separaban al Congreso de la Plaza, repleta de gente. Para mi sorpresa transité el trayecto Callao/Entre Ríos sin obstáculo alguno. Una fila de chalecos de gendarmería bordeaba la curva sobre Hipólito Irigoyen. Algunas personas sacaban fotos a medio metro de ese imperturbable cordón verde. Me dio miedo. Hice lo propio pero varios metros atrás. Los micrófonos y las cámaras de los medios iban y venían. Retrocedí una cuadra y por las calles aledañas llegué hasta las columnas que se apostaban sobre Avenida de Mayo. Me sorprendió la cantidad de gente. Vislumbré un escenario parecido a las marchas recientes, la de la CGT; la de las Universidades. Llegué hasta la 9 de Julio. Un grupo de políticos discutía en la esquina de Cerrito, Ricardo Alfonsín entre ellos. Como daba para largo me volví al consultorio, dispuesto a sumarme a la protesta un par de horas después. Ya en el bondi empecé a ver en el celu las imágenes del hidrante sobre las vallas que daban a la esquina de Callao. Más tarde el avance de la Prefectura sobre los manifestantes; los canas disparando y el gas en el rostro de los diputados; para ya luego ver a las personas que se llevaban detenidos. La tele mostraba una plaza desolada. Era un espanto. Pero el malestar, la amargura, ese dolor oscuro que te recorre el cuerpo hasta llegar al centro del pecho fue cuando escuché lo del golpe de estado y la acusación de terroristas. Que desde el estado se acuse de terroristas a personas del llano me pudo. Hacía mucho, mucho, que no escuchaba esa retórica. Ni con Macri. De golpe me fui llevado a los años de la dictadura. De las dictaduras. Con Macri dijeron de todo sobre los mapuches, pero no recuerdo que hablaran de terroristas, mucho menos de golpe de estado. Ahora sí. El cambio es bien adrede. Están buscando que aparezca algo, cualquier cosa, para tildarlo de terrorista y subversivo y si no, lo crean ellos mismos. Hace unas pocas semanas durante un encuentro en la Esma sobre el tema de Lo Siniestro, la diputada Victoria Montenegro señalaba que si algo descoloca a este gobierno es la vocación pacífica del campo nacional y popular, la cual, desde ya, no es la tibieza que cierto sector de la política demuestra ante el avance de los grupos reconcentrados de la economía (para no hablar de la lisa y llana traición). Entonces, ante esta actitud responsable de la gente en la calle, es el propio gobierno el que hoy viste su agresión con el discurso del golpe. La Patricia Bullrich del 2017 --cuyos operativos en el Sur terminaron con la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado--, no se animó a reprimir las innumerables manifestaciones que exigían la aparición con vida del joven tatuador. Mucho menos la inmensa e histórica marcha contra el aberrante fallo del 2x1. A nadie se le hubiera ocurrido que podía terminar preso en un penal y con una grave acusación por participar en una manifestación pacífica. Ni siquiera durante los altercados entre un sector de los manifestantes y la policía en la protesta por la Reforma jubilatoria en diciembre de 2017 se habló de terroristas ni de golpe de estado. No podían. Hoy sí. A esto nos enfrentamos. Un gobierno que llegó vociferando Libertad adopta actitudes propias de una dictadura. (Ya lo dijo Villarruel: esto se arregla con una tiranía). El mensaje es clarísimo. Amedrentar. Amenazar. Las fotos de la ministra de Seguridad en las ominosas cárceles de El Salvador de Bukele no buscan otra cosa.



Por eso la amargura. La desazón. Por eso hoy voy a la Plaza. Buscan sumergirnos en un Estado de desamparo, material y simbólico. La sensación de que pueden hacer cualquier cosa. Por eso hoy voy a la Plaza. Comprar legisladores. Sancionar leyes aberrantes. Meter preso a cualquiera. Voy a destruir el estado, dijo Milei. El golpe es de ellos. El golpe de Estado es de ellos. Ellos son los terroristas. Por eso hoy voy a la Plaza. Nos están midiendo. Expectantes. Quieren saber qué vamos a hacer. Yo quiero saber qué voy a hacer Yo. No soy valiente. Mucho menos temerario. Por eso hoy voy a la Plaza. Ver a estas personas, acusadas de terrorismo me enferma. Saber que una vez detenidos los patearon, los desnudaron y les tiraron gas pimienta es intolerable. Por eso hoy voy a la Plaza. Quedarme pasivo para ver cómo nos retrotraen a lo peor de nuestra historia me hace daño. Por eso hoy voy a la convocatoria en la Plaza. Unidad. Organización. Hagamos valer la historia, la experiencia. Que la convicción surja del debate, del encuentro, del contacto de los cuerpos. Abrazarnos para no bajar los brazos, dice una consigna maravillosa que escuché el último 24 de marzo. Nos vemos hoy en la Plaza.



Sergio Zabalza es psicoanalista. Doctor en Psicología por la Universidad de Buenos Aires.

Autor: Sergio Zabalza|

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