Vemos azorados, como dirigentes Justicialistas denotan a otros por el hecho de no haberse expedido en uno u otro sentido ante la interna, incluso son más atacados que aquellos que manifiestan ir en contra. Y no solo no entendemos, también nos preocupa.
Desde el lugar que ocupamos, muy alejados de cualquier tipo de actividad conductiva, como simples militantes que optaron por manifestarse por Cristina (y no ahora sino hace más de dos años) nos cuesta entender la pelea. No es ingenuidad, el compañero gobernador de Buenos Aires comparte el poder en importantes funciones gubernamentales con el sector denominado La Cámpora, que últimamente por la voz de algunos de sus dirigentes, que forman parte de su gobierno repetimos, lo criticaban duramente y públicamente. Especialmente Máximo Kirchner y eso seguramente no sólo molesta al Gobernador sino también lo debilita. Esa molestia se transformó en enojo y el fastidio no supo ser administrado, ni por Axel, ni tal vez por Cristina que debiera haber cerrado “la grieta” entre el heredero material y el heredero político.
No costaba nada un gesto compartido para sellar la unidad y quedar como alternativa indiscutida para 2027, sin embargo, si esto no cierra y pronto, traerá más penas que gloria para el movimiento popular. Seguramente ganará Cristina y puede ser que Axel quede debilitado para ser el candidato en 2027. Por otra parte, no terminar con estas batallas prolongarán la vida política de la alianza anarco libertaria fascista en el gobierno.
Perón antes de morir dejo como legado que su “único heredero era el pueblo” y que la organización vencía al tiempo. Así la lealtad se resignificaba, era solo indiscutible la que era hacia el pueblo. La lealtad no es la sumisión de un dirigente respecto de otro, por mucho que uno tenga más votos. La lealtad no es que uno acepte todo lo que ordena el otro. La lealtad no es ni el silencio ni la aceptación sin discusión de todo lo que decide el líder. Eso es sumisión. Y en el Peronismo no hay súbditos sino compañeros. La lealtad exige información compartida, diálogo, transparencia, pactos y acuerdos. La lealtad no se impone ni se regala, tampoco se otorga. Se acuerda desde el diálogo.
Es un círculo virtuoso. La lealtad inspira lealtad. Esta no se gana con promesas vacías o discursos inspiradores. Se gana con acciones concretas, por ejemplo: reconociendo el esfuerzo, valorando las contribuciones, apoyando en tiempos difíciles, proporcionando oportunidades de crecimiento. Por todos esos motivos, más la representatividad natural que indudablemente tiene es que optamos por Cristina Conducción, de la misma manera que en su momento optamos por Axel para que gobierne la provincia más importante del país. Es con ambos.
En las organizaciones democráticas se valoran las lealtades y son la herramienta más importante de su fortaleza y larga vida, pero sólo cuando son recíprocas entre los dirigentes y sus bases, entre los líderes y sus colaboradores que le ayudan a alcanzar la cumbre.
En la ley de causa y efecto, rige una energía permanente de la vida: del dar y recibir. Cuando este ciclo permanente se rompe, es el presagio de un rompimiento que carcome hasta destruir a las organizaciones, la lealtad no es un monólogo, sino un eterno fluir en ambas vías, que cuando se estanca presagia la tragedia. Por eso, lo mejor es, reiteramos, la lealtad recíproca; si no es así, es inexistente.
Quizás, no estamos seguros, Axel piense que Cristina no es lo mejor para esta etapa, eso no lo convierte en Pilatos o Judas o en un desagradecido, es un compañero que piensa diferente. Un compañero valioso que debe ser preservado. Es más, debiera ser apoyado en la pelea que está dando desde la función contra Milei y el régimen. Kiciloff no es Scioli, Fernández, Moreno, Alperovich, López ni tantos otros que no vale la pena ni mencionar.
Es preferible, en este delicado asunto, caminar y no correr. Pensar antes de hablar, silenciar a intermediarios y mediadores. Peleas las vimos muchas veces y también saldarlas. Nunca pensamos que Fernández o Massa podrían haber sido nuestros candidatos. Ellos sí jugaron en contra de Cristina, se fueron por afuera del Peronismo.
Reafirmando que es Cristina la que mejor representa el interés general y que éste prevalecerá por sobre los intereses y ambiciones particulares, que Axel no es un problema ideológico, que todos nos sostenemos en una idea, un pueblo y en una esperanza de liberación, llamamos a la convivencia, al dialogo. Ningún Peronista está de más.