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Rosario Sin Secretos: de sucesos «sobre rieles» y pioneros que escribieron, con sus obras, nuestra historia

 

Un día como hoy, en 1857, el gobierno de la Confederación, establecido en Paraná, decide prorrogar por ocho meses la autorización que se había conferido a don José Buschenal para constituir la Sociedad que debía construir el ferrocarril entre Rosario y Córdoba.

Por esas circunstancias que nunca terminan de aclararse, al mismo tiempo autorizan a William Wheelwrigth con idéntico motivo, quien, con los planos en los que ya había estado trabajando Alan Campbell cuando estuvo en el Rosario, termina ganando la pulseada.¿Habrá habido alguna influencia de la diplomacia inglesa?

Entre bueyes no hay corneadas, dice el refrán, y seguramente esa fue la opinión que le permitió a don Guillermo recibir en su casa de calle Entre Ríos al 200, al adolescente entusiasta Isaac Newell que llegó a estos pagos, y con el tiempo, junto a su esposa, la inefable Anne Margarite Jochinson, creara el Colegio Anglo Americano de cuyas aulas surgiera Newells Old Boys.

Hoy, el ex Nacional N° 2, atesora entre sus paredes, historias que hacen a los orígenes de nuestra pasión futbolera.

¡Éramos tan pocos en esa época! Si hasta el Censo Nacional realizado en Rosario exactamente 12 años después, arrojó la cifra de 23.169 habitantes!

Y entre estos se contaba el adolescente de 14 años Pedro Tiscornia quien acá se radicó, no paró de trabajar por la Ilustre y Fiel Villa y, a los 57, fue miembro del Consejo Ejecutor Municipal y más tarde vicepresidente del Consejo Directivo en las áreas de obras públicas y acción social. La salud, la vivienda, el control de los talleres, las fábricas y talleres, estaban bajo su órbita.

Fue, sin dudas, uno de los más conspicuos y laboriosos inmigrantes que arribó a esta tierra para hacerla suya y trabajar incansablemente por su desarrollo, hasta llegar a sus 80 años con la alegría del deber cumplido…

Tiscornia fue uno de los socios fundadores del entrañable Unione y Benevolenza y trabajó codo a codo con la colectividad italiana para dejar grandes obras.

Debe haberle sorprendido gratamente, en su cumpleaños N° 44 cuando leyó el comentario que hacía el Diario La Capital respecto del suizo Andrés Cremona quien «llegó sin un medio y ni un amigo. Procurando un pedazo de tierra y durante sus horas de descanso edificó ‘la mía casita’, siendo esto el principio de su fortuna al haber luego construido propiedades por toda la ciudad».

El mismo día que Tiscornia cumplía sus 63, el Ferrocarril Central Argentino abría al público la Estación de Fisherton y la parada en Eloy Palacios.

Cuando llegó a los 73, se inauguraba el Bar Florida en San Martín al 700 (ver el maravilloso libro de Sidney Paralieu), con sus números de varieté y las vistas (embrión de cine) que le traían recuerdos de su Italia natal y apenas 18 días antes que abandonara este plano, se inauguraba el cine al aire libre «La Estrella», de Salta y Balcarce.

No lo llegó a ver, pero quiso la Providencia que fuera en el aniversario 123 de su llegada a Rosario cuando, en 1965, el Club de Leones «Juan Bautista Alberdi», entregó oficialmente a las autoridades de Rosario, el Monumento al Inmigrante realizado por el escultor Eduardo Barnes (el mismo del Museo Sacro en las catacumbas del Teatro El Círculo), que se erige en el cruce de Rioja y avenida Belgrano.

Un digno homenaje a todos quienes, como Tiscornia, llegaron a esta tierra en busca de prosperidad y engrandecieron nuestra «Patria Chica» con su trabajo.

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