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Rosario sin secretos: “¡Tómese otro vaso, otro vaso, de whisky!” y así nació la Universidad Nacional de Rosario

 



Titulamos parafraseando el cancionero popular que alegremente se entonaba en antiguas reuniones familiares y con amigos: “¡Tómese otra copa, otra copa, de vino! ¡Ya me la tomé, ya se la tomó! ¡Y ahora le toca al vecino!” y así iba pasando “la sangre de Jesús” para animar el festejo etílico. Si la leyó, cantándola, ¡alégrese! ¡No sólo tiene oído sino también visión musical! Ahora, vamos a la historia del día…

Un dirigente católico, nacido en Totoras, con fuerte militancia juvenil en las luchas por la enseñanza libre universitaria en 1958, doctor en Ciencias Económicas y contador público nacional de la Facultad de Ciencias Económicas de Rosario egresado de la entonces Universidad Nacional del Litoral, fue quien nos contó la anécdota.

Miguel Ángel Chiarpenello, quien como ex alumno del Colegio Sagrado Corazón, narraba a quien quisiera escucharlo como fue que, en pleno vuelo, junto a otras personalidades que viajaban con el presidente de facto hacia Buenos Aires, lograron -tras servirle varios “on the rock”- que firmara y avalara el proyecto presentado para la creación de la Universidad Nacional de Rosario que viera la luz gracias a la ley 17.987 del 29 de noviembre de 1968.

Quien esto escribe lo supo en el año 1999 cuando se nos convocó a realizar la investigación histórica y periodística, y redacción del Libro de Oro del centenario y emblemático colegio de los padres bayonenes, que arrancó en su primer capítulo con el título: “Un Santo llamado Miguel” para referirse a la vida de Miguel de Garicoits, el Santo del “Heme aquí” y del FVD (Fiat Volutas Dei, Hágase tu Voluntad), hijo de Arnaldo Garicoits y Graciana Etcheberry, que nació como pastor de ovejas y terminó siendo pastor de almas, fundando una de las congregaciones más universalistas del clero católico.

La pintoresca anécdota era contada entre pares y amigos al son del “Arrequete chipe chipe, paso con Deiro, uno con dos, dos con uno, Corazón, Corazón, Sagrado Corazón” que los bulliciosos estudiantes, todos varones en aquella época, cantaban gracias a la letra y música de Juan José Ponzio bajo la sonrisa del inefable “hegmano” francés Juan Casaubon.

Puesto en funciones José Luis Cantini como primer rector de la UNR, Chiarpenello fue secretario de Economía y Finanzas, decano de Ciencias Económicas, vicerrector y rector interino, y tuvo una destacada y prolífica actuación académica siendo también autor de la letra, con música del profesor Carlos Gantus, del himno de la casa de altos estudios, estrenado en una colación de grados de Ciencias Económicas el 3 de julio de 1981, bajo la dirección de Gantus, la vicedirección de Miguel Ángel Carraro, la ejecución del pianista Horacio Basaldúa y la voz del tenor Miguel Ángel Drappo.

Que nuestra ciudad fuera consuetudinariamente postergada por Santa Fe y Buenos Aires, se evidencia al conocer los prolegómenos de la creación de la UNR, ya que cuando se crea la Universidad Nacional del Litoral ya existían en Rosario tres facultades: Ciencias Médicas, Ciencias Económicas y Ciencias Matemáticas, y de estas dos últimas dependían el Superior de Comercio y el Politécnico, respectivamente, una especie de NOB y Central de la intelectualidad.

El año 1919 marca el inicio de la de Ciencias Médicas, de la que dependían los hospitales escuelas del Centenario y José María Fernández (hoy Eva Perón) en Granadero Baigorria; 1921, los primeros cursos en la Escuela de Odontología que pasó a ser facultad cuando en 1957 comenzaron las obras del edificio de 9 plantas inaugurado en 1959 con Arturo Frondizi como presidente; bajo el mandato presidencial de Juan Domingo Perón, en 1947, la de Filosofía; en 1951, nace el Instituto Superior de Música, y en 1967, la de Derecho y Ciencia Política, existiendo diversas escuelas e instituciones que se fueron fusionando o independizando con el tiempo.

Y si nos vamos más atrás, el senador Joaquín V. González, y los diputados Estanislao Zeballos y Rafael Castillo habían presentado en 1913 un proyecto de creación. Incluso la ley 10.861 del diputado Jorge Raúl Castillo de 1917 fijaba el asiento de la Universidad Nacional del Litoral en Rosario, sueño postergado por varios años hasta que, en un vuelo y una circunstancia muy particular, se decidió el destino para que miles y miles de profesionales pudieran egresar de la magna institución que tantas mentes brillantes aportara a la Humanidad a nivel internacional.

Así lo quiso finalmente la Providencia. La misma que nos llevó a encontrar música para nuestros oídos al leer, en la noche del 15 al 16, el fascinante opúsculo de Luis Ernesto Aguirre Sotomayor: “C. Erminio Blotta, escultor autodidáctico”, al transcribir algunas declaraciones del eximio artista al recordar aquel 1917 cuando se inauguró el busto a Ludwig Van Beethoven en el parque de la Independencia, y le decía al cronista: “¿Cómo se explica que, gozando ya Rosario de la mala fama de ciudad fenicia, sin museos, ni salones, ni academias oficiales, ni cátedra de arte, levantara este monumento a Beethoven que, no sé si sabés, es el primero alzado a su gloria en todo el mundo latino?”.

El segundo en el mundo, después del de Bonn, Alemania, a quien, hasta sordo, realizó su novena y última sinfonía coral con la poesía del alemán Friedrich Schiller: la “Oda a la Alegría” que está cumpliendo su bicentenario como Patrimonio de la Humanidad, arenga con fuerza heroica a la fraternidad universal, la felicidad de los pueblos y la civilización del amor, y hasta se convirtió en el Himno de la Unión Europea.

Erminio Blotta, casi ciego, vistió la ciudad, el país y el mundo, con sus obras escultóricas y hasta inspiró a Alfonsina Storni cuando escribió a Rosario: «No en vano allá en tu parque/alguna mano joven /ha puesto como un faro /la frente de Beethoven».

Beethoven, completamente sordo, nos legó esta magnífica obra musical que alienta a no perder jamás la fe y la alegría. Hoy celebramos el aniversario de su nacimiento que, ¡oh causalidad! fue el mismo año en el que nació Manuel José Joaquín del Corazón Belgrano, el creador de nuestro máximo símbolo nacional, quien nos convirtió en Cuna de la Bandera, y cuya figura ecuestre se levanta enhiesta en el Parque de la Independencia, edén verde y único que cobija también la magnífica obra del querido Erminio Blotta.

En el mes más lindo y a las vísperas del último programa de la temporada de De la A a la Z, un “Rosario” de Emociones, por el Canal de Youtube del Diario Digital Conclusión, como dice la Oda a la Alegría, “¡que este beso sea para todo el mundo!”.

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