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Rosario sin secretos: cuando la suerte que es grela, ¿o Grela es la suerte?

 

Casualmente o causalmente cayó en nuestras manos el libro Semblanza del Capitán Justo Germán Bermúdez, de Plácido Grela, de tan recomendable y atractiva lectura que lo devoramos entre la noche del 18 y la madrugada del 19. Hasta aquí, un simple comentario…

La sorpresa la tuvimos cuando supimos que el 19 era el aniversario del nacimiento de tan exquisito personaje de nuestra conspicua aldea, Plácido Grela. ¡Epifanía!

Cuando pregunté a varios si lo conocían, la mayoría me respondió: “Sí, el tango oración”. Y nobleza obliga, fuimos al diccionario. Mientras la Real Academia señala que “grela” equivale a mugre, acá el lunfardo rioplatense lo relaciona con mina, naifa, papa, percanta, minerva, papirusa, jermu o papusa, palabras con la que alguna vez se mencionaba a la mujer.

No traspolemos, eran otros tiempos. Pero el tema es que en este tango se la compara a la suerte con la mujer porque “siempre faya” (sic). Y ahí sí que levantamos la bandera del stop. Nada peor que juzgar y generalizar. Hay de todo en la viña del Señor.

Por suerte otro tango, “¿Te acordás, hermano?”, compensa y menciona a las “minas fieles de gran corazón, que en los bailes de Laura peleaban, cada cual defendiendo su amor”. Bué, tampoco que todas eran violentas para conseguir pareja…

Hecha la digresión, vamos al tema que nos ocupa. Don Plácido Grela, el tucumano que llegó a Rosario con sus padres y hermano (el luego genial artista plástico, Juan) en 1942 y la hizo suya con pasión envidiable.

Sería más fácil enumerar qué no fue. Porque este poeta, periodista, cooperativista, concejal, especializado en temas agrarios, regionales y militares, trabajó en los diarios Democracia y La Acción, colaboró en Tribuna y La Capital, actuó como secretario de Prensa de los Sindicato de Obreros y Empleados Municipales y de la Industria de la Carne, de Rosario.

Defensor Gremial, Rosario Norte, Municipio Rosarino, Revista La Posta, son algunos de los muchos emprendimientos gráficos que conocieron su hábil pluma, como así la pléyade de libros que nos legó, larga lista que recomendamos investigar.

Organizador del Partido del Trabajo y el Progreso del Partido Comunista que, aún proscripto, le permitió acceder a una banca en 1961, desde la que luchó incansablemente por la comunidad.

La rebelión campesina con “El grito de Alcorta” o el perfil de general Pablo Riccheri, quien inspiró a Cayetano Silva la marcha que luego se convirtió en San Lorenzo -que suena hasta en el Palacio de Buckingham-, no estuvieron ausentes de su magistral análisis histórico de la entonces tradición democrática y popular de las fuerzas armadas argentinas.

Nadie mejor que él para narrar la historia regional: Alcorta, Capitán Bermúdez, Fray Luis Beltrán, Granadero Baigorria, Ricardone, Funes, Maciel, Chabás, Bigand y Chovet.

¿Cómo no recordar ese entrañable personaje de bigotitos que siempre usaba un simpático moñito con diversos motivos, solía llevar puesto un poncho de vicuña marrón y trasladarse en su inseparable motoneta hasta Ricadone, donde amaba ir a leer y conversar con la gente de campo?

Cuando en 2004 Osvaldo Aguirre publicó en Señales la triste historia del largo peregrinar de los descendientes de Grela para ubicar su biblioteca de casi 5.000 libros, algunos de ellos, incunables, que finalmente terminó siendo adquirido “a granel” por una librería porteña, nos produce vergüenza ajena la supina ignorancia y dejadez de los funcionarios de todos los niveles que no advirtieron que ese patrimonio se perdería para siempre.

Había allí hasta una colección de Cartas de Indias publicadas en España a mediados del siglo XIX, que Plácido Grela compró en Sevilla, y cientos de libros hoy inhallables.

Los dueños de la librería que adquirieron semejante patrimonio llegaron a decir: “Grela fue un lector tan voraz como ecléctico: prácticamente no hay materia humana que no estuviera en su biblioteca, desde temas vinculados a la electricidad hasta una profusión de publicaciones sobre problemática agrícola o cooperativismo. También hay un buen número de publicaciones dedicadas a la historiografía de los centros urbanos del interior, particularmente de pequeñas poblaciones de la provincia de Santa Fe, y colecciones de revistas y publicaciones periódicas”.

¿Papeles, tan sólo papeles? Sin dudas que no.

Dijo en un reportaje su hijo Ernesto: “los libros de mi padre estaban a la espera de no ser tapados por el oscuro polvo del olvido y el destierro a resultas de la ceguera de funcionarios y dirigentes sociales».

¿Estará ya colocada la placa en el barrio Sarmiento que recuerda la casa donde vivió este tucumano “arrosarinado” que tanto nos dio a los santafesinos y a los rosarinos, en particular?

¿Cómo es posible? ¿Acaso tenía razón Discépolo al escribir: “aunque te quiebre la vida, aunque te muerda un dolor, no esperes nunca una ayuda; ni una mano, ni un favor”.

Ya nos estamos pareciendo a “Mordisquito”, el alter ego de Enrique Santos Discépolo, cuando con sus geniales y mordaces monólogos radiales en los años 50 nos interpelaba con su: “¿A mí, me la vas a contar?”

Eso sí, el pasaje 1715 de Rosario de apenas dos cuadras, paralelo a bulevar Seguí al 8000, lleva su nombre, Plácido Grela.

Abogamos porque en el Año Santo Jubilar y del Tricentenario del Rosario, la cultura se entronice y empiece a ser más importante lo que somos por sobre lo que tenemos, que pareciera vamos perdiendo… Si es valioso hay muchos que primerean, como sucedió con el Mercado Retro en los ‘90, y vienen de San Telmo a comprar todo por pocos pesos para venderlo en dólares y euros a los coleccionistas internacionales que sí valoran lo importante.

Pero esto, será tema para otro Rosario Sin Secretos.

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