Más allá de reparos, todos genuinos y justificables, lo verdaderamente importante en esta etapa política es no ceder terreno frente a la Bestia.
Incluso más allá y a pesar de los duros cuestionamientos que en diversos textos esta columna ha venido formulando --de ninguno de los cuales se reniega y de hecho este columnista ratifica-- es de toda urgencia llamar a votar en favor del gobierno en la próxima instancia y por encima de todos los reparos que se puedan enumerar.
Más aún, aquí se ha subrayado la necesidad y urgencia de reconocer que los ritmos e indecisiones del gobierno han sido, hasta cierto punto, tóxicos. Y ésa y no otra es la explicación del castigo en las urnas --que eso fueron las PASO-- que fue contundente y desbarató las ilusiones de gran parte del elenco gubernamental que no vio venir y quién saber si entendió bien el mensaje de las urnas. Y no sólo en el orden nacional-porteño sino en el del verdadero país real que son los 40 millones de compatriotas que habitamos en el interior, léase en las 23 provincias. Esa paliza dio por tierra --incluso y era hora-- con las ilusiones y errores y torpezas de más de un gobernador.
Pero en política, como en la vida, siempre se aprende si el equivocado es capaz de vencer su propia necedad. Por eso quiere plantear ahora esta columna que bueno será autocriticarse paredes adentro, porque donde hay aprendizaje hay corrección de rumbo, y de eso se tratará en los comicios de noviembre. O sea que la oportunidad está ahí, si bien se lee que el Bestiario triunfó hace algunos domingos no por aumento de sus votos sino por ausencia, bronca y voluntad de castigo de un pueblo que desde diciembre de 2019 no ha visto más que recular en casi todas las áreas y materias, fácticamente, o sea más allá de las buenas intenciones, mejores enunciados y buenísima onda de su Presidente, no así de todos sus subalternos.
Mucho compañerismo consultado, muchas conversaciones y asambleas delatan esto de manera palmaria e indiscutible. Y a la vez es un hecho que mucho pensamiento se orienta a tratar de entender, conjeturas mediante, cómo y por qué a "la Jefa" --como se llama popularmente a CFK-- se le escapó en 2019, en su soledad de estadista y en el armado del Frente de Todos, retener bajo su control la Economía y las Relaciones Exteriores como áreas estratégicas fundamentales. Incluso también el manejo de las obras públicas, y ni se diga el Ministerio de Transportes. Áreas que hacen toda la diferencia en un gobierno popular, y sobre todo en emergencia como la que vivía la Argentina a finales del gobierno arruinador y perverso del Bestiario.
Gobernar un país, cualquier país y ni se diga nuestra Argentina, hoy como en 2019 depende de esos factores prioritariamente: la economía y la posición internacional son vitales, además de la comunicación que ya se sabe fue el gran déficit del entorno presidencial. De esos factores dependen verdaderamente la independencia, la soberanía y el bienestar popular, como lo enseñó y demostró hace 70 años Juan Perón, quiéranlo o no los antitutti de las burguesías urbanas. Ésas que hoy son el 90% de los centros de votación porque este país dejó de ser mayoritariamente campesino, agrario y de familias arraigadas a la tierra.
Cierto también que se luchó contra la pandemia, con tesón y aciertos los primeros meses. Pero tan cierto como que el inicial brillante manejo dejó paso después, y también hay que decirlo, cuando se dejó de manejar la peste con la firmeza debida y además se cedió a la presión porteñista del Bestiario de manera entre blandengue y cobarde, que todo hay que decirlo en estas circunstancias. Lo que entre otras cosas determinó que nuestro país no tuviese --no la tiene aún hoy-- una firme política de control de contagios provenientes del extranjero, ya que todo se reduce a los controles que hace en Ezeiza un laboratorio que tiene el monopolio de los antígenos, y factura millones, cuando en casi todo el mundo los antígenos son gratuitos. Y además sin entender que Ezeiza es una puerta importante, sin dudas, pero la Argentina tiene miles de kilómetros de fronteras con media docena de países hermanos donde los controles son un colador.
Lo anterior quizás no alcance caso por caso para explicar el voto castigo de las PASO, pero no hay mejores maneras --al menos esta columna no las encuentra-- de inventariar el aumento del hambre, la miseria y el abuso empresarial y bancario que actúa desatado y voraz, y absolutamente incapaz de sensibilidad y autocrítica. Es a todas luces inútil seguir tolerando, dejando hacer y hasta mimando a sectores antinacionales cuyo único afán y objetivo parece ser competir por ver quién es el más RicoMacPato de la cámara o asociación empresarial.
Es menester y urgente atender y cauterizar el resentimiento de la mitad más uno del pueblo argentino. Como es menester recuperar esperanzas y místicas comiciales que ahora son tan necesarias como urgentes. No de otro modo debería interpretarse la persistencia en Economía del joven señor Guzmán, quien dos años después insiste en sostener políticas que fueron nefastas siempre y ahora no hay modo de disimularlas. Por eso parece, por momentos, que es más un procurador de elegancias para pagar, que un defensor acérrimo --como debiera serlo-- de los dineros argentinos que son del pueblo argentino y que no deben ser destinados al pago de una deuda en el mejor de los casos dudosa y que no fue auditada, y cuyo mejor destino, y urgente además, debió ser, es y debería ser auxiliar a un pueblo exhausto y harto con toda justificación.
Es ineludible apuntar todo esto de cara al proceso electoral que se avecina y que es de importancia fundamental y extraordinaria. Porque siguen siendo esos los campos básicos para mejorar la vida de millones de argentinos a quienes se pide y de quienes necesitamos los votos en noviembre. Porque ya es inadmisible el hambre en la Argentina, más lo es en los volúmenes actuales.
Guste o no, este país que amamos sólo volverá a ser una nación digna y esperanzadora si empezamos un proceso de cambios, y para eso es preciso, urgente y decisivo que todos y todas nos encolumnemos para votar al FdeT y así fortalecer al gobierno del Presidente Alberto, sí que a la vez recordándole que corrija los rumbos que a grandes trazos nos llevaron hasta este presente inconcencible. Es imprescindible además que volvamos a ser motor de una CELAC sin el amo del Norte. Así, autónomos y firmes, México y Argentina serán capaces de unir a toda la América Latina sin tutelas ni soportando amenazas inadmisibles. Más de 30 países unidos en dos lenguas hermanas y cercanas, con más de 600 millones de habitantes y en uno de los territorios más ricos del planeta, imponen la urgencia de una nueva autonomía global constituyéndose en los Estados Unidos de América Latina poniendo así en marcha los sueños de Bolívar, San Martín, Belgrano y Artigas, por lo menos.
Sueño que es posible, y urgente como siempre, y que hay que subrayar en este país que ahora va a votar mucho más que la composición de un Congreso. Va a votar por su destino, porque si se pierde esta elección las consecuencias serán horrorosas.