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¿Qué hay de cierto detrás de la posible demolición del Luna Park?

El emblemático estadio Luna Park, uno de los recintos deportivos y culturales más importantes de la Argentina, cerrará sus puertas al final de este 2024.

En un principio, esto sería solo por algunos años mientras se llevan adelante refacciones, pero éstas mismas despertaron bastante polémica por el proyecto que tienen en mente sus nuevos concesionarios, que implica la demolición del actual edificio.

Sin embargo, el espacio es Monumento Histórico Nacional y cuenta con protección patrimonial e histórica por parte de la Ciudad de Buenos Aires, lo que implica que no puede ser demolido ni modificado, pero esto puede revertirse si las distintas partes se ponen de acuerdo.

Si bien, precisamente, algunas de las mismas ya dieron el visto bueno para avanzar en la remodelación, falta el ‘ok’ de varios otros actores, entre los que se incluye el gobierno porteño y el mismísimo Papa Francisco.

Entonces, ¿qué hay de cierto en que ya es un hecho la inminente demolición del “Palacio de los Deportes”?

A mediados de este 2024, la empresa DF Entertainment, una de las más importantes productoras de Argentina, propiedad de Diego Finkelstein y adquirida en un 51% por el gigante mundial del rubro Live Nation, logró ganar el proceso para tener la concesión por 40 años (20 y luego otros tantos de prórroga) del mítico Luna Park.

La Iglesia, a través de una sociedad entre el Arzobispado porteño (en representación de Cáritas Argentina) y la Sociedad Salesiana Don Bosco, es la dueña del espacio desde 2013, cuando falleció la última integrante directa de la familia Lectoure, Ernestina (esposa de José y tía de Tito Lectoure), dictando previamente que ese era su legado.

Esta sociedad le hará entrega del espacio a DF Entertainment a partir del 2 de enero y la empresa deberá abonar en ese momento una prima de un millón de dólares para poder tomar posesión, y esa misma cifra luego deberán volver a abonarla de manera anual en concepto de ganancias garantizadas.

La idea de los nuevos concesionarios es poner en valor un edificio que si bien nunca dejó de funcionar hace mucho tiempo se encuentra “dejado”, y el plan es competir directamente contra el Movistar Arena.

Para ello, buscarán que el Luna Park pase de tener su capacidad actual de 8.400 espectadores a unos 13.000, quedando tan solo en mil personas por debajo del recinto de Villa Crespo, uno de los más populares en eventos musicales en el último tiempo.

No obstante, el proyecto que tienen DF Entertainment y Live Nation para alcanzar ese número implica la demolición del palacio, conservando únicamente la fachada art decó obra del arquitecto húngaro Jorge Kálnay, para lo cual prevén una inversión de unos 34 millones de dólares.

A principios de 2007, el entonces presidente Néstor Kirchner declaró al Luna Park como Monumento Histórico Nacional, y tanto eso como el hecho de formar parte del área de protección histórica de la ciudad de Buenos Aires hacen que legalmente no sea posible modificar ni derribar el edificio sin una aprobación de estas partes.

Si bien la Iglesia dio su autorización a los concesionarios para demolerlo, está especialmente aclarado que deben conseguir los permisos de las autoridades para llevarlo a cabo.

Entonces, por un lado, deben aprobar el proyecto de remodelación la Comisión Nacional de Monumentos y el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, pero por el otro el contrato también prevé que incluso el Papa Francisco tenga que dar su aprobación antes de que comience cualquier obra.

De ese modo, la pelota ahora está del lado del gobierno porteño, que por el momento se encuentra en desacuerdo de la idea de la empresa de Finkelstein.

El mismo incluye, además, dos nuevos pisos en altura (para palcos) y dos pisos de subsuelo (para estacionamiento), como así también un campo más grande y áreas de comida y servicios.

Por lo tanto, si bien es un hecho que a partir del 31 de diciembre las puertas del Luna van a estar cerradas, lo cierto es que se vienen tiempos de un intenso tire y afloje político entre empresarios y autoridades para lograr el visto bueno. Vecinos porteños también pusieron el grito en el cielo para que el histórico espacio sea conservado, mientras que la posibilidad de poder sumar un estadio más de tamaño medio en la Capital Federal seduce a más de un actor.

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