Opinión del Lector

Recomendaciones sobre el uso de pantallas en la infancia

Se ha detectado una discordancia entre las recomendaciones ideales y el uso real de las pantallas en los niños pequeños.


Los niños actuales son nativos digitales y viven en una sociedad en la que el estudio, el trabajo, las relaciones interpersonales, la información y el conocimiento están mediados a través del universo digital.


Se ha detectado una discordancia entre las recomendaciones ideales y el uso real de las pantallas en los niños pequeños.

Un correcto asesoramiento dentro de un contexto familiar, junto con una evidencia más sólida sobre los impactos a largo plazo del uso de la tecnología digital, permitirán a los pediatras apoyar adecuadamente a las familias.

En edades tempranas, cuando las habilidades motoras de los niños son inmaduras y no les permiten encender un televisor o elegir programas, las pantallas táctiles posibilitan explorar y ponerse en contacto con diversos contenidos, aún antes de hablar. Los más pequeños las usan para ver videos, juegos interactivos y otros entretenimientos. En edad escolar, sobre todo, para juegos y al llegar a la adolescencia, evolucionan del uso principalmente lúdico al comunicativo, facilitado por la eclosión de las redes sociales, lo que indica que integran la tecnología en sus hábitos de vida. Las ventajas de su utilización suelen ser bien reconocidas: facilidad de obtener recursos educativos y de información, pertenecer a grupos para actividades específicas que son de su interés, o bien generar contenidos, explorar y expresarse en distintos campos, entre otras. Numerosos estudios revelan con notable consistencia que este uso intensivo tiene un impacto negativo en el desarrollo cognitivo de los niños y de los adolescentes.

Mario Clemente, Director Ejecutivo de Emerger, la empresa de servicios de salud, relata que la Sociedad Argentina de Pediatría desaconseja el uso antes de los 18 meses, lo recomienda con estrecha supervisión de los 18 a los 24 meses y luego supervisar y acompañar a los niños para evitar la exposición a contenidos inapropiados y en horarios que afectan el sueño y la comunicación familiar. Lo mismo sugieren la Academia Americana de Pediatría y la Sociedad Canadiense de Pediatría, que han modificado recomendaciones anteriores que fijaban pautas más rígidas para minimizar el tiempo de exposición a las pantallas en los niños pequeños: no al uso en menores de 2 años, no más de 1 hora por día de 2 a 5 años, mantener los horarios de comidas y antes de dormir libres de pantallas, asegurar que el sedentarismo no sea parte de la rutina de los niños. Además, recomiendan a los padres una presencia activa y acompañar a los niños para priorizar los contenidos educativos y adecuados a la edad. Sugieren que los pediatras deben incorporar este tema en la consulta y pensar un “plan familiar de uso de tecnología”. Cuando a su vez, los padres utilizan en exceso los dispositivos móviles, esto se asocia con menor interacción verbal, y no verbal en la familia y puede llevar a conflictos entre padres y niños. Por este motivo, desde la Sociedad Argentina de Pediatría se ha propuesto a la comunidad pediátrica promover la “cena sin pantallas” para incrementar en un horario sensible para las familias, el contacto personal directo.”


Se sugiere que los dormitorios estén libres de pantallas, las cuales estarán ubicadas en sitios comunes de la vivienda. Dentro de lo posible, se hará una visualización conjunta de ellas con los menores y se discutirá su contenido. Los niños deberán ser ayudados a discernir sobre la información inexacta o falsa y alertado sobre contenidos perjudiciales que se puedan encontrar en la red. Progresivamente, deberá adquirir responsabilidades en su uso para no correr riesgos innecesarios o sufrir daños por una inadecuada utilización. Lograr la alfabetización global digital del niño/adolescente.

Es interesante focalizarse en la niñez temprana, antes de que en los niños empiece a emerger el uso de las redes sociales, pues es cuando se establecen hábitos relacionados con el uso de los medios para la vida futura, también es a esta edad en que los padres juegan un rol importante en los hábitos de los niños en relación con los medios. Este tiempo es un período de enorme plasticidad cerebral, cuando las experiencias ejercen profundas influencias sobre el desarrollo social, cognitivo y emocional y en el cual son establecidas rutinas relacionadas con la salud, como comer, dormir, y realizar actividad física.

Los niños muy pequeños se encuentran en una etapa de desarrollo sensoriomotor y su comprensión del contenido bidimensional de las pantallas es limitado. Se cree que en niños menores de 2 años el control atencional y el pensamiento simbólico son inmaduros para que puedan transferir conocimientos desde una pantalla a la vida real en tres dimensiones.

El tema del uso de pantallas en la infancia es controvertido y muy actual, exacerbado más aún en el marco de la pandemia y el distanciamiento social.

Según advierte la Academia Americana de Oftalmología (AAO) la cantidad de uso de pantalla por día se ha asociado con el desarrollo de enfermedades como la obesidad, con una mala calidad de sueño, y del desarrollo del ojo. Señala así tres posibles consecuencias para la salud visual: la miopía, una perturbación del sueño y el cansancio ocular digital.

El cansancio ocular digital se identifica con los tipos de síntomas que experimentan quienes dedican demasiado tiempo a mirar pantallas. Estos síntomas pueden incluir ojo seco, prurito ocular, visión borrosa y dolor de cabeza, se trata de síntomas transitorios. Cuando se utiliza la visión cercana se está constantemente con los ojos abiertos y enfocados. El ojo humano parpadea aproximadamente 18 veces por minuto, mientras que al estar fijados a la pantalla parpadea solo 3 veces. Esto disminuye las lágrimas y se produce el ojo seco, que a su vez genera visión borrosa, cansancio visual y cefalea.

En los niños las exposiciones prolongadas a las pantallas aceleran la miopía, por ende, hay que ser cuidadosos con la salud visual.

La Asociación Americana de Oftalmología sugiere prohibir el uso de pantallas a los menores de 2 años de edad, debido a que sus ojos se encuentran en total formación, la musculatura se está desarrollando y adquiriendo potencia para enfocar, por ende, la visión cercana tiene que ser la menor posible en edades tan tempranas.

En los niños entre 2 a 5 años, el tiempo de exposición se aconseja no supere la media hora diaria. En niños entre 5 a 12 años son suficientes los 60 a 90 minutos diarios. A partir de los 12 años no se debe sobrepasar las dos horas diarias.

Se sugiere suprimir el brillo de las pantallas, así como no usar dispositivos en ambientes oscuros, o bien el alternar con otras actividades y luz natural. Romper la inmersión en las pantallas azules con actividades donde el niño pueda descansar ocularmente y mirar a lo lejos, son otras de las pautas para limitar pantallas.

La forma más fácil de evitar el cansancio ocular es asegurarse de parpadear con frecuencia y dejar de mirar la pantalla o el trabajo que se hace cada 20 minutos, centrando la atención en cosas que se encuentren al menos a unos 6 metros de distancia, y durante 20 segundos. Esta estrategia de reenfocar con frecuencia se conoce como la regla 20-20-20 y permite que los ojos se relajen y descansen.

Unicef ha desarrollado ciertas pautas de implementación en relación de los niños con pantallas, a las que la Sociedad Argentina de Pediatría adhiere, buscando fundamentalmente que podamos adaptarnos al entorno digital necesario en estos momentos de pandemia:
- Establecer un ambiente de confianza en el hogar. Entender sus necesidades y acompañarlos según su nivel de madurez, para que puedan acceder a contenidos seguros y aptos para su edad.

- Evitar una actitud inflexible frente al uso de pantallas: en su lugar podemos trasmitirles que no es saludable conectarse a todas horas, y que cambiar de actividad permite, por ejemplo, descansar la vista y la postura.


- Dar prioridad a las actividades diarias básicas. Se deben respetar los horarios para dormir y comer.

- No distraerse y fijar objetivos. Cuando se esté utilizando internet para tareas escolares, es preferible que no usen otras aplicaciones, ni redes sociales.


- Dar ejemplo. Los menores tienden a imitar los comportamientos que ven en sus padres y otras personas de referencia y no tendrán en cuenta nuestras pautas si no ven que actuamos con mesura y autocontrol con los dispositivos durante estos días.

- Gestionar adecuadamente el tiempo de uso de dispositivos electrónicos. Por ejemplo, usando herramientas como pactos familiares, planes de uso medido de redes propone la Academia Americana de Pediatría y el control parental que permiten establecer normas y límites de uso y facilitan el dialogo permitiendo plantear dudas, preocupaciones e intereses.

En el marco de este período de aislamiento social obligatorio, la actividad educativa y social suma horas de uso de pantallas y se debe lograr que pasada la crisis, los niños aprendan a convivir encontrando un equilibrio virtual /físico de una forma saludable.

Autor: Mario Clemente

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