Mujeres de hoy

¿Por qué una retirada a tiempo es una victoria? Cómo tomar un nuevo rumbo en el trabajo o las relaciones

Abandonar una profesión, una relación o un trabajo cuando no son lo que quieres antes de que sea demasiado tarde es todo, menos fácil. Más bien todo lo contrario. Puede pasar que nuestros familiares y amigos lo ven claro, nos mandan señales, nos den consejos, nos argumenten de que es momento de dejar aquello que no nos satisface y, sin embargo, está en nuestra naturaleza perseverar hasta el final. O, quedarnos como estamos que es más cómodo. Vivimos en una cultura que promueve que resistir ciertas situaciones son sinónimos de coraje, fuerza, firmeza y capacidad inquebrantables. ¿Por qué nos aferramos a relaciones o trabajos que no nos benefician? Según Annie Duke, experta en toma de decisiones y estrategias, escritora, conferenciante y autora de ¡Abandona! (editorial Alienta, 2024), la respuesta es simple: "frente a situaciones inciertas, no sabemos cuándo rendirnos".

POR QUÉ NO QUEREMOS RENUNCIAR A NADA

No son los más, pero existen deportistas, políticos, personajes públicos o artistas quienes han dado el paso, voluntariamente o cuando se han sentido obligados a ello. Ellos han quedado en la historia en ese punto, el tiempo se ha paralizado para ellos y, en general, se aplaude su decisión. Sin embargo, hay más historias de quienes no lo han hecho, con un final menos halagüeño. "Cuando el mundo te dice que abandones, cabe la posibilidad de que tú veas algo que el mundo no ve, lo que hace que persistas legítimamente, incluso cuando otros abandonarían la causa. Pero cuando el mundo te grita a pleno pulmón que lo dejes y tú haces oídos sordos, el coraje puede convertirse en insensatez", reflexiona la autora.

Por eso, una vía para cambiar ese rumbo es detectar qué nos impide abandonar a tiempo y darle un giro para poder hacerlo.

POR QUÉ RETIRARSE A TIEMPO

Saber renunciar en el momento oportuno es una de las claves para poder tomar mejores decisiones y conseguir avanzar. Solo soltando, podrán aparecer nuevas cosas en la vida. Desde las disciplinas económicas hasta las teorías de los juegos, la ciencia nos explica que, si bien perseverar permite evolucionar y conseguir objetivos, también lo hace innovar otros caminos, para los que será necesario dejar de lado los habituales. "Saber cuándo debemos abandonar es una habilidad que merece la pena desarrollar", afirma Duke.

Cuando nos aferramos a algo que no puede ser o no funciona, caminamos directo al estancamiento, que se acompaña de malestar y frustración. ¡¿Cuántas veces no nos hemos obcecado con algún objetivo profesional, personal o relacional, sabiendo de antemano que no puede ser?! "La persistencia no es siempre la mejor decisión, y menos aún cuando las circunstancias no casan con esa obstinación", añade. Persistir está muy bien, pero renunciar a tiempo puede ser, incluso y en ocasiones, mejor. Y bastante difícil, por cierto.

POR QUÉ NOS EMPEÑAMOS EN PERSISTIR SIN RENUNCIAR

Cuando, emocionalmente, no logramos soltar algo, no conseguimos superar situaciones del pasado; nos aferramos a ellas y esto nos genera malestar. No tenemos que cargar con todo lo que hemos querido, valorado o nos ha sido útil en algún momento de nuestras vidas.

Duke nos recuerda casos como el considerado el mejor boxeador del mundo, Muhammad Ali, al que le sugerían que era hora de colgar los guantes y él hacía oídos sordos. "Ali pagó un alto precio por seguir peleando hasta casi los cuarenta años. Ya había mostrado signos de daño neurológico hacia el final de su carrera", afirma Duke, quien describe algunas de las razones por las que nos cuesta abandonar:

  • No escuchamos. Ali no escuchó a quienes le decían que lo dejara. "La ciencia nos está diciendo que cada día nos estamos aferrando a cosas demasiado tiempo, a pesar de las señales de que deberíamos dejarlas estar", sostiene la oradora. Escuchemos más.
  • Conservamos la connotación negativa. Puede que no escuchemos cuando nos dicen que renunciemos a algo, por la imagen que sobrevuela cuando hablamos de abandonar. En una sociedad en la que todas las frases motivacionales conducen a la idea de que perseverar es bueno, mientras que abandonar, según la autora, se relaciona con fracasar, capitular, perder. "Abandonar denota falta de carácter, mientras que el coraje, describiendo a quienes perseveran con términos tan positivos como capaces, inquebrantables, firmes, decididos, audaces, intrépidos, valientes y resistentes, son personas con agallas, valor, temple, tenacidad o perseverancia".
  • Trucamos la balanza. La autora opina que nos autosaboteamos, ya que cuando elegimos seguir (y no renunciar), en ocasiones nos estamos estafando a nosotras mismas. "Hay un pulgar cognitivo y conductual que inclina la balanza hacia la perseverancia en el momento de sopesar el coraje frente al abandono".
  • Tenemos miedo a lo desconocido. Sin duda el statu quo es más cómodo que dar un salto hacia un espacio desconocido. Parar, renunciar y cambiar es un acto que requiere esfuerzo y una intención racional. Y nos da miedo. Aquí calza perfectamente el refrán "más vale malo conocido que bueno por conocer", que refleja el obstáculo mental que nos incapacita para dejar atrás una situación que resulta dolorosa o desagradable. En este escenario, "a la hora de elegir entre nuevas opciones, nuestra aversión a la pérdida nos lleva a tomar decisiones que un actor racional no tomaría". Además, "somos más tolerantes con los malos resultados de seguir, que con los malos resultados de cambiar a algo nuevo", dice la experta.
  • Nos invaden los sesgos. Todo en nuestra vida está teñida de sesgos. "Cuando empezamos algo, ya sea poniendo dinero en el bote, iniciando una relación o un trabajo o comprando acciones, abrimos una cuenta mental. Cuando dejamos de hacer algo, ya sea dejando una relación o un trabajo o vendiendo las acciones, cerramos esa cuenta mental". Y resulta que no nos gusta cerrar las cuentas mentales en pérdidas. Uno de los sesgos que identifica Annie Duke es el de la dotación, con el que valoramos algo que poseemos más de lo que haríamos en caso de no ser nuestro. "El efecto dotación es un obstáculo para abandonar porque cuando valoramos irracionalmente las cosas que poseemos, calculamos mal su valor esperado. Podemos pensar que la empresa que creamos, el proyecto que ideamos o la creencia que tenemos valen más de lo que realmente valen. Preferimos quedarnos con el statu quo".
  • Creemos al traidor ‘¿y si…?’. Esta pregunta nos martillea la cabeza, cuando nos batimos entre seguir o abandonar. Es aplicable a todos nuestros ámbitos: ¿y si hubiera ‘aguantado’ más en mi relación? ¿Y si hubiera perseverado hasta conseguir ese puesto casi imposible? O, cuando abandonas, ¿y si no hubiera cambiado de carrera? ¿Y si hubiera seguido en el mismo trabajo?

CUÁNDO ES EL MOMENTO: LEE LAS SEÑALES

Es lo más difícil de saber. Cuando nos asalta la vertiginosa idea de retirarnos de la partida, nos convencemos de que, en realidad, nuestra situación no es tan mala. Como decíamos antes, nos acomodamos en el statu quo. Es ahí cuando debemos aprender a escuchar las señales. Duke reflexiona que "en el momento en que abandonar se convierte en la mejor opción, las cosas no suelen parecer especialmente sombrías en la práctica, aun cuando el presente contenga pistas que pueden ayudar a vislumbrar cómo se desarrollará el futuro. El problema radica en que, tal vez debido a nuestra aversión al abandono, tendemos a desestimar las pistas del presente que nos permitirían ver lo mal que están las cosas en realidad". Muchas veces, como dice la autora, nos enfrentamos a un dilema: somos severos con quien persevera en una situación que claramente no le beneficia; al mismo tiempo, nos burlamos de quien ha abandonado aparentemente demasiado pronto.

Duke aprovecha su aprendizaje como participante en torneos internacionales de póquer profesional, ya que puede aplicar la teoría del juego a la vida misma: "abandonar mientras se lleva ventaja es, por supuesto, un consejo razonable, especialmente, cuando se ha conseguido ganar en algo que, a largo plazo, es una propuesta perdedora". Y concluye: "un buen momento para dejarlo es mientras estás en racha".

APRENDER A SOLTAR

  1. Aceptar(te): Ser honesta con una misma es siempre el mejor de los consejos, y, además, nos ahorra tiempo y energía. Aunque suena más sencillo de lo que resulta en la práctica, muchas veces las cosas se dan de una manera y no podemos hacer nada para cambiarlas. Aceptarlo no significa fracasar ni ser derrotista, sino que jugar con las cartas que nos da la realidad. Es el momento de abandonar.
  2. Rodéate de un buen círculo. La autora sostiene que el optimismo hace que nos aferremos a cosas que merecen la pena, pero este también hace que te aferres a cosas que han dejado de merecerla. Ahí es donde vale tener una buena amiga, no condescendiente, que te ayude a mirar más objetivamente. «Lo que todo el mundo necesita es ese amigo que le quiera de verdad, pero al que, llegado el caso, no le importe mucho herir sentimientos».
  3. Convive con la incomodidad. Renunciar a algo incomoda al principio, nos llena de incertidumbre e incluso, puede doler. A veces, podemos sentirnos perdidas y con miedo, por lo que toca confiar en una misma, pensar que no por estar acostumbradas a algo tenemos que conservarlo. En casos de crisis, conviene recordar que no solo dejamos algo, sino que también estamos frente a algo nuevo.
  4. Establece criterios de eliminación. En la vida, todos tenemos que tomar decisiones sobre qué oportunidades aprovechar y cuáles son mejor dejar pasar o abandonar. Para ello, dos de los mejores criterios de eliminación son el estado y la fecha, que puedes aplicar a cualquier aspecto vital. Duke repasa frases como "si estoy (o no) en un estado concreto, en una fecha concreta o momento concreto, entonces tengo que dejarlo o seguir". Si tu objetivo es tener una relación estable con tu pareja, por ejemplo, si en determinada fecha no hay movimientos por la otra parte, será mejor plantearlo abiertamente y pensar en estar con una persona que comparta tu misma ilusión.
  5. No te fíes de los falsos progresos. La mente nos engaña a todos y a veces, frente a algo que emite señales evidentes de que no es posible, nos autoconvencemos de que vamos avanzando, subiendo a un pedestal, cuando no es así.
  6. Por último, sigue tu intuición. Un valor al que hacemos poco caso, pero que muchas veces es más sabia que la propia razón.


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Fuente:https://www.telva.com/bienestar/psicologia/2024/11/04/67279adf01a2f1e1bc8b45a4.html

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