Mujeres de hoy

Rossy de Palma: "Quiero que los 60 sean mi década hedonista, vivir experiencias que me den gusto a mí"

Rossy de Palma (Palma, 1964) se prepara para cumplir 60 años en septiembre con la intención de vivir una década hedonista. Así lo compartió con Telva en el Atlàntida Mallorca Film Fest, donde, visto su horizonte de proyectos, el disfrute tendrá que esperar.

En el festival balear presentó la ópera prima del coreógrafo francés Benjami Millepied, Carmen. La revisión del mito de Prosper Mérimée en la frontera entre México y Estados Unidos es un despliegue de danza contemporánea con incursiones en el flamenco, donde una de nuestras artistas más internacionales regenta un night club con sabor español en Los Ángeles. La película, protagonizada por Melissa Barrera y Paul Mescal, llega a los cines este 2 de agosto. A la vista, la polifacética artista tiene pendiente acabar el rodaje de una relectura de La caza, de Carlos Saura, junto a Carmen Machi y Blanca Portillo, y una serie de ficción sobre el placer femenino dirigida por Mabel Lozano.

"Querían que hiciera yo el papel, porque todo lo que hago está cargado de verdad"

¿Qué razones te dio Benjamin para elegirte como maestra de ceremonias de esta película?
Comentó que quería que la interpretara yo, porque todo lo que hago está cargado de verdad. Me pareció un piropazo. Esa frase fue fundamental para que yo aceptara el papel, porque mi modo de trabajar no es de actriz, sino de artista e intérprete. Mi acercamiento a la interpretación pasa por crear algo. Es como cuando me pongo a hacer una escultura, que no sé lo que va a salir, claro. Yo desaparezco en mis papeles. Soy la primera espectadora de lo que he creado. Y junto a Benjamin pudimos disfrutar mucho de este proceso, porque él también es un buscador de tesoros.
¿Te ha ayudado tu experiencia en operetas y zarzuelas para interpretar este rol tan teatral?
Mi personaje es como un corifeo griego, como un oráculo... Es muy metafórico, puede ser real como también onírico. Esta película es muy bella, porque es poética y no necesita la lógica de otros proyectos. He podido cantar y bailar. Me inventé una canción que al final no se puso en el montaje, pero me gustaba mucho. Decía (canta): "Niña Carmen, niña Carmen, ve con cuidaó, el demonio está acechando, va a robarte el corazón". Y la música de Nicholas Britell es una barbaridad. Yo ya era súperfan de él por la banda sonora de Moonlight.
¿También has tomado decisiones sobre tu vestuario?
De niña, me encontré una máquina de coser antigua, compré unas viscosas y gracias a una hermana mi madre, que me enseñó a cortar un patroncito, empecé a colgar mis blusitas y mis pantaloncitos de flores en el maravilloso rastro de Palma. Con 12 años me sacaba un dinerito. Para Carmen, lo cocreamos todo. En Los Ángeles también hay mercadillos, todo tipo de cosas vintage, así que disfrutamos mucho. Toda la preparación fue una gozada.
Hay una frase sobre lo bien dotado que está Paul Mescal que pinta de tu cosecha. ¿Qué nivel de improvisación se te permitió?
Yo siempre digo: dame un error y te devuelvo un acierto. A mí me encanta lo accidental. Así que jugamos con eso. Como te decía, yo no tengo un método, sino que soy más intuitiva. Aunque soy muy racional para otras cosas, cuando actúo, me dejo llevar y es el personaje el que toma las decisiones y comanda. A Benjamin he podido proponerle cosas que sentía que el personaje me decía, como también gestos. Todo este trabajo interactivo me encanta, porque fluyes con la creación. A menudo hago bromas y digo: vamos a terminar la jornada, porque el personaje ya se ha ido.

Rossy de Palma en la película "Carmen"

"Lo que sí siento en Francia es que los españoles seguimos teniendo un punto exótico."

¿Qué pensaste al leer que su intención era trasladar el mito de Carmen al México de los feminicidios y a Los Ángeles de la inmigración ilegal?
Si algo representa Carmen es la libertad. En esta película es una Carmen contemporaneizada. Después de aceptar el papel, empecé a tirar del hilo y me enteré de que Eugenia de Montijo, que luego se casó con Napoleón, le habló a Bizet de una mujer asesinada en Sevilla por hacer lo que le había dado la gana. Bizet, a su vez, había leído un poema de Pushkin sobre unos gitanos nómadas. Así nació el personaje. Desde el origen, es un mito mestizo. Todo es un mix. Así que esta gente que va hablando de territorios y de fronteras, se equivoca, porque, ¿hello?, somos una única y bella especie.
Imagino que esa convicción pesó cuando hace dos años aceptaste ser nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO para la Diversidad Cultural.
Sí, porque cada vez me siento más cerca del mundo indígena y de su respeto por la naturaleza. Somos pequeños. Hay muchas más especies en este mundo y no somos sus dueños. Cualquier pueblo indígena siempre ha tenido la naturaleza como su Dios y no se han tomado como dioses ellos mismos. A diferencia de nosotros, que nos estamos cargando la madre tierra.
Tu personaje reúne en torno a su bar a una gran y bien avenida comunidad de inmigrantes. ¿Formaste tú parte de alguna al llegar a París?
París es una ciudad sin piedad. Al llegar no entendía que gente que vivía en el mismo edificio desde hacía 20 años no se diera los buenos días. Es un aspecto que me costó muchísimo, porque para bien o para mal, el roce hace el cariño. Yo formo parte de mil comunidades, a mí lo que me sobra, cariño, son las comunidades. No sé si tengo un privilegio o un don, pero allá donde voy, consigo tener relaciones muy profundas o muy auténticas en muy poco tiempo. Lo que sí siento en Francia es que los españoles seguimos teniendo un punto exótico.
¿También resultaste exótica como hija de emigrantes asturianos y vascos en Mallorca?
Cuando de pequeña iba a la panadería, decían: «és filla de forasters», porque éramos peninsulares, y ahora, el barrio donde yo crecí es Chinatown. A saber qué diría ahora la panadera... Por eso yo me considero muy afronteriza. Solo creo en las fronteras gastronómicas, que son todas para celebrar, porque las geopolíticas tienen una historia detrás de sangre, enfrentamientos e intereses. No son lógicas. Es todo una incongruencia tan grande... La riqueza de Occidente se ha creado a partir de la esclavitud y el colonialismo, y ahora, a las personas de esos lugares no se les permite venir por sus propios medios. Es todo una necedad constante. Todos los políticos están obsoletos. Fíjate en las medidas de Trump contra la inmigración, cuando él no es un nativo americano. Es como cuando decimos que descubrimos América, cuando ese mundo ya existía por sí mismo. Habría que trabajar mucho en la memoria histórica, en la empatía y en una compensación, inclusive.
Al cumplir los 40, decidiste raparte el pelo. ¿Qué planes tienes para tu 60 aniversario?
Quiero que sea mi década hedonista, para experiencias que me den gusto a mí más que para ser vehículo de las experiencias de otros.
¿La serie junto a Mabel Lozano forma parte de ese ánimo disfrutón?
La serie con Mabel va a ser maravillosa. La idea original es mía, pero no tengo ambiciones de dirección y se la voy a dejar a ella. Prefiero quedarme un poco más de advisor. Ella va como una moto, lleva un ritmo... En mi caso, yo no soy de una cosa, sino más picaflor. Tengo mil frentes abiertos. Concentrarme en el cine o en una serie exige mucho tiempo de obsesión. A mí me gustan más los sprints.
¿Y cómo aceptas un papel protagonista en un remake de La caza?
A mí me encantan las secundarias, así que esta protagonista me está costando, pero compartirlo con dos monstruos que son Blanca y Carmen, merece la pena. Tiene muy buen pintón. Va a ser heavy, ya verás.
¿Qué querrías como regalo de cumpleaños?
La Medalla a Mérito en el Trabajo, pero por mis padres, porque así la compartiría con ellos, que han sido unos currantes increíbles.


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Fuente:https://www.telva.com/cultura/2024/08/05/66aa31bd02136e0e3f8b456e.html

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