Cada vez están más presentes en las farmacias, pero no todos los probióticos valen para lo mismo ni deben tomarse igual. Te damos algunas pistas sobre cómo, y cuándo, pueden beneficiarte.
Los probióticos se encuentran de forma natural en alimentos como el kéfir, el yogur, las aceitunas o productos fermentados como por ejemplo el chucrut. Pero basta echar un vistazo a los estantes de cualquier botica de nuestro país para comprobar que también se han ganado un sitio privilegiado en ellas.
"El número de este tipo de productos en las farmacias es cada vez mayor, y también el uso por parte de las personas que acuden a ellas", nos confirma Aquilino García Perea, vocal de Alimentación del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF).
¿Pero cuándo conviene tomarlos y cuándo no? ¿Existe un momento del día mejor para hacerlo? ¿Sirven todos para lo mismo? Hemos hablado con este experto para despejar estas y otras dudas.
SUS USOS MÁS COMUNES
“Los probióticos generalmente se asocian a la prevención o al tratamiento de la diarrea, que puede ser aguda, del viajero o también la asociada a la toma de antibióticos”, nos cuenta.
- Pero también pueden emplearse en otros trastornos intestinales, como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa.
- Incluso pueden ser útiles para tratar infecciones bucales o para combatir el estrés, la fatiga y el cansancio, añade.
No hay que olvidar que cuando el estrés es crónico, puede acabar debilitando nuestra flora intestinal.
CÓMO ACTÚAN LOS PROBIÓTICOS
Estos microorganismos vivos contribuyen a restablecer la microbiota intestinal o, lo que es lo mismo, las bacterias que pueblan este órgano y que, según numerosos estudios, son indispensables para que nuestras defensas funcionen a la perfección.
Se calcula que en nuestro intestino conviven más de 400 especies de bacterias
En consecuencia, tomarlos puede ayudarte a recuperarte antes y mejor. Pero, eso sí, debes hacerlo siempre que el médico o el farmacéutico lo considere apropiado.
- A la hora de escoger el más adecuado para cada caso, no solo importa la familia de bacterias con la que se ha elaborado el probiótico (la mayoría contienen lactobacilos o bifidobacterias).
Dentro de cada familia hay especies diferentes, y dentro de cada especie numerosas cepas. Y no todas valen para lo mismo.
- Una vez elegido el mejor probiótico según para qué quiera usarse, también hay que tener en cuenta tanto que la cantidad como la duración del tratamiento que se prescriba sea la justa.
ASÍ SE TOMAN
“Según de qué probiótico estemos hablando, habrá una forma determinada de tomarlo”, puntualiza el vocal del CGCOF.
- Por ejemplo, hay algunos que se recomiendan justo después de la comida principal, mientras que otros es mejor usarlos una hora antes de comer.
Por ello, para garantizar su correcta utilización es fundamental recibir asesoramiento del médico o del farmacéutico.
Teniendo siempre en cuenta el consejo anterior, a nivel general Aquilino García Perea recomienda lo siguiente:
- Si el probiótico se mezcla con leche, es mejor que no esté hirviendo. El calor podría acabar dañando a estos microorganismos.
De hecho, en la mayoría se recomienda guardarlos en la nevera, aunque no todos lo necesitan.
- Cuando viene en sobres, una vez disuelto en agua debe beberse durante las 4-6 horas siguientes.
- Para combatir trastornos de las encías lo ideal es tomarlos siempre después de cepillarse los dientes o usar el colutorio.
Hay que tener también en cuenta que no convienen a todo el mundo. Por ejemplo, tal y como apunta el experto, no se aconsejan durante el embarazo ni tampoco administrarlos 15 días antes de vacunarse de la gripe.
LOS PREBIÓTICOS, SUS ALIADOS
Estas sustancias, presentes en ciertos alimentos, son indispensables para sacarles el máximo provecho a los probióticos. De hecho, son su alimento principal.
- El secreto está en que las enzimas de nuestro estómago no son capaces de digerir los compuestos prebióticos, y las bacterias buenas que aportan los probióticos pueden nutrirse de ellos.
- De esta forma, “favorecen el desarrollo de las bacterias beneficiosas del intestino, y disminuyen la cantidad de microorganismos potencialmente patógenos”, explica el experto.
Algunos productos probióticos incluyen, entre sus ingredientes, compuestos prebióticos
Aunque algunas fórmulas de probióticos incorporan también prebióticos, también puedes beneficiarte de ellos a través de la dieta si en ella incluyes alimentos como el plátano, las patatas, la alcachofa, los espárragos, la cebolla, el ajo y el salvado de trigo.
De hecho, tal y como apunta el vocal del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, “si nuestra alimentación es variada, equilibrada y consumimos suficientes probióticos y prebióticos, no sería necesario tomarlos en forma de suplementos”.