La producción de litio al norte de Argentina muestra daños tangibles y quizá irreversibles contra el medioambiente en el Salar del Hombre Muerto, donde una investigación describe como «manchas negras de vegetación muerta» la cuenca del río Trapiche, afluente por el que hasta hace pocos años corría agua que daba vida a un ecosistema que ya no existe.
La investigación titulada ‘Las grietas del litio’ y realizada por el medio argentino Ruido junto con el Centro Latinoamericano de investigación Periodística (CLIP), Nómadas de Bolivia, Dialogue Earth, CIPER de Chile y estudiantes de maestría de la Universidad de Columbia de Nueva York, EE.UU., indica que el daño causado al río Trapiche, actualmente seco, fue causado por la minera estadounidense Arcadium Lithium, antes llamada Livent.
Esta minera, que ha operado durante 25 años en el Salar de Hombre Muerto en la provincia de Catamarca, que es reconocida como la más antigua de Argentina, ha dejado en la zona por donde pasaba el río, «tierra reseca» que se extiende por al menos siete kilómetros, un lugar donde antes fluía el agua que alimentaba pastizales, vicuñas, pumas, gatos andinos y hasta tres especies de flamencos, animales que ya están en la zona.
Ahora, bajo el gobierno de Javier Milei, la minera tiene planteado expandirse en otras zonas del norte argentino, para impulsar proyectos de explotación de litio bajo el respaldo de las políticas de apertura a la inversión que promueve la llamada administración libertaria, a pesar que para los residentes de la zona podría poner en peligro el arroyo ‘Los Patos’, afluente que los locales quieren preservar.
Atacameños del Altiplano, una organización comunitaria, ha comenzado a manifestarse por la preservación del ecosistema al norte de Argentina para tratar de evitar que otros ríos de la zona se sequen por la minería de litio.
En su periplo ya lograron hace unos meses que la Corte Suprema de Catamarca confirmara el daño medioambiental causado contra el río Trapiche y ordenara frenar los proyectos que iban destinados a utilizar el arroyo Los Patos, hasta que se garantice que ese afluente no será afectado de la misma forma y se seque también por la explotación minera.
Alfredo Morales, un hombre de 55 años que siempre ha vivido en las cercanías del río Trapiche y que es uno de los activistas de Atacameños del Altiplano, recuerda que hasta hace poco una familia de la zona que vivía a orillas del afluente, se dedicaba a criar ovejas y llamas, de las que llegaron a tener unas 300, pero ahora al quedarse sin agua, perdieron todo lo que habían trabajo en su vida y deben irse a otro lugar.
Por su parte, Elizabeth Mamani, de 45 años, esposa de Alfredo y también activista de Atacameños, señala que aunque «el litio significa avance tecnológico», lamentablemente representa «muerte a futuro». «Sabemos que hay mucho desastre ambiental por esa explotación, mucha sequía y pérdidas. Tiene un sentido económico para la población, pero para mí no significa nada más que destrucción», dijo.
De acuerdo con la investigación, el daño medioambiental causado por las mineras de litio no es exclusivo de Catamarca. Situaciones similares se repiten en el Salar de Uyuni en Bolivia y el Salar de Atacama en Chile, en la región conocida como el Triángulo del Litio, una zona que incluye a Argentina y se encuentra en la zona limítrofe de los tres países donde se encuentran al menos el 53 % de las reservas de litio del mundo, según el Servicio Geológico de EE.UU.
A pesar que las comunidades del norte argentino está en alerta ante el impacto medioambiental por la minería del litio, las proyecciones apuntan a que esa zona se convertirá en una de las principales productoras del mineral energético en el mundo.
El estudio indica que Argentina, que ya es el cuarto productor global de litio, detrás de Australia, Chile y China, tiene un potencial de reservas que la llevarían a aumentar sus números de explotación del mineral y «como en ninguno de los otros países del triángulo del litio», debido a que cuenta con «unos 40 proyectos en etapas previas que podrían alcanzar la producción en el corto plazo, según datos oficiales».
Además, destaca la investigación, que con «la llegada de Javier Milei al poder y la nueva legislación impulsada por su gobierno, el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), motiva el desembolso de capitales para proyectos mineros con beneficios impositivos, aduaneros y financieros que permiten, por ejemplo, la liquidación de hasta la totalidad de los dividendos al poco tiempo de comenzar la fase de operación».
Además, los ingresos por exportación de litio para Argentina son significativos. En 2023 obtuvo 805 millones de dólares por ese rubro, que significó el 15 % del total de las exportaciones mineras del país. La mayoría de esas exportaciones se vendió a China, donde se producen las baterías para los autos eléctricos, teléfonos celulares y computadoras.
En ese mercado, la minera de Arcadium Lithium en el Salar del Hombre Muerto, produce casi la mitad del total exportado por el país, unas 22.000 toneladas de litio de las 51.000 vendidas en 2023. El resto del mineral fue producido por las mineras Centenario Ratones en Salta y Cauchari-Olaroz y Olaroz en Jujuy.
Mientras tanto, cuando se espera que la minera Sal de Oro, ubicada entre Catamarca y Salta, empiece próximamente su producción, la minera estadounidense anunció que ahora mismo atraviesa «varias etapas de expansión para aumentar la producción de carbonato de litio a 100.000 toneladas métricas para el final de la década» y esperan que una primera fase de ese proyecto se completaría este 2024, para subir su capacidad hasta las 40.000 toneladas.