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¿Qué hay detrás de los suicidios en las cárceles cubanas?

Con moratones en el rostro, la cabeza, los brazos y las piernas, así sepultó Yanet Rodríguez a su hijo, el joven recluso de 27 años de edad, Inoel Rodríguez Rodríguez, fallecido el 13 de agosto último. Las autoridades carcelarias le dijeron que se había suicidado mediante ahorcamiento, pero la madre no acepta esta versión y afirma que su hijo fue asesinado por siete guardias de la cárcel de Ariza, en Cienfuegos, quienes lo golpearon brutalmente y luego le negaron asistencia médica adecuada.Según relató la madre al medio independiente ADN Cuba, el joven, que padecía trastornos mentales y estaba descompensado, tuvo una discusión con otro recluso el 5 de agosto. Sin embargo, cuando los funcionarios del penal intervinieron, el segundo jefe de la cárcel, el mayor Maykel Medina Terry , dio la orden de golpear a Rodríguez Rodríguez y de llevarlo a una celda de castigo.«Le dieron con un bastón por la cabeza, lo tiraron al piso, le dieron patadas por los ojos y acabaron con él. Es un dolor que tengo tan grande, que mi hijo está muerto por culpa de Maykel, los siete guardias y la doctora que no me lo atendió», afirmó la madre.Noticia Relacionada estandar Si Cuba, golpeada por la crisis energética, los desastres naturales y la represión Camila Acosta | Corresponsal en La Habana La isla padece las consecuencias del paso de dos huracanes, un terremoto y la falta de alimento y aguaRodríguez añadió que su hijo solo fue llevado brevemente a un hospital para coserle una herida en la cabeza y lo devolvieron a prisión. También le negaron la visita, una práctica habitual por parte de los guardias para así evitar exponer las evidencias de las golpizas.Tres días después del incidente, la abogada tuvo acceso al joven, en la enfermería del hospital, confirmando que estaba fuertemente golpeado. Según Rodríguez, la abogada lo comunicó a la fiscal, quien ordenó a la Fiscalía Militar que tomaran declaración, pero eso nunca se llevó a cabo.El 13 de agosto el primer jefe de la prisión de Ariza llamó a la hermana de Inoel Rodríguez para comunicarle que el joven se había ahorcado. A casi tres meses de su fallecimiento, la familia no ha tenido acceso a la autopsia ni le han entregado ningún documento relacionado con su muerte.Una práctica comúnEn ocasiones anteriores, activistas y organizaciones de derechos humanos han denunciado las torturas contra los reclusos de la prisión de Ariza , en donde las golpizas son ejecutadas por el denominado \'Escuadrón de la Muerte\', un grupo de guardias al mando Medina Terry.«Las golpizas son comunes en las prisiones», declaró a ABC el expreso político cubano Pedro de la Caridad Álvarez. Álvarez Pedroso estuvo 27 años preso en la isla y padeció disímiles formas de tortura. Cuenta que en ocasiones se despertaba por las noches escuchando los gritos de los presos siendo apaleados por los guardias; algunos, por la desesperación, se intentaban suicidar, pero otros supuestos suicidios eran montados por los jefes del penal y sus subalternos para enmascarar los crímenes.«Yo fui testigo de uno de esos asesinatos, en una prisión de Camagüey, un guardia golpeó a un preso común por la cabeza y falleció debido a eso, después dijeron que se había suicidado» Álvarez Pedroso«Yo fui testigo de uno de esos asesinatos, en una prisión de Camagüey, un guardia golpeó a un preso común por la cabeza y falleció debido a eso, después dijeron que se había suicidado», aseguró. «Pero a cada rato se escuchaban los relatos de supuestos suicidios de presos tras golpizas de los guardias, unos aparecían ahorcados, y a otros les ponían infarto como causa de muerte», añadió. Según Pedro de la Caridad, otras víctimas fallecían por la falta o tardía asistencia médica.alotroladodelcharco_0723Entre 2023 y 2024 el Centro de Documentación de Prisiones Cubanas Justicia 11-J ha documentado al menos 65 muertes bajo custodia en las cárceles cubanas, tres de ellas en la prisión de Ariza. No obstante, los datos representan un subregistro debido a la falta de transparencia de las autoridades cubanas, además de no tener en cuenta los datos de más de seis décadas de este tipo de prácticas represivas.

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